El fin del verano

Y con él, la vuelta al cole, a las prisas y el tráfico, a las extra-escolares, a devolver los kilos de más al gimnasio, a bendecir nuestros trabajos que pagarán los excesos de un verano caluroso y seco.

Un verano de mares calientes y montes quemados, un verano que como siempre en un par de semanas habremos olvidado. Poco a poco los abrigos irán desplazando a los bañadores en los armarios, se nos irá el moreno que tanto hemos cuidado. En breve nos caerá encima el siempre desagradable cambio horario que oscurece de golpe los días aún templados, esperando que aparezcan las primeras nubes cargadas de agua que tanto necesitamos desde Doñana hasta los campos de golf.

En mi caso esperaba un puente tranquilo, de descanso, de libro abierto y cerveza fría en mano, pero mis amigos y mi hermano Juan tenían otro plan y tiraron de mí hasta llevarme frente a un escenario y regalarme unos inolvidables conciertos llenos de bailes besos y abrazos.

La música te mueve y remueve en tu interior, te transporta, te hace sentir y vibrar y te une a otras generaciones si es de calidad.

Arriba bajo los focos músicos de categoria y renombre, cargados de experiencia y pasado, algunos con kilos de más y pelos de menos, pero conservando el mismo sonido, la misma magia y grandeza.

Abajo del escenario miles de personas sedientas de música y cervezas, muchos de ellos insultantemente jóvenes como Francesca, otros como yo llenos de canas, achaques y resaca platino al amanacer. Todos unidos por las ganas de pasarlo bien. Exprimiendo los últimos coletazos de otro verano al que volveremos al recordarlo sentados en una mesa y bien acompañados. La voz de Nutini, el look de Jamiro, la guitarra de Muse…bailando hasta el apagón.

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