El valor de los votos

Nos llaman a practicar el voto útil, pero ¿no es eso una degradación de nuestra dignidad y nuestra libertad?

Lo de calificar algo de útil o inútil no deja de ser un juicio de valor y después de lo visto, con la dirección tomada la política, el voto útil es más bien un voto estéril, un voto infructuoso.

El populismo, tan frecuente en la política de nuestros días, ha hecho que el voto sea un producto efímero, una herramienta para mantener un sistema pernicioso y desvirtuado. No por culpa del sistema en sí y sus pretendidas bondades, sino por el mal uso dado por los que tienen la misión de mejorarlo o regenerarlo. Y no de manejarlo para sus beneficios.

El derecho a votar en las elecciones

De esta manera, el voto se convierte exclusivamente en una justificación para mantener ese sistema previamente deformado.

Si mis preferencias hacia un partido me inclinan a votarle, ¿Por qué un utilitarismo de conveniencia, que depende de una situación dada o pactada en la mayoría de los casos, me ‘invita’ a practicar el voto útil y votar a otro partido con el que mantengo discrepancias ideológicas o de principios?

Algunos alegan que es por hacerle frente a unas fuerzas que, por ejemplo, en el caso de Cataluña y sus peculiaridades, han pretendido, pretenden o pretenderán saltarse la ley y emprender ilícitamente el camino hacia la ruptura del Estado consensuado.

Lo de calificar algo de útil o inútil no deja de ser un juicio de valor y después de lo visto, con la dirección tomada la política, el voto útil es más bien un voto estéril, un voto infructuoso.

¿Pero, para parar esa ilegalidad, no están las fuerzas de seguridad del Estado, la justicia o el ejecutivo de turno?

¿Por qué con el llamado voto útil se pretende algo que todos sabemos que puede ser alterado? ¿Dónde la solución debería de estar en otras manos y en otros modelos de actuación?

Todos sabemos, después de las experiencias vividas, que lo único seguro es que una vez conseguido el voto, éste se utilizará a conveniencia y al final se convertirá simplemente en un papel roto.

Opciones con las aque cuenta el votante para el ejercicio de su derecho

¿Por qué los que solicitan ese tipo de voto no se han puesto previamente de acuerdo y han unificado criterios antes de pedirle al votante que sacrifique sus preferencias es pos de algo especulativo?. ¿Por qué tiene que ser el elector el que dé la espalda a su dignidad y a su libertad, cambiando su voluntad para ‘resolver’ un desacuerdo de estimaciones entre partidos, restándole calidad a su sufragio y convirtiéndolo en un regalo inútil que pierde su valor una vez concluido el episodio para que sea el sistema el que se reafirme y se apuntale?

La dignidad y la libertad, valores inherentes al ser humano, no se deben de poner en manos de nadie que pueda hacer un uso torticero de las mismas.

Para que el voto alcanzara cierta calidad y no se convierta en papel de fumar, se necesitaría que el sistema ofreciera confianza y garantías al elector y se convirtiera en un sistema político regenerado en sus cualidades. Un sistema que implicara, por ejemplo, que las palabras ofrecidas y los programas prometidos se cumplan sin divagaciones, un sistema que penalice la falta de rigor y la mentira, un sistema de listas abiertas, un procedimiento de comicios menos asimétrico, un porcentaje de representación mínimo para ocupar escaños en el congreso y una segunda vuelta para liberarnos de chantajistas, un sistema donde no dé igual que vote el 75% que el 10% del electorado para obtener resultados honorables. En fin, la regeneración de un sistema que debe de ser actualizado, porque ya ni siquiera lo escrito, lo firmado o lo grabado, se respeta.

La dignidad y la libertad, valores inherentes al ser humano, no se deben de poner en manos de nadie que pueda hacer un uso torticero de las mismas.

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