'El baño' de Francisco Iturrino. (Foto: Álex Zea)

Los museos se hacen a fuego lento

Lourdes Moreno, directora artística en Museo Carmen Thyssen Málaga, fue directora gerente en la Fundación Pablo Ruiz Picasso-Casa Natal entre 2006-2011, y desde casi 11 años timonea la pinacoteca en la que ha comisariado diversas exposiciones de éxito. Ha coordinado también el catálogo razonado de la obra gráfica de la Colección de la Fundación Pablo Ruiz Picasso 1988-2007, y la coordinación científica del Catálogo de la Colección del Museo Carmen Thyssen Málaga, Fundación Palacio Villalón. El joyero con preciadas piezas de Iturrino. Madrazo, Moreno Carbonero, Martínez Cubell, Vázquez Díaz, Sorolla, Muñoz Degrain, Pérez Villamil.

Actualmente el Museo Carmen Thyssen tiene abiertas las exposiciones ‘Realismos. Nuevas figuraciones’ y ‘Negra es la noche’ hasta el 25 de septiembre. Dos universos plásticos que combinan la poética turbadora, de realismo crítico, sensualidad sombría e investigación pictórica con hermosas obras de Dalí, de Miró, de Vázquez Díaz y también de Manolo Hugué, Ángel López-Obrero y Pepe Bruna entre otros nombres que abordan la feminidad, la ternura, la polifonía del paisaje entre la geometría y la ensoñación, y por otro lado los rostros de la supervivencia de Solana y el dandismo noir de Francisco Bores, el mago de los deseos de noche.

¿Qué criterio se utiliza en la creación de las exposiciones temporales?

Partimos siempre del eje temático y estilístico de nuestra colección permanente que nos permite crear una narrativa expositiva atractiva para el visitante. En el caso de Realismos supone el gran mosaico de artistas de la época, menos conocidos en su mayoría por la proyección de contemporáneos como Picasso pero que ofrecen una visión de estudio académico de ese período del arte español. Una propuesta reforzada por la obra de Bores, Cossío y de Solana de quién la colección alberga ‘Coristas’ una de las piezas más importantes, y que aportan una mirada personal muy poderosa, versátil y de mucho peso estético.

Los museos tienen la obligación de reconstruir los períodos de Historia a los que se dedican, y de darles luz”

Nuestra colección tiene una narrativa de la que una parte, como el costumbrismo, no aparece entre los nombres más conocidos y sin embargo ese relato de interés antropológico muestra un gran friso de lo que fuimos, incluso de lo que somos por lo que fuimos. Esta es una labor de los museos que son las instituciones que trabajan con la memoria cultural.

‘Marie Thèrése durmiendo’, cuadro de Julio González. Exposición ‘Realismos’

En el diálogo entre colección y temporales ¿qué prima más, ofrecer un caleidoscopio de autores de una misma temática o miradas que se complementen?

Con ‘Realismos’ hemos coincidido en el museo en que si la baronesa hubiera seguido coleccionando, ‘Realismos’ hubiese sido la continuación histórica de la colección permanente, pero la colección es la que es y lo importante es que nos da el sentido y la acotación de cuál es el período y la historia desde los que tenemos que partir. Luego hay tantos relatos como autores y cuadros que son ventanas abiertas al mundo. Con las temporales ofrecemos esos caminos y también los completamos.

Hay tantos relatos como autores y cuadros que son ventanas abiertas al mundo”

Detalle de ‘Julia’ de Ramón Casas

¿Educar la mirada es el objetivo principal del museo?

Esta idea la llevamos en el ADN del museo. Cuando plantemos un relato sobre el que trabajar con un largo listado de temas a veces se impone un criterio de actualidad pero igualmente valoramos mucho ese sentido didáctico que tiene en cuenta como dialoga cada cuadro con su compañero de pared. Hay veces que sabemos cómo funcionan por la iconografía, por la gama cromática, por la época, por la paleta, y otras es en el montaje donde se produce la sorpresa.

El montaje representa esa buena comunicación, casi coreográfica o de dirección de orquesta. ¿Cuáles deben ser sus claves?

Sí que hay algo de eso, de ver cómo las obras van a funcionar en su conjunto y no en su individualidad, igual que diferentes instrumentos con su propia música pero capaces de hablarse entre sí para crear una gran partitura. Una buena exposición debe tener una narrativa interesante y un relato pictórico bien construido. Debe tener una buena selección de cuadros que expresen una mirada sobre esa historia y una capacidad de poner en escena lo que quieres contar. También es primordial el catálogo que es lo que va a quedar después. Nosotros hacemos el montaje con un programa que nos permite ver la disposición, y pocas veces hemos hecho cambios sobre ese guion visual establecido. No se pueden olvidar tampoco los textos de sala, el diseño de la grafía de ese texto. Todo es importante.

Una buena exposición debe tener un relato pictórico bien construido, una buena selección de cuadros que expresen una mirada sobre esa historia y capacidad de poner en escena lo que quieres contar”

Panorámica de la exposición ‘Perversidad. Mujeres fatales en el arte moderno’

¿Hay siempre un corazón pictórico que representa la exposición?

Siempre hay varios que lo son, y son los que sostienen el brillo, el éxito de la muestra. Hay obras que a un autor le sale redonda, muy inspirada, con una técnica excepcional y que se convierte en el símbolo de la exposición, y la escogemos para que sea la imagen del cartel.

No siempre el cartel es el mejor cuadro que define la poética de la exposición.

Es cierto, hay obras que comunican muy bien en sala y sin embargo no sirven para transmitir en un espacio interior esa poética con la que atraer al público. Hay que pensar que la imagen va a estar en un entorno urbano, con otra iluminación y que no puede desaparecer. La misión de esa obra tiene que funcionar igual de bien como portada de catálogo, colgada de un árbol o en la marquesina de una parada de autobús. Se buscan obras con ese protagonismo urbano y que sin embargo no poseen esa misma fuerza en la atmósfera de una sala.

Lourdes Moreno y Guillermo Busutil conversan delante del cuadro ‘Mujer de rojo’ de Vázquez Díaz (Foto: Álex Zea)

El Museo Carmen Thyssen es una colección de costumbres, acontecimientos, miradas sobre lo andaluz y lo español. ¿La identidad española como espejo para el visitante nacional y como Historia del arte para el extranjero?

Uno de los aciertos de la baronesa es haber creído y apostado por una pintura que no habitaba tanto los grandes museos nacionales. En casi todos los museos provinciales de Bellas Artes existen cuadros que se habían presentado a los premios de la Academia, grandilocuentes, de formato generoso, de temática histórica que era la más valorada del momento, vinculada al retrato de una burguesía incipiente. Nuestra colección es la que pudo habitar las casas de esa burguesía. Una pintura que sí estaba de forma esporádica en los museos pero no en su conjunto. Ese es el valor de la mirada y la pasión de la colección, y la singularidad del museo que permite comprender nuestras costumbres, como surgen nuestros hábitos y entender que hizo de España un país sorprendente en el siglo XIX.

Nuestra colección es la que pudo habitar las casas de esa burguesía. Ese es el valor de la mirada y la pasión de la colección, y la singularidad del museo”

Continúa siendo una pintura que continúa reflejando la moral, la estética, el espíritu español.

Sí que lo hace, y a veces te gusta más o te gusta menos el reflejo. España es un país de grandes contrastes, somos capaces de lo tenebroso y de lo luminoso, de lo más dramático y de lo más lúdico. De una pasión extrema que también se ve en nuestro paisaje tan heterogéneo. Y esto está presente en la colección.

‘Mediterráneo. Una Arcadia reinventada. De Signac a Picasso’ de Joaquín Sunyer

Volvamos a las exposiciones temporales y a esas miradas entre las que podríamos recordar ‘Mediterráneo’, ‘María Blanchard’ o ‘Días de verano’. De Sorolla a Hopper. ¿Son un discurso de autor?

De alguna manera está siempre presente la mirada del director o directora de los museos que a partir de lo que marcan las fronteras de sus fondos construye un discurso de relaciones estéticas, versiones de los temas, y que fomente la transversalidad del museo mediante sus actividades, que sea una museo abierto que comunique pensando en la diversidad, en distintos tipos de público, todo lo que define la personalidad del museo. Unos la tienen más decidida, y otros más atemperada.

¿Qué papel desempeña en el ecosistema de los museos Málaga: Picasso, Pompidou, Museo Ruso?

El Museo Carmen Thyssen es el que mejor ha conectado con el público malagueño. Incluso su asentamiento en su zona del centro de la ciudad es el ejemplo más sobresaliente de renovación de una parte del casco histórico, revitalizando su comercio tradicional. Y mirando los presupuestos con los que contamos y lo que se ofrece a la ciudad es el museo más equilibrado y que mejor sabe aprovechar sus recursos.

Los museos, al igual que la buena cocina, se hacen a fuego lento”

Fachada Museo Thyssen Málaga

¿Qué deben darle los museos a una ciudad?

Los museos contribuyen a darle mayor conocimiento a una sociedad, a hacerla más permeable, a que se relacionen con el arte como un hábito y en cierto modo retroalimenten el espacio urbano que ocupan. Pero hay que pensar que los museos no somos hadas con el poder de una varita para transformarlo todo. A veces en esta sociedad donde todo se hace, se piensa y se vive rápido, es importante detenerse a pensar. Los museos, al igual que la buena cocina, se hacen a fuego lento.

Ahora que dice eso me recuerda que Borja-Villar insiste desde hace tiempo en cambiar la idea de visitar las exposiciones por habitar la exposición proponiendo un tiempo más lento, más íntimo.

Hay un punto en que la propia seguridad y conservación de la obra de arte te limita, pero hoy día todos los museos potencian y facilitan esa habitabilidad relativizada porque no puedes tener una multitud en la sala. Los museos han evolucionado y se han convertido en espacios donde se produce música, danza, literatura, cine, en los que el público es interpelado para que participe. Gozan de muy buena salud.

Stefan Draschan fotografía a visitantes de museos en su serie ‘Personas’ que combinan obras de arte, y éstas más que habitar son consumidores de un instante fugaz. ¿Es necesario enseñarle a la gente cómo habitar un cuadro?

La verdad es que la acelerada sociedad de hoy y el exceso de información que maneja una persona normal han provocado que la profundidad se haya despreciado en beneficio de la superficialidad y antes de contemplar una obra de arte y pensar qué sensación te produce, qué es lo que sientes, cómo ha manejado ese autor el enfoque de lo que te está contando, se prefiere la mirada rápida que no valora ni reflexiona.

Una banalidad que también es un producto de nuestra época. Creo que ciertos museos por el valor icónico de sus colecciones deberían intentar solucionar este acontecimiento mediático que se produce, porque una obra de arte es mucho más que ese Yo estuve aquí. Hay que procurar que el público aprenda a detenerse, a mirar, a preguntarse, porque el resto es navegar por el mundo pero nunca sumergirte en el agua. También es verdad que hay un público fiel a las exposiciones, interesado por actividades y que te hacen ver que la parte sensorial del ser humano está presente.

La profundidad se ha despreciado en beneficio de la superficialidad y antes de contemplar una obra de arte y pensar qué sensación te produce, cómo ha manejado ese autor el enfoque de lo que te está contando, se prefiere la mirada rápida que no reflexiona”

Taller de acuarela de Daniel Parra

Otro de los retos es conseguir que el público joven entre en los museos, pero no cómo lo hace en ese botellón cultural que es ‘La noche en blanco’. Un reto en el que están inmersos todos los museos porque la edad media de público es alta. ¿Cuál es la fórmula?

La edad media del visitante de museos en España es mujer y está en torno a los 55 y 65 años. Actualmente tenemos una generación de personas jubiladas que están fantásticas, con mucha curiosidad o formación cultural, más tiempo libre. A los jóvenes hay que proponerles temáticas que les interesen y sobre todo que sean participativas y puedan hacerlas suyas. Es lo que más les atrae, hacer suyos los espacios. Hemos propuestos ciclos de teatro de pequeño formato que este año ha batido record de proyectos presentados, el ciclo de poesía ‘Costumbre’ con el que hemos dado voz a jóvenes poetas, muy ilusionados en su voluntad de apropiarse de una parcela donde también tiene cabida la danza, la performance. Aun así es complicado porque a esa edad la propia vitalidad de la vida los hace más dispersos y los lleva a otros intereses y espacios, y el mundo del museo no es tan prioritario.

Performance ‘Deseo luego existo’ de Jana Pacheco

¿Cree usted que esa gente joven piensa que los museos se parecen, como está ocurriendo con las ciudades?

Los museos tradicionales son muy distintos, en todo caso tendrían más parecido los centros de arte contemporáneo porque la mayoría son productos de una época. Los museos los albergan edificios singulares de la ciudad, colecciones muy diferentes. Las ciudades en lo que más se parecen es en lo contemporáneo y su diversidad se halla en el pasado: su esplendor del barroco, del siglo XIX, la mediterraneidad, ese pasado que han sabido mantener es lo que le confiere la personalidad a las ciudades. Y los museos también responden a ese mismo carácter.

El pasado que han sabido mantener es lo que le confiere la personalidad a las ciudades. Y los museos también responden a ese mismo carácter”

El próximo mes Santander alberga un congreso sobre el papel de los museos: ¿Para quién? ¿Museos cómo?

Es importante esa inquietud porque los museos deben estar atento a su tiempo, a sus exigencias y sus cambios. Yo diría museos para todos y el cómo es enriqueciendo su personalidad, ese es el reto de cada museo.

LA PINACOTECA ROJO TIÉPOLO

Un cuadro entre todos los cuadros: ‘Coristas’ de Gutiérrez Solana

Una pintora: María Blanchard, Maruja Mallo.

Un pintor: Picasso.

Su movimiento estético: el cubismo.

Una estética con la que debatiría: el racionalismo.

Un cuadro para recuperar la emoción: ‘Rocas de Jávea’ de Sorolla.

Un museo al que volver y volver: el Prado.

Un color con el que despedirse: el azul en sus diferentes gamas.

Un cuadro para quedarse dentro: ‘La bahía de Palma’ de Muñoz Degrain.

Lourdes Moreno posando junto a ‘La bahía de Palma’ (Foto: Álex Zea)

Qué buen lugar para descansar dentro de la cultura de un paisaje, de una luz y una bahía abierta, limpia, en la que soñar la libertad de cualquier horizonte.

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