El espejo mediterráneo

Alicante mira a Málaga

Los elogios de los invitados pueden ser protocolarios, destinados a agradecer la generosidad del anfitrión; completamente falsos, lanzados para evitar un conflicto innecesario o totalmente sinceros. Quien los recibe puede sentirse orgulloso, aunque dude de la categoría de las alabanzas. Pero hay una señal inequívoca de que el piropo es totalmente auténtico: si el agasajado confiesa su intención de elaborar en su casa la misma receta que acaba de disfrutar en su visita. Entonces no hay duda de la veracidad del cumplido.

La ciudad de Alicante admira los importantes avances malagueños en materia cultural y turística y sus gobernantes están decididos a reunirse con el Ayuntamiento para conocer al dedillo las estrategias de la transformación protagonizada por Málaga en los últimos años. O lo que es lo mismo: Alicante quiere mirarse en el espejo malagueño.

La comisión alicantina que visitará la capital de la Costa del Sol con el fin de recabar información sobre su fórmula de éxito tendrá los ojos puestos, sobre todo, en el despegue de Málaga como destino cultural.

Ambas ciudades gozan desde hace décadas de una envidiable salud respecto al turismo de sol y playa, pero durante la última década el equipo de Francisco de la Torre ha sabido sortear la tan temida temporalidad del sector a base de cultura y más cultura, el factor que más separa a Alicante de Málaga.

Dos ciudades bien comunicadas

Las dos ciudades poseen una envidiable estructura de comunicaciones: el AVE las conecta directamente con Madrid; el aeropuerto malagueño ocupa el cuarto lugar en cuanto a volumen de tráfico en España y el de Alicante es el quinto, y sus puertos marítimos son escala de importantes cruceros, aunque Málaga casi dobla a Alicante en número de pasajeros.

¿Qué le falta entonces a la ciudad valenciana para dar con el santo grial malagueño? La respuesta se encuentra en el rentable matrimonio que Málaga ha acordado con marcas culturales de reconocimiento internacional, como son Pompidou, Thyssen y el Museo Estatal Ruso. Tres nombres que, unidos al de Picasso -el diamante más valioso del acervo cultural malagueño-, han multiplicado la atracción por la ciudad.

Tanto es así que el reciente informe sobre comportamiento turístico en la Costa del Sol, elaborado por la plataforma de inteligencia de datos Mabrian, revela que un 22,6% de los turistas que visitan Málaga muestra interés por productos vinculados al sol y playa, y casi el mismo porcentaje, un 21,7%, por los culturales. Del mismo modo, Málaga fue en 2019 el segundo destino urbano con la ocupación hotelera más alta de España (78,6%), tan solo por detrás de Barcelona (80,2%).

“Málaga sufre una escasa estacionalidad como consecuencia de la apuesta por el turismo cultural y de museos”, afirma Rosa Sánchez, concejala de Turismo de Málaga

Alicante también ha aumentado en estos años su apuesta por la cultura con la apertura del Museo Arqueológico (MARQ) en el año 2000, y del Museo de Arte Contemporáneo (MACA) en 2011.

Las excelentes exposiciones de ambos centros, sin embargo, no han logrado la repercusión deseada. Málaga, por el contrario, posee un envidiable historial de grandes muestras en los últimos años -entre las que destacan ‘Warhol. El arte mecánico’ y ‘Mural. Jackson Pollock’, ambas en el Museo Picasso, o ‘Kandinsky y Rusia’, en la Colección del Museo Ruso- que ha trascendido el interés nacional.


Tanto es así que el auge museístico de la capital malagueña ha sido motivo de distintos artículos en prestigiosos rotativos, como el norteamericano ‘The New York Times’ y el británico ‘Financial Times’, que destacan como otros hitos culturales de la ciudad la inauguración del Museo Málaga en el Palacio de la Aduana y el proyecto de La Térmica.

Destino Cultural

Junto al aumento de su oferta museística, Málaga también ha sabido posicionarse dentro de otros circuitos culturales como el cinematográfico. Pese a que Alicante también cuenta con un Festival de Cine desde 2004, el certamen malagueño -que celebró su primera edición en 1998- ha sabido transformarse en un evento internacional dedicado al cine en español, multiplicando de esta manera su impacto dentro del sector audiovisual.

Y los datos hablan por sí solos: mientras que el Festival de Cine de Alicante cerró su edición de 2019 con cerca de 5.000 participantes en sus actividades, el Festival de Málaga logró convocar el mismo año a más de 149.000 personas.

Las artes escénicas, por su parte, también viven una edad de oro en Málaga gracias al recientemente inaugurado Teatro del Soho CaixaBank de Antonio Banderas, otro de los grandes valores culturales internacionales con los que cuenta la ciudad. El proyecto del actor pasa por hacer de su teatro un centro de producción de obras, como ya ha hecho con el musical ‘A Chorus Line’, que protagonicen giras por toda España y el extranjero, llevando junto a su éxito el nombre de su tierra natal.

El Teatro de Banderas

El teatro de Banderas, además, acogerá en febrero la próxima gala de los Premios Goya, marcando un hito en la historia de los galardones al convertir a Málaga en la única ciudad, sin contar Madrid, en ser sede por dos años consecutivos dicha ceremonia.

Como ven, la comitiva alicantina tiene infinidad de notas por tomar sobre la deslumbrante Málaga cultural. Y entender que una transformación así requiere de una estudiada planificación política e institucional, además de mucho tiempo y dinero.

Pero, sobre todo, deberían ser conscientes de que ese cambio sólo es posible a través de la pasión y el esfuerzo de personas convencidas de que la cultura es un motor capaz de transformar a mejor cualquier casa, calle, ciudad o país. Algo que no se enseña en un par de días.

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