Falleció hace 9 meses en Málaga. El 19 de junio de 2020. Pero su figura de Robin Hood del arte permanecerá para siempre en el imaginario colectivo de la ciudad. René Alphonse van den Berghe, conocido como Erik el Belga, tenía eso que algunos llaman duende.
«Soy un hijo de puta aunque todos hablen bien de mí».
Erik El Belga
De ahí su imagen de ‘santo ladrón’. De delincuente redimido. Estuvo en la cárcel pero nunca fue detenido con las manos en la obra. Ni consta ningún robo con fuerza en su expediente en España. Un ladrón de guante blanco y admirador del arte sacro que expolió decenas de reliquias en España y Europa.
«He dormido con muchas vírgenes góticas»
Erik El Belga
Nació en Nivelles (Bélgica) en 1940. Y plasmó su vida en una autobiografía con un sugerente título: ‘Por amor al arte. Memorias del ladrón más famoso del mundo’.
Erik murió a los 81 años tras pasar 10 días ingresado en un hospital malagueño. Delincuente, pintor, restaurador, investigador, colaborador de la policía y escritor. Un tipo simpático y con carácter que dejó huella en la barriada de El Palo.
«Tengo un problema. Yo soy de izquierdas, pero todos los que me compran son de derechas. Por tanto, todas mis amistades son de derechas también».
Erik El Belga
Especializado en el expolio de patrimonio artístico relacionado con el arte sacro, se instaló en España en 1976 tras fugarse de la prisión belga de Verviers. Ahí empezó su leyenda.
Se especializó en saquear pequeñas iglesias en Cataluña, Aragón y Castilla y León. Dispuesto a dejar la vida clandestina, se entregó en 1982 y pasó tres años en la cárcel. Ayudó su decisión de devolver parte de lo robado, unas 1.500 piezas que al reintegrarlas a sus legítimos dueños estaban en mejor estado que antes del robo. Dejó de falsificar para pintar sus propias obras.
Sus restos descansan en el cementerio de El Palo.
