Las cloacas del 11-M

La obra del escritor malagueño se presenta este jueves (19:00) en Librería Luces

19 años han pasado desde el 11de marzo de 2004, cuando se produjo el mayor atentado terrorista de Europa Occidental. Y 10 años desde la primera edición de ‘Las cloacas del 11-M’, el libro donde el malagueño Ignacio López Brú desmiente con un trabajo muy minucioso la versión oficial. Ahora la editorial malagueña Última Línea lo reedita revisada y actualizada, con 100 páginas más.

Fue presentado el 24 de febrero en Madrid por el historiador Jesús Palacios, y en las próximas semanas se presentará en Málaga.

¿Qué aportaciones novedosas se incluyen en esta reedición?

El grueso de la obra permanece, pero se han hecho bastantes ampliaciones. En concreto, destacaría algunas manifestaciones del entonces director del CNI, Jorge Dezcallar, una de ellas de capital importancia, y que ocultó en la Comisión de Investigación parlamentaria, lo cual, de por sí, es bastante grave. Y es que la policía aseguró al CNI a las 10 de la mañana del día 11 que había sido ETA porque los análisis del explosivo de las bombas explosionadas era Titadyne. En realidad, que fuera Titadyne no significaba necesariamente que fuera ETA la autora, porque, como el propio Dezcallar manifestó en la Comisión, si era Titadyne no significaba que fuera automáticamente ETA, pero sí que llevaba ‘la firma de ETA’, lo que era tanto como decir que podía ser un atentado de bandera falsa con las señas de identidad de ETA.

Todo esto ocupa una parte muy importante de mi ultimo capítulo sobre las teorías de la autoría —intelectual y material— del 11-M. En ese capítulo analizo también las sensacionalistas declaraciones del comisario Villarejo, que aparte de las chorradas sobre Marruecos y Francia, lanza un misil tremendo a las cloacas de las Fuerzas de Seguridad españolas, sugiriendo que el explosivo (o parte de él) provenía de sus arsenales. Esto sí que es bastante plausible, y puede explicar por qué no se ha querido averiguar por nadie la verdad de los atentados.

En su libro especialmente apunta a desmentir la versión oficial. ¿Pero si esa versión de los hechos considera que es falsa, se atrevería a apuntar a quién puso esas bombas realmente o quiénes fueron los cerebros intelectuales?

Ya he dicho más arriba que no es descartable que fuera un atentado de bandera falsa de ETA, quizás propiciado —o facilitado— por una parte de las cloacas internas del Estado, en un juego de chantajes difícil de explicar en cuatro líneas. Quién fue el impulsor de todo ello. Difícil de averiguar, aunque muchos indicios apuntan a que los enemigos de que España siguiera manteniendo su carácter de nación, es decir, los que querían convertir a España en algo así como una nación de naciones, o una estructura confederal con estados independientes, pero asociados al resto de España para poder succionarla mejor, puedan estar en esa madeja letal. Ahora bien, es probable que alguna estructura superior, quizás externa, pudiera ser.

Ninguno de los encausados y condenados tiene nada que ver con los atentados. Esto de los “moritos”, todos confidentes policiales, fue una tapadera que se buscó para ocultar los verdaderos atentados»

Falta un año para que este atentado prescriba. ¿Considera que queda mucho culpable que ni ha sido citado?

Ninguno de los encausados y condenados tiene nada que ver con los atentados. Esto de los “moritos”, todos confidentes policiales, lo cual es de lo más llamativo, fue una tapadera que se buscó, ex post, para ocultar los verdaderos atentados. Y en esto, aunque a la gente le resulte difícil de creer, participaron fundamentalmente elementos que se podían adscribir a las Fuerzas de Seguridad fieles al PP. Probablemente chantajeadas, y con muchas vergüenzas que ocultar, por motivos que se analizan ampliamente en el libro.

Ningún verdadero culpable de los atentados fue citado ni imputado.

El 23-F fue un golpe de Estado organizado por el CESID. Teóricamente pretendía reconducir y acabar con la deriva secesionista en que estaba inmersa España, y en ello estaba de acuerdo hasta el PSOE y el PCE»

Tiene un apéndice especial sobre el 23F. ¿Qué relación tienen el 23F y el 11M?

El 23-F, como ha demostrado el gran historiador Jesús Palacios, fue un golpe de Estado organizado por el CESID, los servicios secretos de la época. Teóricamente pretendía reconducir y acabar con la deriva secesionista en que estaba inmersa España, y en ello estaba de acuerdo hasta el PSOE y el PCE. Pero el golpe fracasó —yo pienso que adrede por los mismos que lo provocaron—, y el resultado fue que se estigmatizó y neutralizó desde entonces para siempre al Ejército, para impedirle ejercer su cometido constitucional de impedir la ruptura de España (Art. 8º de la Constitución).

El 11-M fue también, muy probablemente, un golpe de Cloacas, y su resultado fue el mismo que el del 23-F: acelerar el proceso de destrucción de España, con la salvedad de que, en este caso, a quien se neutralizó para impedir parar ese proceso, o ‘process’, fue al PP, algo cada vez más evidente —y trágico—, como podemos contemplar con Feijóo.

Usted habla de una hoja de ruta marcada en los días previos al 11M. ¿Cree que hay algún partido que quiera romper esa hoja de ruta realmente?

No me cabe duda de que, una vez neutralizado el PP, si hay un partido que no participa de esa Hoja de Ruta, se piense lo que se piense de él, es Vox.

«España camina hacia un cambio en la Constitución que nos meterá, no en una reforma, sino en un auténtico Reformatorio Constitucional»

Si se continuase con esa hoja de ruta, ¿hacia dónde caminará España?

De todo lo dicho anteriormente creo que está muy claro. Hacia un cambio en la Constitución que nos meterá, no en una Reforma, sino en un auténtico Reformatorio Constitucional, en que el Pueblo español perderá su soberanía, siendo usurpada por un conglomerado de naciones o estados asociados que, además, seguirán teniendo mando en plaza, porque, perdóneseme tan crudas palabras, hay que seguir succionando lo que quede de España.

Quien no vea o entienda que eso es lo que está ocurriendo desde el 11 de marzo de 2004, día sí, día también, pocas cosas va a poder ver o entender.

En nuestras manos, si todavía las tenemos, está evitarlo.

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