Guadalquivires, miradas de agua

Lo dijo Heráclito: el río, todos los ríos. Ninguno es el mismo. Igual que tampoco la vida. Quién no esté de acuerdo que tire la primera piedra al agua. Los que acaso duden, acérquense a la exposición ‘Guadalquivires’ –que no desemboque su corriente en el 28 de septiembre, y continúe su cauce unos pocos más de meandros- en la Sociedad Económica de Amigos del País de Málaga donde

“tres fotógrafos del río, del que se hacen amigos, que simbolizan la raíz de Andalucía. Su voz políglota”

Paco Negre. Mercedes Higuero. Nuria Murillo (Copy Paco Negre)

Mercedes Higuero, Nuria Murillo, Paco Negre han navegado los pies de sus orillas, sus escondites, los campos magnéticos de la luz y las atmósferas, empapándose de su naturaleza. Y cazadores sus ojos han elaborado una hermosa suite de retratos del río que cambia de color como los camaleones, que descansa su antigua memoria en las piedras, que viaja Sísifo su destino de 657 kilómetros desde Cazorla a 1.400 ms.n.m. hasta los 0 ms.n.m. de Sanlúcar de Barrameda.

El Guadalquivir, un romero que desemboca donde la mar es virgen, un peregrino cuyo espíritu sufre una metamorfosis en su camino”

Vídeo de Nuria Murillo

¿A qué suena el río? A la vida que fluye de una boca honda, que resbala sobre los hombros de las piedras y el vientre del musgo; al silencio transparente en el que se reflejan verdes los pájaros; a su lengua brava despeinándose en sus caídas. A una guitarra que le canta. Igual que la que ha dibujado con el viento horadando la roca y cuya alma es el agua, y una higuera la sombra de su música. Son los detalles, la imagen sensorial del secreto lo que descubre, enfoca y dibuja fotográficamente Mercedes Higuero. A ella le gustan las texturas, los ritmos sutiles, la imagen apoderándose de la metáfora. Lo mismo que a Nuria Murillo le atraen las atmósferas, la serenidad intangible, el sigilo. Y a Paco Negre las figuras del paisaje, las urdimbres de la luz, la plenitud de la sencillez. Comparten los tres la conciencia de lo íntimo, el vuelo de la imagen.

La higuera Cazorla (Copy Mercedes Higuero)

Fotografías luminosas, soleadas en calma, a veces celosías. Aísla Higuero con la mirada el agua absorta con pétalos a la merced del movimiento suave que parecen peces sensuales bocarriba, mariposas deshojadas en un espejismo.

Es imposible no sentir poesía con las imágenes de Mercedes Higuero para quién el río son versos de poetas andaluces”

Machado en el nacimiento del río. García Lorca en un bodegón de otoño. Alberti en la desembocadura. Ese influjo que ella retrata acercándose a la piel del río, también lo tiene el primero en un patio de agua verde donde el caño de una fuente siembra de perlas de agua el suelo. En los chinos cordobeses circulares de un laberinto salpicado de rojo lorquiano, lo mismo que el bote del Hachilla, recogido en la ribera, es el del marinero en tierra.

Qué fuerza tienen los cardos como nidos del viento seco, sonajeros del sol quemados por el verano. No faltan arquitecturas de arcos, de puentes, de fachadas y esquinas que conforman un collage de geometrías en sentido contrario, poemas también de las formas que dialogan espacios y escenarios pictóricos.

Cachorreñas (Copy Mercedes Higuero)

No sólo tiene el río soleas y bulerías. En su trama esconde, a un recodo de la ribera de Isla Mínima, el tronco de una señal de tráfico oculta con el desenlace o el principio de una novela negra: el coche precipitándose al río.

Mi río es la vida. En los peces que nacen para el viaje, en los que mueren al desembocar el cauce en el renacer del océano”.

Así define Nuria Murillo al personaje protagonista de esta espléndida exposición, patrocinada por La Fundación Málaga. E igualmente sus fotografías son gajos de un largo poema con un tranco de 19,80 metros cúbico/segundos que atraviesa cerradas, cabezas, chacos, embalses, aldeas, gargantas, la llanura aluvial. Poblado todo de castaños, fresnos, cerezos de santa Lucía, pinos, olivos, nutrias, jinetas, flamencos, cigüeñuelas, jarabugos, truchas.

Las cuatro estaciones: primavera (Copy Nuria Murillo)

No las vemos pero se mueven en las escenas a color de acuarela en las que la artista rapta la naturaleza, las metamorfosis del agua, la barca de Hasekura en Coria, la cicatriz de los arrozales en febrero, un velero de Hopper varado entre la cortina de la tormenta y la brisa con miedo. Sin ley de gravedad el río y las temporadas de la luz, cada cal soñándolo como matria entre la tierra y el cielo. Transmite su trabajo una desrealización de la imagen en favor de la naturaleza emocional, y al igual que su compañera de exposición de la fotografía como hábitat.

¿Cambia de voz el río según las estaciones? Nuria Murillo me responde que Sí, que suena a lluvia, a chicharras, a flamencos, a la sinfonía de las marismas”

Sinfonia en la marisma. Marismas de Doñana. (Copy Nuria Murillo)

Whitman. El Mississippi de Twain. La melancolía de Cernuda. Los suspiros afluentes del Genil de Lorca. Sus presencias inconscientes o asomadas, en la risueña mirada fotográfica que sobre un cultivo húmedo de lentejas enmarca las cicatrices veteadas de la roca, la herida de la sal que no cierra, la abstracción lírica de un caudal pictórico, el campo deslumbrado de chicharras, los árboles del otoño deshilachándose dorados. En cada uno de los escenarios inmóviles aguarda atrapar su mirada un clima en calma y evanescente, en los que se muda de piel siempre y el río es también una ninfa que dormita sobre una toalla roja. La vida prosigue corriente abajo.

Romería del Rocío, Doñana (Copy Paco Negre)

Anacreonte. Estrabón. Festo Rufo. Al Kutandi. Juan de la Cueva. Quevedo. Góngora. Cada uno dibujó su cartografía y narró las huellas y ecos con ADN celta, íbero, griego, romano, árabe del río grande que se llamó Tharsis.

El río es el hombre que puebla sus márgenes, la historia de las religiones, su manera de enfrentarse a las exigencias de la existencia y a su presente”

Machadiana la definición de Paco Negre para quién nada humano le es ajeno. Tienen siempre sus fotografías la respetuosa sensibilidad del retratista de lo frágil de la identidad, del callo existencial y de los entornos con los que elabora mapas expresionistas. Y así reivindica

un Guadalquivir que nace en la bruma de las sierras y fluye en la sangre de los trabajadores”

Su emoción serena lo dice, y lo muestra en su serie de fotografías de luces escénicas entre dos aguas de luz bajo la que retrata el orgullo de actividades, algunas extinguidas o a punto de su naufragio, de cada época. A su vera, a su alimento, a su manera de hacer del río sus raíces, su labor de identidad, sus silencios consigo mismo, el paisaje a cuya puerta abierta detenerse a pensar. El hilo de su vida.

José Antonio Asián ‘Hachilla’. Coria del Río (Copy Paco Negre)

El último carpintero de la ribera. El leñador que hacía la brea. El piloto que siembra arroz con vértigo desde sus alas entre las nubes. El territorio de paso de los puentes en herradura, de los pueblos que cruzan de espaldas al río, la belleza casi mística del atardecer preñado de sombras de agua en Almodóvar, el amanecer del origen en Cazorla. Hay en sus fotografías tristeza agazapada, de nuevo esa soledad del paisaje, tan machadiana, y al igual que sus compañeras la consideración y elogio hacia el ánima de una naturaleza de realismo mágico. Como ese bosque donde conviven la presencia amenazadora del fuego rojinegro y la resistencia en guardia de los árboles mascullando la cercanía furtiva de un extraño. El canal a pico y pala de sudor, agua y llanto de los presos republicanos, con estenopo, libre de objetivo, desenfocado en dolor de la memoria.

Puente de Triana (Copy Paco Negre)

De la saudade del pescador que sabe que su tiempo se le escapa río abajo, de los fragmentos de nostalgia, de los instantes hermosos, frágiles de romperse, y del espíritu de León Felipe, de Gabriel Celaya, de Pepe Hierro sobre las personas y sus hábitats con latido único, Paco Negre nos regala también la otra sentimentalidad de la mirada.

El río como paraíso de los amantes, como cauce de nuevas navegaciones y espacio del turismo que todo lo consume a bocaos rápidos”

Sujeto escénico. Naturaleza viva. Viaje. Sensibilidad de tres miradas retratándoles su belleza, su secreto, su armonía. La cultura del Guadalquivir acerca de la que el escritor Eslava Galán afirma que es la más antigua de Europa.

Lo más importante es el goce de esta exposición fotográfica de Mercedes Higuero, de Nuria Murillo, de Paco Negre y de cada cual los poemas que convergen el final de un mismo verso: Es nuestro río.

Ese que el Práctico del Bajo Guadalquivir también navega tierra adentro de ida y vuelta.

Camino del Práctico. Bajo Guadalquivir (Copy Paco Negre)

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