Antes de comenzar el partido en Pamplona surgieron las dudas sobre la alineación que presentaba Flick para jugar contra Osasuna. Con ocho bajas por lesión al técnico alemán se le ocurrió dejar a cinco titulares en el banquillo. Entraron en la la alineación jugadores como Gerard Martín, Sergi Domínguez o Pablo Torre, además de estar en la portería Iñaki Peña.
El Barça regaló dos goles y la primera parte. Pero al señor Flick no se le ocurrió realizar cambios en el descanso. Quizás en el subconsciente pesaban esas siete victorias que habían encumbrado al Barça a un lugar ficticio.
Las rotaciones podrían haberse realizado de manera contraria, primero los titulares y después los suplentes. Flick y su amplio equipo se han dejado llevar por informes, números y resultados médicos, pero el fútbol está muy por encima de la ciencia. Se lo podrían preguntar, por ejemplo, a Lamine Yamal.
No todos los jóvenes son prometedores futbolistas de primer nivel. Gerard Martín, Sergi Domínguez y Héctor Fort no pueden tener cabida en un Barcelona que aspire a ganar una Liga o una Champions. Tampoco valen para rotaciones. Pablo Torre no tiene ritmo, ni nivel, para el primer equipo. Se le añade un portero que ya demostró la pasada campaña que no puede jugar en el Barça.
Flick no habla catalán, no habla español, y entrena al FC Barcelona. Tampoco se ha preocupado de conocer el entorno Barça. Y nadie se lo ha explicado. Estamos ante una predecible derrota después de conocer la alineación, pero si lo del partido de Pamplona lo hubiera firmado Xavi Hernández quizás todo el españolismo y parte del barcelonismo le hubieran buscado un lugar en las hogueras que el fútbol se dedica a encender.