Adiós, Zorrilla

El portavoz de Adelante Málaga ha renunciado a su acta de concejal para volver a ejercer de abogado

La semana pasada nos levantamos con la sorpresa de la dimisión de Eduardo Zorrilla al frente de la coalición Adelante Málaga en el Ayuntamiento de Málaga aduciendo motivos profesionales. Para quienes pensamos que los políticos deberían estar un máximo de 8 o 12 años en cargos públicos (orgánicos o institucionales) es una buena noticia que alguien no se apoltrone para siempre en su ‘escaño’.

De Zorrilla querría destacar su talante. Tuve la suerte de compartir con él casi cuatro años como compañero en el consistorio municipal. Sus propuestas muchas veces tenían la misma radicalidad que las que presentaba Málaga Ahora, pero el talente siempre fue otro.

Yo, que desde el minuto uno fui calificado de ‘verso suelto’, no es de extrañar que le felicitara el día de la investidura del alcalde Francisco de la Torre, en 2015. Le dije escuetamente, “tu discurso ha sido el mejor”. Seguramente para acercarme y decirle eso me influyeron especialmente dos discursos más.

Uno de ellos el de la portavoz de Málaga Ahora, Isabel Torralbo, fue encendido, muy fuera de lugar en una ceremonia como en la que estábamos. El otro el de mi por entonces compañeros Juan Cassá. De esas intervenciones que llamo a lo Cyrano de Bergerac, porque se limitan a recitar lo que otro le ha preparado. Pero lo verbaliza sin entender nada de lo que dice. Ahí fue la primera vez —pero no la última— que pasé mucha vergüenza ajena. Y me pregunté si era consciente de dónde me había metido. Quizá se me notara demasiado, porque fue ya por esas fechas prácticamente cuando empezó mi aislamiento en el grupo municipal.

Zorrilla en cambio dio un discurso impecable. Respetuoso. De izquierdas pero sabiendo que no era el momento de lanzar puñales contra la derecha.

Eduardo Zorrilla, en un acto de Izquierda Unida

Con Izquierda Unida he tenido más desencuentros que encuentros en cuanto al número de mociones. Algunos de esos desencuentros ‘por imperativo legal’, después de una pelea con mis compañeros tratando de hacerles ver del sentido de la propuesta de IU, por muy comunista que fuera. Pero como las reuniones para discutir las mociones en el seno del grupo naranja enseguida empezaron a brillar por su ausencia solo me quedaban tres alternativas:

– Votar con la nariz tapada lo que me decían mis ‘compañeros’ minutos antes de iniciarse el pleno.

– Salirme del pleno en el momento de la votación bajo alguna excusa absurda, como cuando a propuesta precisamente de IU se pidió que no se demoliera La Mundial. Ese día además faltaba Cassá y mi ausencia justo en el momento de la votación dio el triunfo a la moción de IU, pero como desgraciadamente las mociones solo tienen carácter de intención política, el alcalde siguió adelante con el atropello.

– Romper disciplina de voto: acción que parece que en España solo se contempla para cuando se atenta contra la moral del político, y esto se entiende solo en el caso del aborto. Yo la rompí ante una propuesta del PSOE sobre el funcionamiento del CAC como chiringuito particular de Fernando Francés. Y lo hice, como dije, por ética. Por supuesto ahí estaba también IU apoyando.

Eduardo Zorrilla es posiblemente el adversario político al que más he respetado en estos cuatro años. Un profesor mío (bastante progresista) nos decía que era muy difícil enzarzarse con quien no da gritos. Y ese aire pausado del que ha sido portavoz de IU en el consistorio malagueño era lo que nos impedía a todos sus adversarios enzarzarnos con él. Su oposición a la política del PP (compartida en buena medida por Cs, y cada vez más) ha sido siempre tan férrea como exquisita.

Eduardo Zorrilla, en el Ayuntamiento de Málaga

Como decía al principio, me alegro mucho cuando un político sabe poner fin a su carrera política. Lo lamentable es que estos pasos los den siempre los mejores. Y es que como son mejores tienen a donde ir. Ya ocurrió lo mismo con otro comunista, al que también he admirado muchísimo como político —desde la distancia, y también a veces desde distancias mucho más cortas como él mismo señala—, Pedro Moreno Brenes. Por cierto, al que recientemente se le ha impedido venir al Ayuntamiento como secretario. Qué lástima no poder contar con él para controlar al gobierno municipal.

Pero a la vez siento amargura con la marcha de Zorrilla porque se va alguien con unas características que ya me gustaría que las tuvieran más políticos en tiempos tan crispados. Y pienso que además ahora es la izquierda la que necesita más a estos moderados en el lenguaje, aunque puedan perseguir los mismos sueños radicales que otros. El estilo es importante, y el de Zorrilla es impecable.

Gonzalo Sichar es doctor en Antropología y licenciado en Económicas. Delegado en Andalucía de HAC Global y Profesor de Antropología en la UNED.

 

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