El Estado del bienestar

Un concepto de organización social y de una justa redistribución de los recursos, que va de la mano de los principios democráticos.

La ambición y la misión de un buen dirigente político debería de ser siempre la consecución de mejoras para la sociedad donde desarrolla su ejercicio. La priorización de los servicios y actuaciones es un factor fundamental a tener en cuenta.

Dejémonos de vender motos gripadas y trabajemos por conseguir día a día ese estado deseado al que todavía nos queda mucho para poder lograr.

Actualmente estamos viviendo una situación de emergencia, que nos está dejando en una posición bastante desairada. Es en este tipo de situaciones donde se evidencian debilidades y deficiencias del sistema y de las gestiones.

Mil y una vez hemos oído hablar y alabar el llamado ‘Estado del bienestar’ y a más de uno se les ha llenado la boca repitiendo hasta la saciedad un logro que de ser cierto en parte ha sido labor del conjunto de la sociedad civil.

Si analizamos el concepto y ahondamos en él, enseguida nos daremos cuenta de que tal Estado del bienestar es asimétrico y por lo tanto en su esencia solo supuesto.

Ha aparecido en nuestras vidas un minúsculo bichito malvado, pero en cierta manera revelador y ha derrumbado nuestro mal comprado e hipotecado ‘castillo de arena’. Un castillo de arena construido desde una propaganda realzada en múltiples ocasiones, un producto incompleto.

Antes de esta desgraciada situación, ¿Se podía llamar ‘Estado del bienestar’ a un panorama donde se vivían las siguientes circunstancias?. La pregunta es un erotema manifiesto si observamos las siguientes reseñas.

Ha aparecido en nuestras vidas un minúsculo bichito malvado, pero en cierta manera revelador y ha derrumbado nuestro mal comprado e hipotecado ‘castillo de arena’

El sistema sanitario era deficiente desde el momento que acumulaba una lista de espera de meses para ser operado quirúrgicamente o diagnosticados de una enfermedad grave. Ahora nos hemos dado cuenta de que su deficiencia se debía a falta de personal, contratos inaceptables que solo duraban días, y medios insuficientes para obtener un resultado más aproximado a lo que se nos había vendido como una de las mejores sanidades del mundo.

Un sistema sanitario español con bastantes deficiencias

¿Es un ‘Estado del bienestar’?

El que soporta cuatro millones de parados de media durante años, un 17% aproximadamente de la población activa, con un paro juvenil del 41%. Donde miles y miles de jóvenes emigran buscando un porvenir que se les niega en España.

El que en el año 2019, por citar alguno, estuviese en el umbral de la pobreza el 20,7% de la población, es decir 9.610.000 personas.

El umbral de la pobreza se sitúa en el 20,7 % de la población española

Donde el sistema educativo se modifica invariablemente dependiendo del gobierno de turno, sufriendo el alumnado y profesorado las consecuencias de dichos excesos. Situándonos en los últimos lugares de los países de nuestro entorno.

¿Es una justicia diligente, la que nos hace esperar a veces hasta dos años para obtener la resolución de un juicio?

Como estos decenas de interrogantes que nos hacen suponer que el tal llamado ‘Estado del bienestar’ es una entelequia engordada.

Dejémonos de vender motos gripadas y trabajemos por conseguir día a día ese estado deseado al que todavía nos queda mucho para poder lograr.

Y son los dirigentes del país los que se deben de ocupar en cuerpo y alma en la consecución de dichos objetivos.

Consitución española de 1812

 En la primera Constitución española de 1812, después de años de absolutismo rezaba lo siguiente: “El objeto del Gobierno es la felicidad de la Nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el bienestar de los individuos que la componen”.

Por cierto, esta reseña, no existe en la Constitución vigente en España.

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