Chema Lumbreras dibujando en su estudio (Foto: María Lumbreras)

Chema Lumbreras, el compromiso del fabulador

Siempre llega del otro lado del espejo, como quién vuelve de un juego. Con el arte, claro. No lo oculta la sonrisa traviesa de sus ojos. Incluso de los bolsillos del chaquetón de marino tierra adentro se le escapa una criatura de Esopo o de Carroll. O la cabeza de un lápiz de mano, desde el que trazar en un lienzo en blanco una rayuela o una escalera, con Chema Lumbreras nunca se sabe. Él es un artista que se divierte creando en la frontera entre la fabulación y la crítica, el éxtasis del dibujo y las metamorfosis de la escultura.

Lumbreras se divierte creando en la frontera entre la fabulación y la crítica, el éxtasis del dibujo y las metamorfosis de la escultura”

Instalación de la exposición ‘Brotes verdes’ (2016)

A cada lenguaje el color también se lo pone. Rojo desangrado. Azul melancólico. Negro abismo. Amarillo lúdico o a grito abierto. Blanco sucio como de nieve rota. Y otras temperaturas que él se inventa para hacer del color un espacio, un paisaje, un atributo, una música de fondo. Porque un aire tiene este malagueño de todas partes de flautista de Hamelín a cuya melodía plástica le siguen sus personajes el paso. Conejos, ratas, ratones, nosotros mismos con un toque kafkiano o de La Fontaine, metáforas de una experiencia, de un pensamiento o de un símbolo frente al vacío, al ruido, a las ideas, a la muerte, a las diferentes maneras de la huida que nos exige la vida y su fiebre.

‘Refugio’. Serie covid 2020. Exposición ‘Ya es tiempo’. (Galería JM)

Igual que en su última exposición ‘Ya es tiempo‘ en la galería Javier Marín a la que llego en hora para disfrutarla y leerla. Porque sus exposiciones no son meramente un campo de volúmenes plásticos ni un hábitat o una detonación cromática. Chema Lumbreras (Málaga 1957) piensa la pintura como el movimiento de un poema que narra historias en las que sucede un diálogo con los conflictos de su presente, existe una identidad a la que recuperarle sus logros o una evocación que continua siendo hostil si la miramos de frente.

la pintura como el movimiento de un poema que narra historias en las que sucede un diálogo, existe una identidad o una evocación que continúa siendo hostil”

En este caso dos relatos aparentemente separados en dos niveles de la galería – diáfana a ventana de calle desde la que Javier Marín resiste en la capital de los museos donde se multa a artistas callejeros – y con las que su intención era reflejar la pandemia del COVID que no termina de pasar de largo y todo lo humano que ha generado de extremismos, crudeza, desconciertos, hábitos y huellas inefables que su mirada pone en evidencia. Lo hace con destreza de pincel de dibujante y un divertido humor que crea híbridas criaturas de cuento de Tim Burton pero con espíritu de que reflexionemos.

‘El negacionista’. Serie covid 2020. (Galería JM)

Y por otro lado, el de la memoria de la Europa donde tenemos una tumba llena de estrellas cosidas bocabajo. Un recuerdo que pesa de dolor en el poema ‘Fuga de muerte’ del poeta judío Paul Celan y cuyos versos llevaron a Chema Lumbreras al documental ‘Shoah’, donde Claude Lanzmann reúne testimonios en primera persona de víctimas, testigos y verdugos del exterminio judío.

Vendrá el arte y tendrá tus ojos. De frente la conciencia no es extraña a la violencia, a la denuncia, a un instante de supervivencia del goce”

‘Tango 2021’ Galería JM)

Es lo que parece decirnos Chema Lumbreras como un guionista plástico del cine de Dreyer –comparte con él la ausencia de profundidad de campo en favor de panorámicas horizontales que convierten cada plano en auténticos cuadros vivientes, y su gusto por la arquitectura blanca que enjaula emocionalmente a los personajes- o de la sutileza poética que flota en las imágenes de Tarkovsky. A través de su influjo se acerca al poeta al que sus pinceles traducen, y le añade su propia ternura de artista conmocionado y comprometido. Tres músicos a rayas en una escena de realidad con atmósfera onírica. Es una canción de fiesta, de domingo en una plaza. No suena a himno de despedida al borde de un nicho de tierra. Se desnuda ella el deseo en la invitación de un gesto. Siempre esconde Lumbreras un secreto simbólico en sus lienzos. Un beso en el cuello, no es amor un disparo en la nuca.

Se hace cenizas el silencio frente a la memoria desconchada de este cuadro que quiebra la vida en un detalle”

A escasos kilómetros de pared se aproximan dos trenes dentro de la noche donde la muerte es un remolino. Cada verso referente de la exposición es la inspiración de un fotograma plástico. Un dibujo desgarrado en la secuencia del story board de un relato que tiene un segundo capítulo en el encuentro entre Celan y el filósofo Martin Heidegger.

‘Tadnauberg’ 2021 (Galería JM)

Dos amigos alrededor de un mismo suceso, envés y derecho, que abre entre ambos el bosque de un abismo. Lo plasma el artista que no sabe si sólo hubo entre ellos la celebración de la botánica y su brindis en un paseo por la Selva Negra, si el alemán le pidió perdón al judío de la negra noche del alba. O acaso la ceguera del convencido en la filosofía de la patria imperó sobre aquel descenso a los infiernos del nazismo y el desencuentro con Celan que tanto admiraba su visión existencial del mundo.

La única mano tendida es la de Chema Lumbreras que le busca concordia y humor a la condición humana. Incluso la aplaude”

‘Aplausos’

La idea de este pintor es cicatrizarlo todo. Rendir memoria. Crear universos literarios a través de sus fabulaciones, de sus denuncias y contraluces, porque para él el arte es sociedad, es política, es ponerle un poco de razón a las sombras. Es la libertad de contar historias. En la esquina entreabierta de una calle o en las salas de diferentes galerías donde enhebra su discurso estético. Como hizo con la de su tío abuelo Tomás Meabe Bilbao, escritor y político del exilio a comienzos de siglo XX en otra de sus excelentes exposiciones ‘La luz y la noche’. Un binomio que expresa muy bien el divertimento maravilloso de las esculturas que se descuelgan por la fachada de un edificio de Málaga y estas piezas de combate en las que se aprecia su dominio del dibujo naturalista, y su suave lirismo.

Exposición ‘La luz y la noche’ 2018 (Fundación Unicaja)

Tiene una manera especial Chema Lumbreras de pararse quieto en medio de una conversación frente al lienzo del que sopesa el equilibrio entre lo dramático, la fuga del hallazgo bajo la epidermis de lo pictórico, el humor con el que busca rebajar la tensión de lo que a veces cuenta.

Para ver los estratos de una pintura, igual que la solución a un bloqueo, hay que salirse del cuadro, dejar un día en blanco y volver de nuevas”

Me lo dice rascándose la voz, casi arrastrándola entre la reflexión y un golpe de ironía. Me recuerda a Bogart este pintor de museos, de Arco, de celebradas exposiciones, que fue maestro como es de la pasión rebelde del arte. Que bien lo retrató a vuelo gestual del dibujo su compañera de arte y de vida Isabel Garnelo. Ese rictus se le dibuja en el rostro cuando me señala la lata de Ziklon de gas original que le hubiese gustado centrar en escultura en mitad de la sala dedicada al COVID. Es la amenaza roja de su anilla explosiva otro punto de partida de la historia que de repente engarza la respiración mortal del coronavirus con el virus del nazismo y el gas que propagó el Holocausto. Reímos, pasa el silencio de un duende, y de repente somos como sus esculturas unidas por la pinza del arte y de la amistad que no usa máscaras.

GB conversa con Chema Lumbreras (Foto: Javier Marín)

No hay final nunca cuando se habla cómplice de cultura, acerca de la trayectoria que lo define, y dos se entienden frente a la obra y lo que sus lecturas desvelan de una misma pintura. Hasta final de enero está abierta la memoria de esta magnífica exposición de Chema Lumbreras. Es importante que el arte nos recuerde lo que jamás debió suceder. Que las cenizas de los judíos desenterrados por los judíos y echadas al río, para que no existiese la huella de una denuncia, no se pierda en la corriente del aire que cada vez contamina más la cordura, la sensibilidad, el espíritu crítico. Es necesario suturar el drama con humor inteligente, con la singularidad poética de un artista que se mueve entre lo mágico y el conflicto de la cotidianeidad, la erudición plástica, el desenfado de su lenguaje y la alegoría para abordar el vértigo de lo humano y su fragilidad.

Las fabulaciones de Chema Lumbreras son la escapatoria de una sonrisa de libertad frente a todo lo que nos desenfoca o nos oprime”

Ninguna realidad es larga si le dedicas el arte necesario para recorrerla.

‘Corre conejo blanco’ (Galería JM)

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