Covilandia: pesadilla después de Navidad

No me toques los vinilos’

Tras el desconcierto navideño, me da la sensación que nos han dejado a la deriva, que nadie guía la nave. Este y todos los gobiernos – nacionales o autonómicos- parece que han bajado los brazos, que ya no quieren dar más malas noticias.

Hay un hartazgo normal por la pandemia, alimentado por las no normas, porque nos vemos ante un tsunami después de muchas olas, con mucho bagaje y poco aprendizaje.

El pulso en la calle, la opinión, la frase que lleva siendo la banda sonora de estas fechas más que los villancicos es «al final todos lo vamos a pillar», y parece que estamos en ello.

La escasa firmeza, la falta de unidad y criterio, las pocas y absurdas normas (mascarilla en exteriores) han hecho que la gente dude, desconfie y se sienta en el completo abandono. Por si fuese poco esto aviva la llama negacionista (coprotagonista de la situación), que no desaprovecha el momento, su argumentario sostenido en los cambios de criterio científico, prueba-error-prueba, encuentran en la dejadez política un fuerte aliado.

Nos confinaron, perdimos dinero, negocios, amigos, familiares. Volvimos al tajo, nos pusieron el bozal (la mascarilla), nos vacunamos, nos volvimos a vacunar. A cambio nos dijeron que muchas cosas no se iban a repetir … Y se repitieron.

Después de casi dos años se cumple la peor de las pesadillas. Estamos en la casilla de salida. ¡Manda hue..! , que diría Trillo, que parezcan/parezcamos novatos, unos principiantes absolutos.

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