El fontanero de Cs en las cloacas del PP

Fran Hervías, dos maneras de cargarse a Ciudadanos

En los últimos días ha salido a la palestra mediática una persona muy desconocida para la mayor parte de los españoles, incluidos los votantes de Ciudadanos. En cambio, dentro de ese partido era más que conocido. Muchos le hacían el rendibú, a la vez que temblaban ser decapitados políticamente por este al que le conocen por Lobo.

En el polémico congreso de 2017 yo fui de los pocos críticos que me ‘colé’ al ser elegido en primarias, pese a no ir ni en la lista oficialista ni en la de la corriente crítica TranCsparencia. Y fui a la ponencia de Organización, donde se tomaban las decisiones votándose a mano alzada. Para que fuera secreta, primero teníamos que firmar públicamente un número mínimo de compromisarios (que quedábamos fichados) solicitando esa forma. Juzgue el lector sobre la democracia interna. No conseguimos ni una votación secreta.

Cada vez que votábamos Fran Hervías (en primera fila) se daba la vuelta. Tanto era así, que le dije en los pasillos que dejara de hacer eso, que intimidaba. Yo creo que lo tomó como un cumplido.

A pesar de que Inés Arrimadas mantuvo la parte esencial del equipo de Albert Rivera —y por eso entiendo menos el cambio de rumbo del partido—, con el funesto Carlos Cuadrado y Jose María Espejo-Saavedra a la cabeza. El primero era el responsable de que las cuentas de todos los grupos institucionales desviaran un 30% a una cuenta de Madrid, aunque para sacar ese dinero le hiciera falta la firma del portavoz correspondiente. Yo nunca firmé nada que les permitiera disponer de ese dinero, y por eso antes de mi marcha había unos 130.000 euros en la cuenta de Cs en Diputación de Málaga en marzo de 2019. Qué ha sido de ese dinero tres meses después es un misterio sin resolver.

Marín tuvo que tragarse el nombramiento de Hervías como senador por Andalucía y colocar a su mujer como adjunta al Defensor del Pueblo Andaluz»

Pero Fran Hervías fue uno de los damnificados por el cambio de liderazgo en Cs. Para aparentar renovación Arrimadas hizo mínimos cambios en la cúpula. Al defenestrado le dieron un cómodo destierro como senador por designación autonómica, por Andalucía nada más y nada menos. Juan Marín, enemistado con él hasta las trancas, tuvo que tragarse tanto ese sapo como el de colocar a la mujer del Lobo como adjunta al Defensor del Pueblo Andaluz, pese a que reflejó en su CV una experiencia como abogada de la que en realidad parece ser que carecía.

Hervías presumía de haber estado mucho tiempo callado pero que a partir de entonces (hace un año) iba a empezar a despacharse a gusto. Yo figuraba entre sus dianas, pero tras una discusión pública vía twitter acabó por bloquearme, dado que mis argumentaciones y pruebas ponían al descubierto sus mentiras.

La vez que más pude conversar con él fue en una reunión de dos horas un mes después del congreso de 2017 en el que se abandonaba esa combinación de socialdemocracia —al que por desconocimiento llamaban socialismo democrático— y liberalismo, quedándose únicamente con esto último. Fueron días en los que muchos concejales, algunos diputados provinciales y hasta parlamentarios autonómicos (en Valencia y Andalucía) abandonaron Cs sin renunciar a su acta.

Como un agente de la Gestapo, Hervías se jactaba de tener espías por todo el partido»

Como si se tratara de un agente de la Gestapo, la Stasi, la CIA, el CNI o el servicio secreto que quieran, empezó a interrogarme sobre cosas que yo había dicho. Aunque algunas no eran ciertas, la mayoría sí las había dicho, aunque con frecuencia no le habían explicado el contexto. Pero lo fundamental, no son mis opiniones, sino que se jactaba de tener espías por todo el partido.

Reconozco que me sorprendió el grado de control que tenía de conversaciones privadas que había mantenido yo con algunos afiliados, algunos de ellos supuestos amigos míos. Cuántos de ellos buscaban escalar puestos suministrándole información.

También se jactaba de ser el gran constructor de la expansión territorial de Cs, pero la realidad era que precisamente por culpa suya, se hizo sobre una base de pies de barro. En Málaga tuvo algunas actuaciones que tuvieron mucha trascendencia posterior. Se empecinó en que Irene Rivera, que llevaba solo unos pocos meses en el Parlamento andaluz, fuera la número 1 para el Congreso de los Diputados. Nunca entendí cómo apoyó a alguien que ya había demostrado sus escasas cualidades políticas. Pero además utilizar un puesto político para escalar a otro no es nueva política, y así me atreví a expresarlo en público. Además en una reunión con él, la propia Rivera, y dos dirigentes locales más, le advertí que si dejaba su acta, subiría Carmen Prieto y que no parecía muy disciplinada. Era julio de 2015. El tiempo me dio la razón cuando Prieto dos años después abandonó Ciudadanos y no entregó el acta.

Esa operación de estar en una institución y saltar a otra la repetiría el propio Hervías, al saltar del Parlament al Congreso de los Diputados por la circunscripción de Madrid, en ese asalto de los ‘padres fundadores’ por las listas de medio país colocándose en puestos de salida. La repetición electoral de 2016 le dejó fuera por un solo escaño. Entonces en 2019 se presentó por Granada con el argumento de su sangre granaína. También quedó fuera.

Pero volvamos a Málaga. Me impidió a través de su ‘correveydile’ de Carlos Hernández White, porque no se atrevió a decírmelo a la cara, contratar a un funcionario como cargo de confianza para nuestro grupo en Diputación. Él nos había ayudado a confeccionar el programa, conocía las AAPP por dentro y además habríamos cumplido dentro del grupo con nuestra máxima de menos asesores y más funcionarios en los gobiernos.

La excusa era que se había presentado a las primarias de UPyD en las municipales. ¡Menuda tontería, cuando el partido estaba trufado de Prendes, Cantó, Maura… Y precisamente fue Hervías el artificiero de la opa hostil hacia UPyD (que no fue mi caso, ya que yo abandoné ese partido en 2013).

En lugar del funcionario que yo proponía tuve que tragarme a Guillermo Díaz, en una clara operación para relanzarlo como cargo público posteriormente, como así advertí a Hervías en un email, que nunca me contestó. Era agosto de 2015. Nuevamente, el tiempo me dio la razón.

Hervías se sabe mover en los estercoleros de la política. Trató de desbaratar al PP fichando a los ‘sorayos’ y ahora lo hace con el partido de su vida vendiéndolo al PP»

De esta guisa es como Hervías fue construyendo el partido con más tránsfugas de España. No seleccionaba bien a la gente y luego utilizaba un estilo de conspiranoia stalinista para tratar de mantener cosido el partido.

Y vuelvo con esa reunión de dos horas. Él pensaba que yo estaba alineado con la retahíla de tránsfugas que ya regaban el panorama nacional. Le quise tranquilizar diciéndole que era un rebelde pero leal. Y es que no se me puede echar en cara ni una sola acción en contra de lo que Cs promulgaba en 2015. La única vez que rompí la disciplina de voto fue para acabar con el despotismo de Fernando Francés en el CAC, en contra de la docilidad del resto de concejales de Cs. Y logré esquivar en los plenos tener que votar a favor del hotel en el puerto y la destrucción de La Mundial, por objeción de conciencia, pero fui discreto para no dar titulares.

En esa densa reunión Hervías me llegó a plantear que si me iba de Cs y no entregaba el acta, pasaría de ganar 60.000 euros a 15.000 anuales. A la vista está que si eres un verdadero tránsfuga eso no es así, y ejemplos los tenemos frescos en Málaga y en Murcia. Pero le dije que yo venía de las ONG, que mi paso por la política era una proyección de mi trabajo social previo, y que no intentara ir por la vía de la amenaza económica porque no le iba a funcionar.

Entonces sacó su peor estilo: «¿Cuántas bocas dependen de ti? ¿Sabes que si te vas, todos van al paro?». Le dije que mal harían, pues se rompería la transmisión de todo lo trabajado. «Pero así es la política, y lo acabamos de hacer en Valencia con los asesores de tu homólogo». Le importaba más la venganza que el buen funcionamiento del grupo en Diputación. Tampoco me quedó claro si esa amenaza era firme solo si me quedaba con el acta o simplemente si dimitía.

Si me hubiera ido, no me habría quedado con el acta (como demostré dos años después), pero no quise probar la suerte de mis compañeros, y aguanté hasta que la decencia me lo permitió. Al convocarse elecciones generales, tenía claro que no votaría a Cs y me fui, entregando el acta. Lo que permitió a mis asesores seguir con el puesto. Aunque al mejor lo cesaron cuatro meses después, quizá porque lo había escogido yo y porque no tenía el carnet del partido, otra máxima que quise llevar a cabo, fichar a los mejores, fueran del partido o no. Pero casi todos los demás cargos se rodeaban de asesores con carnet comprando sus voluntades en cada proceso de primarias.

Este es el perfil del fontanero de Ciudadanos. Un geógrafo que se cree que con eso le vale para realizar una implantación territorial de un partido regenerador. Un tipo con pobre currículo profesional fuera de la política —eso que tanto se ha criticado en Cs— y que no podía renunciar a su acta de senador sin tener algo amarrado. Su sueldo ahora no es público, pero seguro que no es menor que el que tenía en el Senado. Porque a quien amenaza con bajada de sueldo a un compañero, se le conoce cuáles son sus prioridades y escala de valores.

Él se sabe mover en los estercoleros de la política. Trató de desbaratar al PP fichando a los ‘sorayos’ y ahora lo hace con el partido de su vida vendiéndolo al PP. Y los ‘populares’ pican comprando a un traidor que se ha dado prisa en tener reuniones ‘secretas’ en restaurantes.

La sombra de Hervías aún no se ha cernido en Andalucía. ¿Pero el tejedor de toda la maquinaria de desmantelación naranja va a dejar este territorio sin explorar pudiendo asesinar políticamente a su enemigo Marín?»

Y su sombra aún no se ha cernido en Málaga ni Andalucía. PP y Cs han tenido que firmar un ridículo acuerdo de no agresión, es decir, el PP se compromete a no comprar en este territorio acciones de Cs en su opa hostil. ¿Pero el fontanero, el tejedor de toda la

maquinaria de desmantelación naranja, va a dejar este territorio sin explorar pudiendo asesinar políticamente a su enemigo Marín?

El primer diputado nacional que ha abandonado Cs no entrega el acta. Y es que si lo hiciera subiría la mujer de Hervías. El tiempo en el partido naranja de esta licenciada en derecho, pero sin la trayectoria de abogada que decía en su currículo, está en un claro tik-tak.

En Cs no hay división de ala socialdemócrata y liberal, ahora solo hay entre quienes les queda un poco de dignidad y los que buscan a agarrarse al sillón, aunque tengan que cambiar de siglas. Pierden así otra de las máximas de regeneración. Luis Salvador, que viene del PSOE, parece que ya busca reacomodo en la órbita del PP.

¿Y para cuándo empezarán los fichajes azules en Málaga? Entre sus principales protegidos figuraban el ya tránsfuga Juan Cassá —que ahora presume, no sin razón, de haber iniciado un viaje al que se sumarán muchos de sus excompañeros— y el diputado y secretario de comunicación en Andalucía Guillermo Díaz. El diputado viene de la derecha (militó en Nuevas Generaciones), incluso a la derecha del PP a juzgar por sus comentarios sobre Barack Obama y borrados de su cuenta en Twitter. ¿Hasta cuándo va a durar en un partido lanzado a los brazos del sanchismo?

Y en Cs todos esos trepas que han creído encontrar un trabajo por 8-12 años, ¿se van a ir a casa a la primera de cambio? Seguro que muchos solo están esperando decirle a Hervías «si tú me dices ven, lo dejo todo».

Fran Hervías se cargó un partido porque no fomentó el talento sino la obediencia ciega. Y porque su autoritarismo condujo a una oleada de transfuguismo en 2017. Dos años después lo remata comprando tránsfugas a saldo.

Gonzalo Sichar es doctor en Antropología y licenciado en Económicas. Delegado en Andalucía de HAC Global, Profesor de Antropología en la UNED y secretario general del Centro de Investigación de los totalitarismos y Movimientos Autoritarios (CITMA). Es autor de más de una decena de libros entre los que destaca ‘Las siglas de la democracia. Diccionario de organizaciones políticas españolas’.

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