Fotos de Marta Neroj

Antonio Durán, un detective de libros antiguos

No tiene libro de familia en la tradición de las letras príncipes. Nunca fue miembro de El Club Dumas ni es un pirata al abordaje de bibliotecas de fortunas que hacen aguas. Antonio Durán tiene ADN de fotógrafo con mirada estética y fue el creador de Artimoda. El éxito de un evento de 1989, inaugurado por el presidente Borbolla de la Junta, con el que intentó que Málaga fuese capital del diseño y del tejido de Andalucía, que se mimase desde abajo la creación de lápiz y de aguja. Sucedió que los políticos no atendieron al que sabía, apostaron por inversiones menores y otros perfiles, y él puso rumbo a otros mares hasta desembarcar en Isla Negra, donde los libros tienen alma, mucho arte, y no pasan de moda.

¿Isla Negra por qué los libros antiguos son mascarones de proa?

Cuando leí ‘Las cosas’ de Neruda me identifiqué mucho con el escritor, tan loco como yo, pensaba al leerlo, y a abrir mi primera tienda piloto terminé escogiendo el nombre de Isla Negra porque en ella Neruda tenía todo lo que tuviese que ver con el arte, y eso mismo es lo que yo pretendía.

Estantería de pergaminos del siglo XVI, ‘Arte de Brujeria’ de B. de Sandoval 1836 y escultura de C. García Muela de 1979

El arte con el que tiene un lejano vínculo a través de la fotografía.

Yo empecé trabajando para una revista de música y luego haciendo catálogos de arte. Un cliente que había firmado un acuerdo con el Museo del Prado me contrató para fotografiar tres mil y pico de obras de la pinacoteca. Fue un año y medio de trabajo, relacionándome con marchantes, restauradores y editores como Casariego padre, que me hablaba de sus charlas con Picasso.

Fotografiar arte me enseñó a meterme dentro de los cuadros, a disfrutar de texturas, de la pincelada, a verlo casi como un tasador”.

Años después mi estética cambió y dejé de lado la pintura del XIX que mudé de las paredes de mi casa para coleccionar vanguardia y contemporáneo con obras de Chillida, de Tápies, de Barceló. Y ese espíritu estético es el que he intentado que sea la atmósfera de Isla Negra, un reflejo de lo que soy.

¿A qué cuadro le costó más retratarle el alma?

A ‘El Paraíso’ de Tintoretto, un cuadro de más de cinco metros, sin ángulo ninguno y que tuve que iluminar apagando todas las luces y con un equipo de Broncolor. Fue un reto y un placer trabajar a solas con el cuadro y estudiarlo en sus detalles a través de la cámara.

Detalle de un vidrio de Murano

¿Porqué casi todos los establecimientos como el suyo parecen una escenografía?

Es inevitable. La propia antigüedad de los libros, con sus cubiertas de cuero, los cortes dorados, si en los bordes asoman barbas, su encuadernación, su perfección artesanal, los grabados, los objetos, transmiten una atmósfera de historias pasadas que llaman la atención. Es emocionante tener en las manos un legajo con cartas firmadas por el Gran Capitán de su puño y letra, casi ilegibles para un paleógrafo, otras por un escribano pero firmadas con su sello de aguas, o las de María Manrique, una mujer culta que administraba sus bienes. O una carta de Juana la Loca.

Tener estos documentos antiguos en tus manos te traslada a otra época, a un momento, a un lugar, a la vida de sus autores”

¿Cómo llega a este oficio de tiempos?

Siempre me han gustado los libros antiguos, comprarlos sueltos, adquirir una biblioteca o un archivo entero. Pero como el dinero no es infinito, no tengo sentido de la propiedad y pienso que un tesoro guardado en una caja fuerte no tiene sentido, porque su destino es circular y que lo vea la gente, entonces vendo. Una vez tuve un incunable de 1485 ‘Los seis libros de Séneca’ y lo vendí a un coleccionista. Esa mezcla de búsqueda, emoción y negocio es el espíritu del oficio.

Obras de Ortega y Gasset

¿Son las bibliotecas particulares que se quedan huérfanas de su dueño, islas del tesoro?

Sin duda. Las bibliotecas son la autobiografía de su autor. Sin conocer nada acerca suya puedes escribir una historia sobre el autor de esa biblioteca, a través del hilo conductor de sus libros. En una buena biblioteca casi siempre hay un tesoro, de mayor o menor valor, aunque la mayoría contienen muchos títulos de lectura de formación, ficciones o ensayos para documentar alguna de esas lecturas.

Su oficio tiene algo de detective, averiguar quién fue el dueño de ese volumen o legajo, por dónde ha pasado o por qué tiene una herida.

Totalmente. Una vez compré un libro de pergamino de 1500 y al abrirlo encontré tachones, hojas arrancadas, medias hojas, y entonces investigué en la Biblioteca Nacional y descubrí que aquel libro había sido expurgado por la Inquisición, incluso al final estaba autentificado por la firma de los tres inquisidores, y que las hojas que faltaban aludían al Rey y a la Iglesia, las dos causas por las que actuaba la censura. Esas huellas son su valor añadido.

Los libros antiguos casi siempre tienen una herida, algún secreto, una pista que te lleva a otro sitio y a un hallazgo”.

Almanaques náuticos

¿Cuáles son las peores heridas: la polilla, la camisa rota?

En una ocasión visité en los montes una casa colonial que se había construido un aristócrata con una fabulosa biblioteca orientada al norte donde siempre goza la humedad, y cuando abrí algunos de sus libros se desvanecieron entre mis manos. La carcoma es el peor enemigo del libro, un bicho tosco que lo mismo devora celulosa que cuero, pergamino, madera, hasta las letras.

¿Y la luz que los tuesta y desgasta?

El tostado es por la mala calidad del papel de impresión. El desgaste de la luz forma parte de la historia y del encanto de la piel antigua de los libros. Ese rojo que se convierte en marrón, los verdes que se quedan ajados, tiene cierta belleza. A veces es necesario restaurarlos pero lo que no se debe hacer es reencuadernarlos porque le estás quitando el aura de la huella del tiempo.

¿Tienen memoria los libros?

Tienen la memoria de las manos por las que han pasado y te cuentan mucho sobre sus dueños. En Isla Negra un día explicamos un libro a través de lo que tenía dentro: una estampita guardada, una frase y un párrafo subrayados,  las anotaciones en los márgenes. Anotaciones que a veces también encuentras en libros de mil quinientos y pico, y te despiertan la curiosidad, ganas de saber más de su lector.

Son las huellas de una lectura íntima y es como una sombra sobre la personalidad del autor al que puedes convertir en personaje” 

Libros antiguos del siglo XVIII. Estantería de Teatro y de Málaga

¿Las librerías de antiguo son bibliotecas de objetos perdidos?

Una vez conocí a una persona que había comprado por un euro en el rastro de Torremolinos un libro sin cubierta, tirado en el suelo, y que era de José María Hinojosa y estaba dedicado. Se lo compré por mil y lo vendí después por muchísimo más. Hay libros importantes o buenos que mueren sin que nos enteremos, debido a muchas circunstancias que lo han llevado al suelo de un rastro o a lugares a los que poca gente acude. En otra ocasión estuve en la biblioteca de un célebre abogado, cuyo antepasado había llegado a tener cuatro baronías y en cuya biblioteca atesoraba la Historia de su familia del Reino de Aragón desde el principio, con cartas del rey, documentos de guerra y me contó que iba a donarla a una Fundación donde muy pocos acudirán a conocer o emocionarse con el valor de ese legado, porque no quería que sus hijos la vendieran en despieces.

¿El valor de los libros es el tema que contienen?

Por supuesto, y eso es lo que más trabajo da a la hora de valorarlo, sobre todo a mí que trato de ser justo en el precio y en hacerlo asequible al comprador. Hay libros de los que no encuentras referencias y es difícil hacer como mi amigo Antonio Mateos, tercera generación de libreros y número 1, que enseguida lo tasa. Lo normal es valorar su contenido, la época, que existan pocos ejemplares, el estado de conservación, el papel. Una vez vendí un Quijote de 1780 editado por Ibarra, que era una maravilla y que hoy llegará a los diez mil euros.

Observatorio sobre El Pulso de Francisco Solano de Luque 1787

¿Qué diferencia hay entre los antiguos y los denominados raros?

Son raros porque se hizo una tirada muy corta o porque la mayoría desapareció o por el contenido del que hablamos antes. Hace poco nuestro paleógrafo, Iván Muñoz, descubrió en nuestros archivos un documento que era el pleito de una abadesa de Sevilla, descendiente de Guzmán el Bueno que llevaba unas tierras como dote para entrar en el convento y que un noble le arrebató. El documento contiene la demanda con las pruebas, la defensa y el fallo de 1492 cuyo valor añadido es que el tribunal lo presidían los Reyes Católicos.

Un libro raro que tuve en mis manos y no pude comprar fue un ejemplar de ‘Impresiones y paisajes’ de García Lorca, publicado en 1921 y del que él mismo quemó la mayoría de la edición”.

Apenas se vendieron ejemplares de la edición de este libro en prosa, Lorca se cabreó y tomó aquella decisión. Hay otras veces que el negocio se da mejor y compras para vender  bien una primera edición de’Libro de poemas’ de 1921 y otras dos primeras ediciones de José María Hinojosa, ‘Sangre en libertad’ y ‘Poesía de perfil’.

Ahora que habla de autores del 27, su librería va a participar en octubre en la celebración del centenario de Emilio Prados.

Tenemos un cliente amigo, Miguel Polaino, enamorado del 27, que viaja mucho a México a comprar y que en uno de sus recientes viajes pagó la limpieza de las tumbas abandonadas de Cernuda y de Prados, al que pusimos en contacto con el Centro Andaluz de las Letras para que sea conferenciante, y al mismo tiempo ofrecimos para la exposición que se hará en el Palacio Episcopal cuarenta primeras ediciones de las que han escogido algunas, y con el resto en Isla Negra también haremos otra exposición.

Detalle de The Botanical Magazine or Flower Garden Displayed de W. Curtis de 1787

¿Qué es para usted el aura de un libro?

Iván Muñoz descubrió en nuestros archivos unas cartas de los Condes de Ureña y me llamó mucho la atención la rúbrica negra y de poderoso trazo de los dos.  Otras veces es la caligrafía preciosa de mil cuatrocientos, aunque no entiendas lo que dice.

El aura de un libro o de un documento es el dibujo de la letra, y el trazo de la rúbrica, si la tiene”.

¿Qué debe tener un buen catalogador de libros?

Conocimiento, intuición, capacidad de investigar con paciencia y saber comprar y vender. El cliente que me encargó el libro ‘Todo El Prado’ me trajo una vez para que lo fotografiase un cuadro de Goya que había comprado por un millón de pesetas y en el que invirtió tres más en autentificarlo, restaurarlo y en publicarlo en catálogos especializados, un proceso que es el que me gusta de este oficio, y que terminó vendiendo en 200 millones.

¿Y un buen cazador de libros?

Un buen cazador de libros debe tener olfato para rastrear, para evaluar con una mirada por encima al lomo de un libro o a su interior que se trata de algo valioso, y saber ver las joyas que están a la vista y la mayoría no ve. Una vez tuve un corredor de libros que era excelente en esa labor.

¿Cuál ha sido su mayor conquista?

Un cuadro de un artista vienés con una firma difícil de entender y que compré en un lote y que tuve a la venta por 400 euros. Un día Marta Neroj, persona fundamental de mi equipo en relación al arte y a la librería, descubrió que nos habíamos equivocado en una de las complicadas letras del apellido, investigamos y lo movimos en el mercado. Una importante casa de subastas nos respondió que no alcanzaba los tres mil euros mínimos de salida, justo cuando días antes lo habíamos vendido a una galería de Viena por siete veces más porque era un pintor cotizado.

Antonio Durán conversando con GB

Uno tiene la sensación que todas las librerías de novedades son iguales frente al misterioso de las antiguas, en las que incluso el librero parece un personaje literario.

La verdad es que las librerías modernas, exceptuando algunas maravillas, están muy estandarizadas y en cambio nosotros mezclamos el libro con la obra de arte, el vidrio, el outlet.

El atractivo de las librerías de antiguo es que tienen libros con recuerdos, que han sobrevivido a circunstancias difíciles, y generan intriga sobre lo que te puedes encontrar dentro”.

Incluso viendo al propietario puedes imaginarte lo que quizás encuentres en sus estantes.

 ¿Por qué en las Ferias del Libro se suele excluir el libro antiguo?

No comprendo que en una ciudad con tan pocas librerías como Málaga no se le dé cabida al libro antiguo en un evento conjunto, y nos infravaloren o ignoren, cuando además todos los años La Térmica nos invita a su Noches de los libros.

El libro como objeto de arte es lo que por otra parte ofrece Isla Negra con una exposición que acaba de inaugurar.

Sí, comisariada por Mónica López, gestora cultural de Isla Negra en la que han tomado parte también Marta Neroj, experta librera y en arte, y Alba Romero con el cartel. Siempre me ha gustado montar equipos de profesionales que sepan mucho de lo suyo, y crear un ambiente humano de compañerismo, con talento y un objetivo común. Ellas son las artífices de Deconstruction For Creation que estará en la librería hasta el dos de octubre.

Lettres de Mon Moulin 2010. Libro Intervenido de Cayetano Romero

Piezas escultóricas de un ángel, un Minotauro, de personajes y reflejos del propio lector con los que Cayetano Romero propone una metamorfosis pirandelliana del libro, de las letras impresas que cobran cuerpo y se sublevan de la página despertándose en voces que andan, que nos mira, a punto de salirse del libro.  Hay también un Manifiesto contra las palabras de Furst_Ori y la instalación interactiva de un diccionario y una trituradora de papel. Pedro Zamora propone un collage mural de conciencias que se suman a la denuncia de un NO a la sociedad del espectáculo. Y Esperanza Gómez Carrera recrea una obra surrealista de libros intervenidos, y de manos del deseo agitadas en una hoguera seca de pasiones sensuales en libros de fotografía.

Biblioteca de autor
  • La primera edición de El Quijote. Y también de las obras de Quevedo, de Lope, de todo el Siglo de Oro.
  • Las primeras ediciones de los poetas de la Generación del 27. Me maravilla ese movimiento único de poetas y de pintores, del que seguimos sin saber del todo qué motivó que surgiese, ni cuál fue su verdadero vínculo.
  • La obra completa de Salvador Rueda, que está infravalorado. Sus libros apenas valen dinero y me da pena porque es un poeta importante al que habría que hacerle justicia poética.
  • Y del arte reivindico que Málaga tenga un Museo Francisco Peinado. Tiene la obra suficiente, él pinta sin cesar por necesidad, y la categoría de sobra como para que se ponga en valor su talento. Y lo mismo pasa con Brinkmann.

¿Cómo debe salir un visitante de Isla Negra?

Con el tesoro que ha venido a buscar en la mano, y con el deseo de volver.

Guantes de lectura de El extranjero de Baudelaire, edición Francisco Cumpián, Árbol de Poe

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