No tiene una página última su historia. Siempre hay una nueva con olor a tinta y a pasión consumada de la que ser vocación de hacer de la lectura un mapa, un viaje, una brújula.
Fue siempre esa la identidad pasional de Paco Puche, amante del arte, de la escritura, de la música, de la naturaleza y de la libertad en cada uno de estos mundos que fueron su ecosistema existencial, y de los que unió el goce, el conocimiento y la complicidad en una librería con otra en el envés del espejo.
Su militancia de hombre sensible, inquieto, pacífico y en debate, le alimentó su rebeldía tranquila sueños adentro desde la frontera de la escritura prohibida en la poesía de su pensamiento al boom de los libros como celebración de todas las esperanzas y horizontes que en la lectura tienen su empeño, su labor, su lucha.
También a Paco se lo llevará ahora el fuego, el del tiempo, el de la enfermedad, el de la vida con su punto y aparte, lo mismo que hace tan poco se llevó a su querida guarida Prometeo/Proteo.
Pero quedará su huella, su memoria recitando despacio, sus ojos risueños, su verbo en combate y en concordia, su orgullo de literatura en su hijo Javier y su afecto entre todas las líneas de su familia de hogar y de aventuras encuadernadas con un corazón dentro. Y los pájaros que en forma de libro nos recomendó hacer nido en nosotros. Un título en el que reencontrarnos.
Vuela Paco, pasa de página tus sueños, es verano, y es tarde, cuando la luz es más hermosa y clandestina, en el horizonte habrá un nuevo velero.
