Ida Vitale. (Foto: Daniel Mordzinski)

Ida Vitale, la poesía ocurre

He visto un poema de la ternura y de lo cotidiano, de los silencios en blanco y de las prodigiosas copulaciones del alfabeto. Ida Vitale es la música de sus versos espontáneos, el personaje que entiende el tiempo pero no los relojes. La belleza de un colibrí a punto de 100 años, los primeros dice ella, que observa el sueño de la araña, la elegancia de un gato esquivo, el cansancio de un caballo negro, la risa de los niños a los que advierte de aparecerse a la noche de los que no han leído.

De la memoria sólo sube un vago polvo y un perfume. ¿Acaso sea la poesía?»

He visto un bonito cuento de María Arrillaga, producido por Byobu, en el Festival de Cine de Málaga, en el que su mirada es un cauce sin ruido por el que fluye la poeta con su aliento suave de darle espacio y dignidad a las cosas y a los instantes. Sin brújula, a su aire, con la frágil vitalidad de su naturaleza, Ida Vitale vacía cajas para concentrarse, busca en ellas un papel a rayas y fotografías que no están escritas a la vuelta de un yo desconocido, o son una veladura negra con un fantasma de perilla cana.

La poeta Ida Vitale con Guillermo Busutil (Violeta Niebla)

Cuatro años es la suma de esta bitácora intimista de esta escritora que ama y se funde con las palabras, que ha traducido todas sus posibilidades, que posee un humor travieso y lúcido, y a las acciones les pone el detalle de la delicadeza, la reflexión de la duda y esa magia con la que lo reposa toso a su paso. Un jardín desflorado de inviernos, una silla escogida para escuchar a otro poeta, un libro del que no encuentra su nido en la biblioteca, las ventanas que entorna para que el viento no tenga excusas de moverse furioso por dentro de la casa. Ella, coqueta, por una calle de La Habana, de incógnito, una estrella pero de la noche y su perfume.

Expectantes palabras, fabulosas en sí, promesas de sentidos posibles,airosas, aéreas, aireadas, ariadnas»

Habla la poeta de Montevideo, de México, del Premio Cervantes y del García Lorca, pasea, piensa, escribe en el aire. Lava en el rebalaje las palabras que le arriban las olas, igual que una niña a pie chico entre la espuma, rememora a Enrique Fierro, su compañero del exilio y de las letras, las veces que jugaron a los naipes por el mundo, dejando cojas las barajas. 

Mueve las manos la poeta de ‘Léxico de afinidades’, de ‘Todo de repente es nada’, como si fuesen vulanos de la risa a la que le busca el vuelo y las vueltas, y con sus dedos hace de la colcha de su cama un piano blanco en el que dirigir a Florian Bosch en ‘Viaje de Invierno’ de Schubert. Qué felicidad la suya escuchándola a fueras de la imagen, sintiendo de la ópera su atmósfera, hasta que de repente se le despierta la curiosidad de la hora. Su mirada de mariposa que revolotea, poliniza, se posa.

La mirada se acuesta o retrocede, se pulveriza por el aire si nadie la devuelve»

Todo esto sucede por el afecto con el que María Arrigulla la muestra, la encuadra, le permite ser ella, desovillarse en cada escena, y con ese preciosismo de lo real, de lo que no pretende ser una huella, nos muestra de Ida Vitale su habitación interior.

He gozado de Ida Vitale, a quién le dedicamos en 2019 el último número de Mercurio, y que sigue siendo una delicada luciérnaga de la poesía.

A mi piropo de lo guapa que luce, me ha sonreído citándome dentro de diez años para que sea su muerte.Lo más claro y lo más oscuro se llama I. No se pierdan el documental de María Arrillaga, y de Ida Vitale su belleza inaudita. 

Esa relación entre el que escribe y el que lee, eso es un misterio»

Ida Vitale (Montevideo, 2 de noviembre de 1923) es una poeta, traductora, ensayista, profesora y crítica literaria uruguaya miembro del movimiento artístico denominado ‘Generación del 45’ y representante de la poesía ‘esencialista’. Inscrita en la tradición de la vanguardia histórica americana, su poesía indaga en la alquimia del lenguaje y establece un encuentro entre una exacerbada percepción sensorial de raíz simbolista, siempre atenta al mundo natural.

Con la dictadura cívico-militar de Uruguay (1973-1985) se exilió a México en 1974 y, tras conocer a Octavio Paz, este la introdujo en el comité asesor de la revista Vuelta. Regresó a Uruguay en 1984 donde dirigió la página cultural del semanario Jaque, y en 1989 se instaló en Austin (Texas) junto a su segundo marido, el también poeta Enrique Fierro. A su muerte, decidió regresar a Montevideo donde reside en la actualidad.3

Ha recibido diversos premios, entre ellos Premio Octavio Paz (2009) el Premio Alfonso Reyes (2014) el Premio Reina Sofía (2015), el Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca (2016), el Premio Max Jacob (2017) y el Premio Cervantes (2018 ) que valora «su lenguaje, uno de los más reconocidos en español»

Fue declarada Ciudadana Ilustre de Montevideo al cierre de la 42ª edición de la Feria Internacional del Libro, el 13 de octubre de 2019

Discurso de Ida Vitale en el Premio Cervantes

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