En el nombre del padre

Todo tiene un nombre, o casi todo. Hay nombres conflictivos, como los de las calles y plazas. Cada gobierno local, autonómico o nacional cuando llega al poder corre a cambiar alguna placa puesta por el anterior y así sucesivamente.

Los hay originales para grupos musicales como ‘Tarzán y su puta madre buscan piso en Alcobendas’, ‘Maricruz Soriano y los que afinan su piano’ ó ‘Monaguillos sin fronteras».

Hay nombres de moda que sufren los hijos que no eligen. Un ejemplo, en los 90, tras el éxito de la película ‘The bodyguard’ (el guardaespaldas), en Sevilla, y esto es verídico, se registraron más de una veintena de Kevin Franciscos y un par de Kevin Costner de Jesús. Esos niños tendrán actualmente cercanos los treinta, desconozco la relación que tienen con sus padres.

Decía al principio que no todos ni todo tiene un nombre. No lo tienen los perdidos en el mar que huyen de su infierno buscando una vida mejor, los nacidos donde la pobreza no tiene registro, los que caen en el olvido al hacerlo en una fosa común. No tienen nombre porque no existen.

Y luego está lo que no tiene nombre, aunque sí apellido y de los grandes. No tiene nombre que alguien haga negocio con la muerte, que se haga más millonario aún aprovechando su cuna para llevárselo a algún paraíso en el que ahora brindando con champán del caro se estará riendo del resto de los anónimos. Sí, los anónimos que en un hospital, en un autobús, en un avión, en un supermercado, etcétera, hicieron con miedo y honradez su trabajo, mientras los demás en casa asustados, perplejos, esperábamos un fin que no fuera el nuestro.

Al parecer todavía vivimos en un mundo donde la tarjeta de visita vale para hacer negocio, aunque si miras el árbol genealógico puedes hallar la respuesta. Los nombres-nombres son modernos, horteras, antiguos, heredados, pero la nobleza no la da un apellido, la otorgan los actos.

Supongo que los padres/madres elegimos los nombres de nuestros hij@s esperando que nos mejoren en todo, no sé si es el caso. Juzguen ustedes.
Lo que sé seguro es que la mayoría lo hacemos con ilusión, cariño y mucho amor.

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