La confirmación de España, Portugal y Marruecos como anfitriones del Mundial de Fútbol 2030 ha situado a Málaga en el foco futbolístico internacional. La ciudad, seleccionada como una de las 11 sedes españolas, enfrenta el reto de adecuar el Estadio La Rosaleda a los exigentes estándares de la FIFA. La magnitud de la inversión necesaria y los ajustados plazos han comenzado a plantear el interrogante sobre si logrará la ciudad estar a punto a tiempo.
El recinto, que actualmente cuenta con una capacidad de 30.000 espectadores, debe aumentar su aforo a al menos 40.000 asientos, además de cumplir con otras exigencias de infraestructura, accesibilidad y sostenibilidad dictadas por la FIFA.
La inversión para modernizar La Rosaleda ronda los 230 millones de euros, una cifra que también convierte a Málaga en una de las ciudades con mayor necesidad de recursos para el Mundial 2030.
La FIFA exige que todos los estadios estén completamente operativos al menos un año antes del inicio del torneo, programado para junio de 2030. Esto significa que las obras en los estadios deben concluir a finales de 2028, dejando margen para pruebas y ajustes. En el caso de Málaga, el inicio de las obras aún no ha sido definido, lo que genera inquietud sobre la posibilidad de cumplir con estos plazos. Por su parte, Sevilla, con un proyecto menos ambicioso, parece tener un camino más despejado hacia la adecuación de su estadio.