María Peláe: con arte y compromiso

Es la cantante malagueña del momento y no tiene intención de dejar pasar este tren que tantas alegrías le está dando. María Peláe (Málaga, 1990) es amable, derrocha simpatía y sinceridad y es muy dada a hablar sin tapujos de todo. Aunque lanzó su primer disco, ‘Hipocondría’, en 2016, no fue hasta la llegada de ‘La niña’ (2019) cuando su nombre ascendió as lo más alto de las listas. Su refrescante repertorio, en el que los temas sociales bailan al compás del flamenco más tradicional y los sonidos urbanos actuales, ha ido creciendo con temas como ‘Y quien no’, ‘La confesión’, ‘La quería’ y ‘Te espero en jarra’. Su lanzamiento más reciente es ‘Mi tío Juan’, composición que pone música y teatralidad a la represión sexual y la doble moral. Su objetivo no es otro que, como ya hizo con ‘La niña’, contribuir a la visibilidad de la comunidad LGTBI. La nueva gira de Peláe, a la que muchos llaman la ‘Lola Flores moderna’, se titula ‘La que estoy formando’ y hará parada el próximo 6 de agosto en el Auditorio Municipal de Cortijo de Torres (22.00 horas). Si buscan buena música, mucho arte, diversión, alegría y libertad no se la pierdan. Es verdad que la está formando. Y bien ‘formá’.

¿Qué es lo que ofrece su gira ‘La que estoy formando’?

Con la gira anterior de ‘La niña’ nos dimos cuenta de que la gente está muy ávida de alegría, de dejar los problemas fuera y disfrutar. Y lo que hemos hecho en esta gira es precisamente eso: seguir adelante con ello, no escatimar en canciones animadas y, aunque también haya momentos mas ‘sentíos’, ofrecer un espectáculo muy completo.

También la está formando con la reivindicación que realiza a través de sus canciones. En la última, ‘Mi tío Juan’, le canta con ironía y guasa a los que en su día no salieron del armario a causa de la presión social.

Algo que siempre digo: ya que te van a escuchar, pues di algo. La intención es que este mensaje llegue de la manera más bonita posible o con el mejor vestido que he podido encontrar. Utilizo un poco la ironía para decir cuatro verdades, y así la gente las recibe de forma mucho más amable.

¿Cree que la obligación del arte es pulsar conciencias?

Sí, dentro del altavoz que pueda tener cada uno. En mi caso no concibo el arte si no es diciendo lo que veo o lo que siento. Es verdad que hay otras composiciones que son más personales y en las que hablo, como cantautora que soy, de cosas mías. Pero al mismo tiempo me pica lo que pasa y creo que la música es una muy buena arma para esto.

¿No opina que son pocas las voces que se atreven a afrontar temas sociales para esquivar las críticas?

El hecho que de haya miedo a hablar libremente de las cosas que pasan me hace pensar que por eso mismo hay que hablarlas; y destapar ciertas cajas de Pandora que lo que nos lleva es a una doble o falsa moral que nadie se cree.

Son muchos sus referentes, como Lola Flores, la recientemente fallecida Raffaella Carrà, María Jiménez o Rocío Jurado. Todas ellas mujeres que a través del arte defendieron su individualidad y su capacidad de tener pensamientos, deseos y libertad. 

Eso debería ser así de nacimiento. Lo que pasa que hay ciertas artistas, a las que yo llamo ‘las poderosas’, que en otros momentos mucho más complejos que los actuales ejercían así su libertad. Y de eso, evidentemente, se aprende mucho.

Aunque se habla del pasado como un tiempo más oscuro para las libertades, en la actualidad seguimos siendo testigos de agresiones homófobas y de leyes, como la de Hungría, que reniegan de la diversidad sexual.

No hace falta irse tan lejos. No hace falta irse a Hungría para observar ciertas posturas. Y precisamente por eso hay que seguir el legado de la libertad en la palabra y hablar de las injusticias. Por todo esto que está pasando me resulta curioso que me pregunten si es necesario hablar de ello. La misma pregunta me corrobora que sí, que es muy necesario.

El malagueño Pablo Alborán, entre otros muchos, también impulsó su carrera a través de internet, un medio que ofrece muchísimas facilidades pero que también tiene su lado tenebroso…

El mundo de internet y de las redes sociales ha hecho más fácil el camino a aquellos que no han tenido respaldo. Y muchos han podido labrase un camino sin tener una multinacional detrás. También es cierto que se produce una doble línea en la red y que mucha gente cree que por funcionar bien en internet la vida real es así. Y hay que tener cuidado con eso. En mi caso, por ejemplo, las redes sociales han sido el único medio que he tenido para poder publicitar un concierto o mostrar las canciones que iba sacando. Como medio de trabajo bien usado, bendito sea internet.

Su primer disco, ‘Hipocondría’, difiere bastante de su actual estilo. ¿Reinventarse es también un arte?

Bueno, lo que ha cambiado es el vestido, pero el fondo es el mismo y las intenciones también. Creo que en la historia de cada artista lo que se intenta es dar con la tecla para que tu música llegue a más gente. Quienes llevan viniendo a mis conciertos desde hace bastante tiempo no encuentran tanta diferencia entre lo que hacía en la época de ‘Hipocondría’ y lo que hago ahora. Veían venir que perfectamente podía hacer lo que hago ahora. Por ejemplo, la canción ‘Si se achucha entra’, que antes la tocaba por tanguillos de Cádiz con guitarra y voz, hoy día va con una base afro, pero sigue siendo parte de mi repertorio.

¿Le molesta la etiqueta de ‘flamenquito’?

Depende mucho se cómo se diga. Si a alguien le preguntas: “¿Tú qué eres, ‘ingenierito’?”, pues parece que va con retintín. Hay gente que es flamenca y gente que no lo es. Para mí esa es la única diferencia.

¿Qué nombres se le viene a la cabeza si piensa en la música de Málaga?

Me he criado en el mundo cantautor malagueño, así que lo primero que se me viene son mis compañeros Gema Cuéllar, Alberto Alcalá, Irene Nández, Marcos Alonso… Te podría citar a muchísimos, muchísimos… Y por su puesto mi maravillosa Vanesa Martín. También Diana Navarro, Pasión Vega… En fin, son muchos los boquerones a los que admiro.

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