El Málaga desciende y ellos siguen

La penúltima se ha convertido en la última. Era una cuestión anunciada meses atrás y hecha efectiva este sábado en el campo del Alavés, una derrota en Vitoria que deja sin valor la jornada que cierra la temporada en La Rosaleda contra el Ibiza.

Imagen de la derrota de este sábado en el campo del Alavés (2-1)

Para encontrar culpabilidades del descenso no habría que mirar al vestuario, al banquillo o a la dirección deportiva. La foto-fija se situaría en el palco con un administrador judicial que ha tomado continuas decisiones erróneas.

Guede no tuvo que empezar la campaña. Pepe Mel y Pellicer son entrenadores contrastados que no han rectificado el pésimo camino iniciado en el arranque de Liga. Por otra parte, si no se confiaba en Manolo Gaspar no se le debería haber otorgado la responsabilidad de los fichajes del invierno. Y, sobre todo, no se puede contratar a un director general cuando se desconocía la categoría en que iba a jugar el equipo.

Una política de errores achacable al desconocimiento absoluto de la maquinaría del fútbol. Un club no puede tener como ‘cabeza visible’ a un administrador judicial porque se le ha condenado al fracaso.

La Rosaleda acoge este sábado el último partido de la temporada contra el Ibiza

La afición ha tenido un comportamiento ejemplar, apoyando al equipo fuera y dentro de La Rosaleda. El escenario del último partido es completamente distinto porque el club ya es de 1ª RFEF y desaparece del fútbol profesional después de 25 años. La postura conformista de sacar el orgullo a pasear solo sirve para perpetuar a los que están. Tampoco valen cartitas de ‘Vamos Málaga’, ni peticiones de perdón para seguir en el puesto. Es momento de dimisiones.

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