Bildu no es ETA

La inclusión en listas municipales de 7 miembros de ETA sentenciados como asesinos (además de muchos otros terroristas sin probarse su implicación en asesinatos pero que van en las listas) ha quitado la venda de los ojos a mucho buenista.

ETA no pone todos los huevos en la misma cesta»

Desde luego que Bildu no es ETA. El entramado etarra siempre ha sido muy complejo como para poner todos los huevos de la serpiente en una misma cesta. Por no ser, ni siquiera Bildu es Bildu, sino EH Bildu.

Bildu —‘Reunir(se)’, traducido al español— fue una coalición electoral conformada por los partidos políticos Eusko Alkartasuna (EA) y Alternatiba (escisión de Izquierda Unida), las agrupaciones Herritarron Garaia y Araba Bai, e ‘independientes’ de la izquierda abertzale, muchos de ellos anteriormente en listas de Herri Batasuna (HB) por lo que su independencia está más que entredicho.

Ante la ilegalización de Batasuna la izquierda independentista se agrupó para concurrir a las elecciones locales de 2011. Fue muy controvertida la aprobación definitiva de la candidatura de Bildu, que el Tribual Supremo había desestimado pero que el Tribunal Constitucional dio el «sí puede».

Ya como EH Bildu tuvo su presentación pública el 10 de junio de 2012 en San Sebastián. En aquellas autonómicas presentó como cabeza de cartel a la escritora euskalduna y profesora de la Universidad del País Vasco Laura Mintegi. La imagen que se trataba de proyectar era la de alguien moderado dentro de la izquierda abertzale y así dar la impresión de renovación. Pero Mintegi ya figuró en las listas de Amaiur en las generales de 2011 al Senado por Vizcaya y, lo que es peor, en las de HB en las europeas de 1987 y de 1989.

La lista además estaba trufada de legendarios dirigentes de los peores tiempos del terrorismo, como Jone Goirizelaia, exmiembro de la Mesa Nacional de HB, de Euskal Herritarrok (EH) y de Batasuna, parlamentaria durante quince años en el Parlamento Vasco por HB, EH y Sozialista Abertzaleak, y habitual abogada de los miembros de la banda terrorista ETA y de Batasuna ante la Audiencia Nacional.

Ante las evidencias de la relación de EH Bildu con ETA no se comprende que HB, EH y Batasuna fueran ilegalizadas, Otegi condenado y EH Bildu sea legal»

Por si fuera poco, para la confección de las listas electorales, las organizaciones que conformaban la coalición negociaron el porcentaje de representación que cada una iba a tener dentro de la misma. Así, se acordó que EA decidiera el 20% de los nombres en las listas, Aralar el 13% y Alternatiba el 7%. El 60% restante quedaba en manos del único grupo que no estaba constituido en grupo legalizado, es decir, la denominada ‘izquierda abertzale’, Sortu en realidad.

Ante tamañas evidencias de la relación de EH Bildu con el mundo de ETA no se comprende que HB, EH y Batasuna fueran ilegalizadas, que Arnaldo Otegi fuera condenado en el ‘Caso Bateragune’ por tartar de reconstituir Batasuna, y que sin embargo EH Bildu sea legal.

Durante estos más de diez años desde la izquierda —desde PSOE hasta Podemos, pasando por IU, partidos regionales…— y el PNV se han empeñado en blanquear a un partido que nunca ha renunciado a la herencia de ETA.

Ya es triste que con los asesinos en sus listas crean que subirán de votos»

Ahora, con los asesinos en sus listas no solo evidencian el desprecio hacia las víctimas del terrorismo, sino que probablemente su inclusión les de votos o —lo que no es menos grave— al menos la dirigencia de EH Bildu así lo crea.

Claro que han cumplido sus sentencias y ‘están en paz’ con la sociedad. ¿Se imaginan en la Alemania de los años sesenta una candidatura ultra plagada de responsables de campos de exterminio?

Y sin irnos tan lejos geográfica y temporalmente, ¿imaginan ustedes a Rodrigo Rato en una lista electoral cuando termine su tercer grado? ¿A Bárcenas? ¿Al Chicle? ¿A José Bretón? ¿Al Cuco?

A ver si matar a inocentes tiene distinta valoración en función de qué motiva asesinar. In extremis los siete condenados por asesinato han decidido renunciar a tomar el acta. Pero lo hacen cuando el plazo de cambio de listas ha finalizado. Es decir, que tenemos que confiar en la buena voluntad de unos asesinos si una vez conseguidas las actas las van a soltar.

Gonzalo Sichar es doctor en Antropología Social y licenciado en Económicas. Profesor de Antropología en la UNED, es autor de numerosos libros, entre ellos ‘Las siglas de la democracia. Diccionario de organizaciones políticas españolas’

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