Juanes y el patriotismo andaluz

Es la primera vez que en Andalucía coinciden tres líderes políticos que poco tienen que ver con la generación de sus predecesores: Juanma Moreno, Juan Marín y Juan Espadas reúnen los requisitos que convienen a un país tan sabio, antiguo, tolerante y desafortunado como Andalucía. Los tres provienen de familias ‘normales’: a ninguno de ellos la vida les ha regalado lo que tienen, ni su trayectoria política se ha forjado en la confrontación permanente de sus mentores. Las casas de apuestas tampoco habrían adivinado que alcanzarían el poder político que administran: ni Juan Espadas podía esperar haber sido alcalde de Sevilla con el peor resultado de la historia del Psoe sevillano; ni Juanma Moreno, -que también obtuvo uno de los peores resultados del PP andaluz –ser el presidente de Andalucía. Y en cuanto a Juan Marín, hoy vicepresidente, su experiencia política había sido la de un concejal de pueblo, cercano a los problemas de los vecinos, pero lejos de las políticas regionales o nacionales.  

Ninguno de ellos pertenece a la aristocracia judicial como el primer presidente, Fernández Viagas; ninguno se muestra con la arrogancia que derrochaba Escuredo, ni tienen el encanto y la capacidad de seducción y convicción que tenía Rodríguez de la Borbolla; ni la vacía soberbia que durante 19 años mostró Chaves, acaparando no sólo el poder político sino también el orgánico dentro de su partido, a la vez que se desentendía de la economía andaluza, dejándola en manos de quienes derrocharon los inmensos fondos de las ayudas europeas. Tampoco comparten con Griñán su condición de elegidos por el dedo divino, circunstancia que heredó Susana Díaz.

Juan Espadas, junto al presidente andaluz, Juanma Moreno

¿Qué coincidencias concurren en los tres ‘juanes’ andaluces? En primer lugar, su disposición al diálogo y al entendimiento. En segundo lugar, la ausencia del instinto cainita que domina la escena política española actual, y que tiene como bandera el sectarismo, que ha envenenado el espacio social en el que se desarrolla la convivencia. En tercer lugar, una experiencia política desarrollada cerca de los problemas de los ciudadanos, y lejos de los ambientes endogámicos en los que los órganos más importantes son las manos para aplaudir al líder supremo, o las cuerdas vocales para gritar, insultar y humillar al adversario. Por resumirlo en un solo concepto: son buena gente, más dispuestos al abrazo que a la coz. Ninguno de ellos parece sentir gran entusiasmo por repetir maneras, consignas y escenificaciones de los líderes nacionales de sus partidos.

UNA OPORTUNIDAD ÚNICA PARA ANDALUCÍA

Estos tres líderes – y su capacidad para el entendimiento y el acuerdo – son la última esperanza que tiene Andalucía para salir de una vez de la niebla económica, social y cultural en la que llevamos casi medio siglo. Los tres se sitúan en el espacio mental y social del andaluz medio: aquel que tiene la caseta de la Feria abierta a todos y que es capaz de compartir las alegrías y las penas de sus vecinos.  Ese espacio ideológicamente templado en el que se sitúa la política y la sociedad europea, – capaz de unir en objetivos comunes tanto a naciones diversas en religión, lengua y cultura, – es el que deben imitar nuestros líderes andaluces.

El socialista Juan Espadas, que se declara ferviente católico y que, siendo hijo de un ujier de la Consejería de Medio Ambiente, y que  sabe  lo que es el esfuerzo y el mérito, bien puede entenderse con el nieto de un peón malagueño como Juanma Moreno. Y el ex comerciante Juan Marín puede formar un equipo con ellos dos, antes que con el ambicioso y narcisista Rivera que se ha arrojado en los brazos del PP, renegando de su fe de neo converso liberal.

Juan Espadas se declara ferviente católico (Foto: Revista Escaparate)

Hay señales de que los tres Juanes podrían entenderse en el futuro; de que pueden resistir las presiones de sus partidos para utilizar Andalucía como un ring secundario del nacional. No lo tendrán fácil, porque desde los atentados de Atocha el 11 de marzo de 2004, y la inesperada victoria del Psoe de Zapatero, el espacio político español se ha construido exclusivamente desde la confrontación más despiadada. Y así seguimos, porque los líderes de los nuevos partidos que nacieron con vocación transversal, Podemos y Ciudadanos, decidieron sumarse, e incluso superar, el sectarismo cainita tradicional del Pp y del Psoe.

¿Puede Andalucía salir de la lamentable situación económica, laboral, social, educativa y cultural en la que nos encontramos a pesar de la ingente inyección de euros recibidos de la UE?.  ¿De qué nos vale el enorme potencial de desarrollo que tenemos si no se implementan las leyes que lo conviertan en resultados, y se suma la voluntad política para aplicarlas de la mayoría de los grupos políticos?.

El TIC andaluz, un sector de futuro (Foto: Revista Ideadigital)

Sólo un acuerdo entre el Partido Popular y el Psoe andaluz sobre los pilares en los que tiene que sostenerse el desarrollo y la competitividad de la economía andaluza, puede llevar a Andalucía a alcanzar la media española del PIB per cápita (26.430 euros frente a los 19.633 de los andaluces). Este diferencial entre la renta por habitante media de España y la de Andalucía suponen…¡ 54.094 millones de euros al año !. Y ese horizonte de igualar la renta andaluza a la española tiene que ser el objetivo de los partidos políticos andaluces que tengan un mínimo sentido patriótico: la “patria” empieza en casa. No se puede distraer a los andaluces con declaraciones grandilocuentes sobre España, su unidad y su grandeza, y a la vez poner piedras a los instrumentos que deben sostener la competitividad de la economía andaluza.

ANDALUCÍA EN ESTADO DE EMERGENCIA

Acabamos de señalar cómo el diferencial de renta por habitante entre la media española y la andaluza suponen un déficit para Andalucía de 54.094 millones de euros al año. No es difícil imaginar qué significa esa cifra para los andaluces medida en calidad de vida, en falta de recursos para la Sanidad, la Educación y las Ayudas Sociales, en desempleo, en salarios, en abandono escolar, en vivienda, en infraestructuras. En resumen, esa diferencia abismal, puede entenderse mejor si la trasladamos a datos concretos:

Nuestro desempleo, del 21´6% triplica el de la Unión Europea (7´3) y es seis puntos mayor que el de la media española (15´3).

El desempleo de los menores de 25 años andaluces es del 47 %, mientras el español es del 36´9 y el de la U Europea 17´3. Nuestros jóvenes están condenados a la emigración o a vivir sin esperanza, atenidos a la ayuda de la familia, convirtiendo en imposible la emancipación y el constituir su propio hogar.

El gasto medio en Sanidad por habitante es en España de 1.415 euros al año, mientras que el de Andalucía es de 1.212 euros, el del País Vasco 1.753 euros y el de Cataluña 1.432. Para quienes tengan una visión sectaria de la vida puede consolarles saber que el de Madrid es de 1.274 euros. Un frágil consuelo, si obviamos que en la capital la Sanidad Privada suple los déficits de la pública gracias a que su renta por habitante es de 35.913 euros, superando a la andaluza (19.633) en 16.280 euros al año.

Finalmente llegamos al capítulo más doloroso junto al desempleo: el abandono escolar temprano, elemento esencial para entender la dificultad de los jóvenes andaluces para encontrar empleo, y porqué han de padecer los salarios más bajos, que son los de la hostelería y el comercio. Los jóvenes europeos que no terminan la Educación Obligatoria es del 10´2 %, el mismo que el de Madrid, 10%. Mientras que en Cataluña afecta al 17´4% y el País Vasco muestra los mejores resultados con tan sólo un 6´5% de abandono escolar. Andalucía vuelve a encabezar la tasa más alta de España, 21´8%, sólo superada, por razones obvias, por Melilla y Ceuta; mientras que la media nacional alcanza la desesperante cifra del 16%. ¿Es necesario señalar la relación tan estrecha que existe entre el desempleo juvenil y el abandono escolar temprano? ¿Aún habrá que explicarles a nuestros ciegos y sordos políticos que calidad de la Educación y el empleo van de la mano?

Andalucía encabeza el abandono escolar temprano

EL MUNDO QUE NOS MIRA, NOS ADMIRA, PERO…

El Real Instituto Elcano, uno de los organismos públicos que mejor funcionan en España, acaba de publicar el indicador “PULSE”, que recoge la opinión que sobre nuestro país y sobre los españoles tienen los habitantes de las 55 principales economías del mundo, siendo 100 los puntos máximos posibles. En este ránking, compuesto a partes iguales por la percepción “emocional” de quienes nos observan y las realidades socioeconómicas de la piel de toro, España ocupa un dignísimo 13 lugar, y 73.1 puntos, siendo la media 61.4. Por delante nuestro se encuentran, por este orden, Australia, Noruega, Suiza, Suecia, Nueva Zelanda, Dinamarca, Finlandia, Irlanda, Austria, Japón, Holanda y Bélgica.

Quienes más nos valoran son los australianos, los franceses, los rusos y los argentinos. Y quienes menos atractivos nos encuentran son marroquíes y chinos. Por nuestra parte, nuestras simpatías están con Alemania 81.9 puntos, Suecia 80.2, Canadá 80.1, Noruega 79.9 y Austria 79.2. ¿Qué valoran más de nosotros los ciudadanos de las 55 principales economías mundiales? Nuestra amabilidad y simpatía; junto al ocio, el entretenimiento y la cultura.

Real Instituto Elcano

Pero los expertos del Instituto Elcano señalan un dato que les preocupa: y es que los españoles nos puntuamos peor a nosotros mismos que nuestros observadores extranjeros en tres apartados. Y aquí es dónde volveré a enlazar con la urgencia que tiene Andalucía de que todos los partidos políticos remen en la dirección de sacar a nuestra región de la descorazonadora situación en la que nos encontramos, al ser la novena región peor situada económica y socialmente de entre las 239 que componen la Unión Europea.

Y es que los españoles nos concedemos 16.3 puntos menos que el resto del mundo desarrollado en el apartado de “Entorno Institucional y Político”; 17.4 puntos menos en “Uso eficiente de los recursos” y 20.7 en “Ética y Transparencia”. En el Instituto Elcano les preocupa esta visión pesimista que tenemos de nuestro propio país, porque consideran que “la caída de la autoestima tiene el riesgo de contagiar la mirada externa”.

QUIÉN TEME A ANDALUCÍA

En estos días los medios de comunicación andaluces y nacionales se hacen eco del nuevo liderazgo del Psoe andaluz. Juan Espadas supone una esperanza de renovación que rompe con la imagen del viejo socialismo, cuyos líderes han sido siempre sevillanos por nacimiento o por afinidad. Y es que 37 años continuados de gobierno en un país mediterráneo forzosamente acaban generando corrupción institucional; y principalmente cuando los líderes andaluces del PP eligieron las vacaciones permanentes, mientras esperaban una canonjía en Madrid.

Pues bien, ha bastado que se insinúe la posibilidad de que se establezca un entendimiento entre el PP y el Psoe andaluz ( lo que es una práctica ancestral en momentos de crisis en las democracias más eficientes de la UE ) para acordar los presupuestos del próximo año, para que las terminales periodísticas y televisivas de cada uno de los bloques hayan lanzado a sus fieles, sectarios y engrasados columnistas a disparar sobre el acuerdo.

Desde la izquierda nominal se dispara sobre el Psoe andaluz por asumir los postulados sacrílegos del PP: facilitar la inversión privada en Andalucía. Uno de los factores que determinan – desde que la globalización se impuso en las finanzas y el comercio mundial – nuestro insoportable atraso en empleo, riqueza, bienestar, salud y educación. Esta izquierda de salón, con nómina pública en su inmensa mayoría, ignora que España acoge a 12.300 empresas de capital foráneo, que generan 1´8 millones de empleos, de los cuales sólo 99.000 están en Andalucía, mientras que Madrid se beneficia de 333.000 y Cataluña de 283.000. En los peores años de la crisis la inversión media anual extranjera en España fue de 15.000 millones de euros, de los cuales sólo el 2´5% tuvo como destino Andalucía. Los últimos datos disponibles, de 2019, señalan este destino para la inversión externa en España: 17.910 millones en Madrid, 2.917 en Cataluña, 858 en el País Vasco y sólo 770 en Andalucía.

Esta pérdida de interés de los inversores extranjeros por Andalucía tiene orígenes y responsables concretos: desde la llegada de Manuel Chaves al gobierno andaluz, el elitista ‘lobby’ conservacionista decidió que Andalucía debía ser la Reserva Medioambiental de Europa. Daba igual que las propuestas inversoras fueran industriales, comerciales, turísticas, agrícolas o tecnológicas: al inversor se le sometía a un infierno regulatorio; cuando no, la inseguridad jurídica se institucionalizaba como forma de gobernar ( baste recordar la Ley de Protección del Litoral, la legislación medioambiental que paralizó la ampliación de las dos únicas refinerías andaluzas, las leyes de Golf Turístico, gracias a las cuales no se ha instalado ni un solo campo en los últimos 22 años, mientras Portugal ha multiplicado por tres los suyos, la Ley de Puertos Deportivos que ha logrado el inaudito record de que en 25 años no se haya construido ni un solo amarre nuevo, en una región que posee 800 km de costa.

En resumen, los inversores han desaparecido de Andalucía. Recuperar la confianza necesitará no sólo modificar el campo regulatorio, sino muchos años hasta que la Administración andaluza agilice los procedimientos y deje de considerar enemigos o especuladores a los inversores.

HOY EL PATRIOTISMO TIENE UN SOLO NOMBRE: ACUERDO.

Y si acabo de señalar la animadversión de la “izquierda del subsidio” a cualquier acuerdo amplio para sacar a Andalucía del agujero negro del subdesarrollo y de la ineficiencia, lo mismo cabría decir de la “derecha pseudopatriótica”, que señala la incompatibilidad radical de alcanzar acuerdos tanto con el PP moderado como con el Psoe razonable. Para los extremismos excluyentes, – incapaces de progresar electoralmente sin enemigos-, populares y socialistas son sospechosos de no ser suficientemente patrióticos en defender la unidad de España o en construir un país justo, moderno y eficaz a la vez, convirtiendo la bajada de impuestos generalizada en su mayor aportación al desarrollo.

 Ignoran que lo que más desune es la diferencia económica. La misma que, a causa del atraso andaluz, que se cifra en 54.000 millones de déficit anual, permite argumentar la secesión de España a los etnicistas catalanes de derechas e izquierdas:  “España nos roba para pagar a andaluces y extremeños”. Cuando Andalucía no requiera más financiación que la que le corresponda de los Fondos Europeos, podremos los andaluces mirar de frente a Cataluña, Madrid o el País Vasco.

Los políticos andaluces pueden caer en dos tentaciones. La primera es sustituir la gestión por la propaganda. Ya tuvimos la experiencia de esa práctica cuando el paro en Andalucía superaba el 30% pero las ciudades de nuestra región se llenaron de vallas con el mensaje de “ANDALUCÍA IMPARABLE”. La segunda, culpar de nuestro fracaso económico a la herencia recibida o a las políticas equivocadas de quienes gobiernan, mientras se ponen zancadillas a las iniciativas que pondrían remedio a nuestros mayores obstáculos para el desarrollo.

También, nosotros mismos como ciudadanos, podemos adscribirnos a la tentación que el profesor Pérez Yruela señala como la “paradoja de la satisfacción”, por la que nos sentimos orgullosos de nosotros mismos, aunque sigamos siendo el farolillo rojo de las regiones europeas: “somos pobres, pero como en Andalucía, no se vive en ningún sitio del mundo”.

Andalucía, lugar escogido para vivir por españoles y extranjeros

Por todas las razones expuestas los andaluces empezarán a volver la espalda a quienes quieran exportar a Andalucía la confrontación permanente que se vive en la política nacional. El electorado español ya envió un aviso a los partidos emergentes, Podemos y Ciudadanos, que nacieron con una intención transversal y de regeneración y se convirtieron en una mala copia de las peores prácticas de los partidos tradicionales: sectarios, autoritarios en su organización interna y faltos de ejemplaridad en sus liderazgos. Ahí están, amortizados para la política los señores Rivera e Iglesias, que tuvieron en sus manos y en sus votos cambiar las leyes que fomentan la corrupción, el enchufismo, el despilfarro y la falta de transparencia. Su electorado, formado en su mayor parte por jóvenes urbanos menores de 45 años que llevaban lustros absteniéndose en las elecciones, puede volver ahora a esa práctica democrática y sanitaria, tan necesaria cuando la política se muestra ajena a los intereses generales.

Si la recuperación económica no se acelera (y no lo está haciendo); si los déficits en los servicios públicos, singularmente Sanidad y Educación, se siguen deteriorando al ritmo que lo están haciendo ( hoy es más fácil en Andalucía tomar una cerveza con Antonio Banderas  en el PIMPI que conseguir que te reciba tu médico de cabecera; y no menos del 25 % de los jóvenes andaluces tienen que acudir a la FP privada para elegir la especialidad que les gustaría cursar,- por falta de profesores y recursos en la pública -, al módico precio de 450 euros al mes )…

 Pues bien, si la clase política no toma conciencia de la necesidad de acuerdos transversales y patrióticos para sacar a nuestro país de la peor crisis que hemos sufrido desde 1.936, pueden suceder dos cosas ( ya sé que ninguna de ellas quitará el sueño a nuestros acomodados y blindados  políticos): una será la abstención masiva del grupo de jóvenes urbanos que forzaron el nacimiento de Podemos y de Ciudadanos. Y otra será la inevitable aparición de nuevos partidos políticos que recojan en su ideario las necesidades de regeneración que llevan decenios aplazándose: una nueva ley electoral que sustraiga a las cúpulas de los partidos el inmenso poder que tienen sobre las listas electorales; la elección por distrito de diputados nacionales y autonómicos; la limitación de mandatos y la desaparición de uno de las formas más deshonestas de burlar el derecho constitucional a la igualdad de oportunidades para acceder a un empleo público: los cargos de confianza y las oposiciones restringidas.

 De acuerdo con uno de los más prestigiosos estadísticos españoles, el profesor César Molinas, unos 300.000 compatriotas han accedido a un puesto de trabajo en las autonomías gracias a la pertenencia propia o de familiares cercanos. En su libro “Qué hacer con España”, en el que se definía a la clase política como “élite extractiva” por crear compulsivamente empresas y actividades financiadas con recursos públicos, cuyos puestos directivos ocuparían sus conmilitones, se preguntaba cómo los mismos que se benefician de la corrupción van a implementar las leyes que la hagan más difícil.

ANDALUCÍA. NUESTROS POLÍTICOS TIENEN QUE ELEGIR

Pero volviendo nuestra mirada a Andalucía y a los tres Juanes, Moreno, Espadas y Marín tienen una oportunidad única en su vida: pasar a la historia con mayúsculas como quienes pusieron los cimientos de una nueva Andalucía, moderna, eficaz en su economía, exigente con la gigantesca y desmotivada burocracia heredada, justa en el reparto de la riqueza mimando los servicios públicos de Sanidad y Educación. O bien, frustrar una vez más las esperanzas de los andaluces y sumarse al sectarismo que quieren imponerle sus mentores de la Carrera de San Jerónimo de Madrid.

Aunque parezca una contradicción, es Juan Marín sobre quien recae la mayor responsabilidad: si apoya con toda su capacidad el imprescindible acuerdo presupuestario en Andalucía ( pero no para un año, sino para cuatro como se hizo en Alemania, en Suecia y ahora en Italia ), pasará a la historia como un estadista; como un político con la grandeza suficiente como para prestar un último servicio con su grupo político.

Juan Marín

Sé que la tentación de los tres Juanes es someterse al dictado de sus jefes en Madrid, garantizándose un futuro político confortable. Si así fuera, Madrid, Cataluña, el País Vasco, Valencia y hasta Portugal, -principales beneficiarios del atraso andaluz y de su incapacidad para crear seguridad jurídica, seguridad política y eficiencia económica – los aplaudirán con todas sus fuerzas.

Por mi parte, espero que – si se comportan como vasallos y condenan a Andalucía a la actual irrelevancia; a la actual pobreza que está evaluada ¡en 54.094 millones de euros de diferencial con la media de renta española!,-  los andaluces les demuestren su más profundo rechazo con el único poder que tenemos los ciudadanos en esta democracia imperfecta, y muchas veces secuestrada por los partidos políticos: EL VOTO.

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