Ministro Illa: ¿Salvador o pesadilla?

Un ministro de Sanidad a tiempo parcial de cara a las Catalanas

El PSC ha sabido hacer que desaparezca la Federación Catalana del PSOE a la vez que, siendo un partido diferente, colocar su cuota de poder en los gobiernos de España cuando le toca el turno al PSOE.

En Cataluña hace mucho que es un partido que habla en catalán durante cuatro años, salvo en los periodos de campaña, que se dirige en castellano a la clase obrera de Cataluña, en buena medida proveniente de diferentes puntos del resto de España. Pero en cuanto toca poder es comparsa del nacionalismo (ahora, ya sin careta, independentismo). En 2015 había 74 ayuntamientos gobernados por el socialismo catalán que estaban adheridos a la Asociación de Municipios de la Independencia (AMI). Con eso poco más se puede añadir.

De cara al 14 de febrero, de nuevo hablando en castellano, tiene un reto añadido: recuperar a votantes centroizquierdistas de un Ciudadanos en caída libre, para a partir del 15 de febrero poner esos votos al servicio de ERC y En Común Podem, futuribles socios que no esconden que les gustaría poder llegar a hacer un gobierno ellos dos solos sin necesidad de los socialistes.

Y para pasar de los 17 escaños actuales a los 20 de 2012 o los 28 de 2010 han elegido a Salvador Illa, el ministro de Sanidad. Poner de candidato autonómico a un ministro no es nuevo; elegir a un ministro de Sanidad en mitad de una pandemia desbordada y desbordante sí es nuevo. Más que nada porque nunca habíamos asistido a una pandemia como ésta.

Salvador Illa, candidato de los socialistas catalanes

Sería de agradecer al PSOE que nos quitara a los españoles a este ministro de Sanidad que primero negaba la importancia de esta pandemia —pese a los muchos informes internacionales con los que contaba desde enero—, que también negaba la eficacia de las mascarillas —solo porque no había—, que hizo aquellas compras de material sanitario en la que le engañaron como a un chino —o mejor dicho engañado por unos chinos—, que tomó una decisión arbitraria en contra de lo que dijo un juez para cerrar Madrid solo para entorpecer el trabajo de un gobierno autonómico en manos del PP, que es responsable de que padezcamos a Fernando Simón, que no es transparente sobre el número de muertos ni sobre las vacunas que han comprado y se están suministrando, que lanza advertencias a quienes no quieren vacunarse con unas vacunas insuficientemente testeadas…

Illa desde sus 29 años no ha hecho otra cosa que no sea estar en política, y ya lleva más de 25. Esto por desgracia no es una excepción en la clase/casta política. Pero que un filósofo sin mayor experiencia gerencial que el de una empresa municipal de Cultura esté al mando de la gestión de la mayor pandemia mundial es para echarse a temblar. Y por desgracia el partido socialista no nos libra de este ministro/candidato incompetente sino que nos lo deja a medio tiempo. Nos cabe la esperanza de que una media mala gestión sea mejor que una entera mala gestión. Los belgas ya nos mostraron que es mejor un no-gobierno a un mal gobierno. Pero hacer experimentos en una situación de extrema gravedad es inaceptable y hasta mortífero.

Ya hay una primera ministra —Yolanda Díaz, de Trabajo— que ha cuestionado su continuación como ministro. Ahora hace falta que se atreva a decirlo algún socialista responsable de algún Ministerio, pero, ya saben, en los partidos siempre prietas filas no vaya a ser que el mensajero sea el que se salga de la foto.

Lo que me pregunto constantemente y no alcanzo a vislumbrar respuesta, es si al PSOE/PSC le(s) interesa un buen resultado electoral en Cataluña. Poner de candidato a un personaje con pinta de cándido pero que ha demostrado en múltiples ocasiones que engaña a los españoles y que no sabe gestionar —o peor sería pensar que gestiona mal adrede, como opinan a los que de momento tomamos por conspiranoicos— no es la mejor baza.

¿Illa salvará al PSC con un buen resultado electoral o será su pesadilla y por ende también la del partido de Ferraz?

Uno no sabe ya si pensar que al PSOE le interesa más agradar a ERC en Cataluña para que los independentistas no les molesten en Madrid. A ERC España le importa un bledo, y el PSOE podría dejar un trozo de España a merced de los separatistas a cambio de cumplir su sueño anhelado junto a Podemos, que los ‘populares’ nunca más vuelvan a un Consejo de Ministros.

Gonzalo Sichar es doctor en Antropología y licenciado en Económicas. Delegado en Andalucía de HAC Global, secretario general del Centro de Investigaciones sobre los Totalitarismos y Movimientos Autoritarios (CITMA) y presidente de InnovaÉtica. Profesor de Antropología en la UNED, es autor de más de una decena de libros entre los que destaca Las siglas de la democracia. Diccionario de organizaciones políticas españolas.

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