El anuncio de Francisco de la Torre de presentarse de nuevo a las elecciones municipales para seguir en la Alcaldía de Málaga reabre el debate de si resulta apropiado que un político pueda permanecer eternamente en un mismo cargo. En el caso de Málaga, De la Torre se convirtió en primer edil en el año 2000 cuando Celia Villalobos aceptó la cartera de Sanidad.

Desde ese inicio de siglo han transcurrido 22 años y pasarán a ser 23 cuando se celebren los comicios municipales (28 de mayo 2023). En el periodo de reflexión abierto por el actual alcalde hemos asistido al desenlace de una decisión perosnal porque los éxitos del Partido Popular han llevado a Juanma Moreno a presidir la Junta de Andalucía y a Elías Bendodo directamente a Génova, junto a Núñez Feijóo. Ha ocurrido lo predecible porque los ‘populares’ no han preparado a nadie para el relevo generacional en la Alcaldía de Málaga.

Si entramos en hemerotecas nos encontramos con alcaldes y presidentes de comunidades que cuando debutan en sus cargos declaran que nunca estarán más de ocho años, como ocurre en otras democracias más avanzadas, ejemplo Estados Unidos. El paso del tiempo se traduce en amnesia y los políticos por ese efecto que debe tener el poder se olvidan de las palabras expresadas ante los ciudadanos.
Ocho años es un tiempo suficiente para desarrollar un programa de gobierno. Además, el partido dominante siempre tiene la opción de presentar a otro candidato y aprovechar el rédito del político saliente que puede buscar otro puesto e iniciar funciones diferentes.

En Málaga tuvimos el ejemplo de Pedro Aparicio (16 años de alcalde). De la Torre le supera con creces. Si gana el 28 de mayo puede alcanzar los 27, más de un cuarto de siglo como primer edil en la Casona del Parque. ¿Democrático?. Sin duda, pero no demasiado aconsejable.