Son ustedes peor que el coronavirus

En este chat debería hablar de salud, pero es que lo que cuento puede estar relacionado con la salud. De hecho, esta situación ha ocurrido y sigue ocurriendo en algunos centros sanitarios.

Si usted necesita hoy acercarse a una institución pública se encuentra edificios tan grandes como un centro comercial con la persiana bajada. Edificios convertidos en sedes fantasma, supuestamente llenos de funcionarios, que trabajan online con ordenadores en lugar de con personas. Deben estar sobrados porque ahora no los molestamos con nuestras tonterías.

En la puerta, si se abre, le atiende un ‘segurata’. Con muy buena intención, y extralimitándose en sus funciones, hace el trabajo del funcionario que debería estar en la oficina de información. Todo detrás de la persiana o de un parapeto que incluye pantallas, pegatinas rojas en el suelo o cintas entre pilotes de alarma.

En la puerta no le atienden porque no tiene cita. En la puerta no le dan cita. Si llama por teléfono nadie le atiende. Una centralita con voz metálica le indica dónde debe acudir o en qué página web pinchar para que no le atienda nadie. Si entra en internet, una página web de la administración le pedirá un requisito que le niegan en otra página web de otra administración. El bucle perfecto que nunca podrá demostrar. Y los plazos siguen corriendo.

Si consigue una cita le atenderán llamándole por teléfono cuando ‘alguien’ quiera, desde un teléfono al que usted nunca podrá llamar. Igual está usted en ese momento en la otra parte del país o trabajando o conduciendo o haciendo de vientre. Como no tendrá la documentación a mano, no podrá resolver nada, la culpa se la atribuirán a usted y habrá perdido la cita.

El virus ha permitido completar un plan siniestro donde se excusa a ‘nuestras’ autoridades de abandonar a “sus” ciudadanos a su suerte. A usted, la administración le obliga a hacer unos trámites. Pues esos mismos trámites no son atendidos ni solucionados por un galimatías de engordada administración estatal, retorcida en sus propias normativas. Es como el “vuelva usted mañana”, pero digital y tal.

Una conexión digital prematura, forzada, nos ha llevado a la desconexión ciudadano-instituciones. Dependemos de unas aplicaciones informáticas pésimas, escasamente intuitivas, en proceso de desarrollo escaso y lento. Cualquier juego online gratis tiene más potencia y capacidad resolutiva que el mejor de los programas de la administración (a excepción de los de Hacienda). Los juegos online tienen un interés particular y, por lo mismo, un apoyo técnico informático brutal. Los programas de la administración no tienen ningún interés porque nadie se interesa por el ciudadano salvo para arrancarle un voto.

Y no digo nada si quien necesita la ayuda de la administración es una persona mayor o alguien con precariedad digital. Hoy no eres nadie, insisto NADIE, si no tienes un teléfono supuestamente inteligente. Se cita en el móvil, se firma con el móvil, …, el móvil tiene más poder que el DNI.

Le voy a dar un consejo y no se lo cobro.

Acérquese al organismo oficial que precise, espere pacientemente a que le atienda el segurata y diga que viene a poner una hoja de reclamación por escrito. Están obligados a hacerlo. Lleve el texto ya pensado y escrito, además de un bolígrafo para transcribirlo. Si no le sacan la hoja de reclamación, pida al mismo segurata que llame a la policía nacional (también está obligado) y sonría de manera reiterada mientras espera. Le atenderán pronto y bien.

En reconocimiento a la atención recibida de la vigilante de seguridad y de la funcionaria que salieron a la calle a atenderme amablemente.

Feliz verano del 2021.

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