«No hay nada de bolivariano en Maduro, es un vulgar tirano»

 

Gabriel Elorriaga Fernández ha sido diputado durante siete legislaturas consecutivas en el Congreso y ha desarrollado una gran labor en la literatura política y el periodismo, con libros tan destacados como ‘La vocación política’ (2008, 7ª ed.), ‘El camino de la concordia’ (2008) o ‘La Diplomacia parlamentaria’ (2004).

Es miembro de la Real Academia de la Historia, de la Academia Belgo-española de Historia y de la Real Academia Hispanoamericana. Con su experiencia, desde la crisis estudiantil de 1956 a la Transición y sus relaciones como presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado, vicepresidente de la Comisión de Defensa del Congreso y la Asamblea Parlamentaria de la OTAN, ha dispuesto de profundos contactos políticos que se reflejan en la apasionante novela que acaba de publicar.

P- Usted ha escrito muchos ensayos pero se estrena como novelista con ‘Dikatapenuria’. ¿Por qué ha elegido el marco del chavismo y el castrismo en su primera novela?

R- Porque es un marco novelesco como lo son las tramas de poder sombrío basado en personalismos mitificados. El chavismo y el castrismo son supervivencias del comunismo que se derrumbó en Europa con la caída del Muro de Berlín pero han encontrado refugio en la tendencia a decorar con apariencias ideológicas las viejas tiranías corruptas americanas.

La literatura ha retratado estas situaciones, desde Valle-Inclán a Vargas Llosa, pero sin referencias a la actualidad, que es la versión populista de estas tiranías, hoy apoyadas por las potencias antiliberales o teocráticas que les ayudan a hacer cosquillas en el fondo del coloso norteamericano que es hoy un coloso cansado.

‘Dikatapenuria’, obra de Gabriel Elorriaga

P- Al escribir esta crítica al régimen venezolano en el contexto de una novela, se puede permitir unas licencias añadidas. ¿Desde el principio hubo un eje La Habana – Caracas?

R- Me permito todo género de licencias porque la novela es una fábula política y no una crónica. Pero es evidente que existe un eje La Habana-Caracas basado en el petróleo vital para Cuba, que es la clave de la suplantación del chavismo de un ayer revolucionario por la tosca dictadura de Nicolás Maduro. A pesar de sus dimensiones, Cuba, por su experiencia, es la pieza principal. Pero hay algo tan torpe en el madurismo que Cuba se preocupa y trata de infundirle un cierto grado de actualización que Maduro es incapaz de desarrollar. Por eso el protagonista de la novela es un hijo de Maduro dudoso y vacilante, al que se trata de utilizar desde Cuba para restar legitimidad a un madurismo sin salida política razonable que empieza a molestar hasta a los cubanos.

El ‘madurismo’ no tiene los perfiles románticos revolucionarios del chavismo. No hay nada de bolivariano en Maduro, es un vulgar tirano

P- Empieza a haber voces ‘puristas’ del chavismo que ven en el ‘madurismo’ una perversión de las ideas originales. Usted deja entrever algo parecido…

R- Existen esas voces porque es evidente que el ‘madurismo’ no tiene los perfiles románticos revolucionarios del chavismo inicial. Por ello es necesario despojar a Maduro de sus falaces referencias a Bolívar o a Chaves. No hay nada de bolivariano en Maduro. Bolívar fue un luchador y un visionario y Maduro es un vulgar Tirano Banderas. En cuanto a Chaves fue una figura de resonancia internacional que, a pesar de su errónea concepción del Estado, ejerció una influencia más allá de su país y es de suponer, por alguno de sus gestos, que de haber vivido más hubiese asumido alguna capacidad de evolución que Maduro es incapaz de desarrollar.

 

Gabriel Elorriaga

P- También hay voces ‘puristas’ opositoras que consideran que el chavismo tiene totalmente cooptada a la oposición. Que incluso algunos líderes simulan una oposición pero que en realidad cobran del régimen.

R- Tengo la impresión de que ese chavismo opositor no es un simulacro sino un desengaño, como el del hijo de Llaves en la novela. Para que se produzca el cambio total que demanda el pueblo venezolano tendrán que tener en cuenta a ese chavismo desengañado.

A cierta izquierda española le atrae el chavismo porque es una izquierda comunista, pertenece al fascismo rojo

P- El chavismo no para de celebrar elecciones, pero sus detractores lo consideran una dictadura. ¿Dónde está ahora Venezuela?

Elecciones como las que celebra Maduro no significan libertad sino continuismo. La diferencia entre las sociedades libres y las tiranías no consiste en que se celebren elecciones controladas desde el poder sino que la sociedad sea básicamente libre y plural, económica y culturalmente, en su vida cotidiana.

P- Hugo Chávez dio un golpe en 1992. Pero alcanzó el poder mediante elecciones. Basó su hegemonía política en el culto a su persona, en una alianza con las fuerzas armadas y en reivindicar figuras del pasado como Simón Bolívar. Demasiadas coincidencias con el fascismo. ¿Por qué, sin embargo, atrae a las izquierdas de España?

R- Hay coincidencias con lo que suele llamarse genéricamente fascismo en cuanto las coincidencias se dan entre comunismo y nacional-socialismo preferentemente. Ambas fueron tiranías ideológicas que se potenciaron en el culto a una personalidad viva o muerta. De ahí que, en mi novela, se fabule sobre el transhumanismo y la congelación de los cuerpos, como símbolos del afán de perpetuarse, aunque sea momificándose, de estos regímenes. A cierta izquierda española esto les atrae porque es una izquierda comunista y, por tanto, pertenece al mundo de lo que llamaríamos el fascismo rojo.

 

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