Bernardo Kliksberg con Ray Cazorla, presidente de HAC Global y prologuista de ‘Por un mundo más justo’

Bernardo Kliksberg, el padre de la ética del desarrollo

Bernardo Kliksberg atesora más de 60 doctorados honoris causa y cinco títulos universitarios. Es pionero en la ética para el desarrollo y ha sido asesor especial de varias agencias de Naciones Unidas como PNUD, UNESCO, UNICEF, FAO, OIT, OMS y otros organismos multilaterales.

Actualmente es el decano en el Hispanic American College de la Escuela de RSC Bernardo Kliksberg y presidente de la Red Iberoamericana de Universidades por la Responsabilidad Social Corporativa. Ha tenido distinciones tan honorables como la nominación a los premios ‘Príncipe de Asturias’.

Acaba de publicar ‘Por un Mundo Mejor’ en la recién estrenada HAC Editorial, dirigida por Gonzalo Sichar.

Bernardo Kliksberg (Arturo Ordaz Álvarez)

Para derrotar a la pandemia se requiere vacunar cuanto antes al 70% de la población universal, lo que costaría una solo el 0,13% del producto bruto de los países del G7″

Resulta paradójico. ¿Puede haber un mundo mejor después de una pandemia tan devastadora?
La pandemia encontró un mundo totalmente vulnerable a ella. Con progresos tecnológicos excepcionales, pero con problemas estructurales extremos. Cerca de uno de cada dos habitantes viviendo con grandes carencias por debajo de la línea de pobreza, ganando menos de 160 dólares mensuales, 800 millones con hambre aguda, 2.400 millones sin una instalación sanitaria adecuada, y vastos sectores en viviendas precarias, sin agua potable, 1.400 millones sin electricidad, y otras carencias básicas. Por otro lado, azotado por el cambio climático acelerado. En la base de sus dramáticos desajustes un crecimiento explosivo de las desigualdades. Los 26 más ricos tienen más que los 3.800 millones de menores recursos.

La pandemia cobró la mayor parte de sus víctimas en los más desfavorecidos. Ellos tenían precondiciones propicias para la misma. Los impactos del coronavirus en los sectores pobres en cifras de infecciones, hospitalizaciones, y muertes, duplicaron y triplicaron a los promedios en los países con peores cifras, como Estados Unidos, India y Brasil. Cobró más de 4 millones de víctimas fatales, la gran mayoría pobres.

Las políticas preventivas y las vacunas han logrado enfrentarla, pero nuevamente el acceso a las mismas ha sido marcadamente inequitativo. El 84% de las vacunas aplicadas se dieron en países desarrollados. Bajaron fuertemente la incidencia en EEUU y Europa, pero en África, solo el 1,3% de la población está vacunada. También el calentamiento global y el cambio climático han recaído en mucho mayor medida en los más débiles. Ambos aumentaron sobremanera las desigualdades. Así mientras se elevó sustancialmente la fortuna del 1% más rico, el 41% del 20% pobre perdió sus empleos, y creció en gran escala la informalidad laboral.

¿Es posible tener un mundo postpandémico mejor? Sí, si se aprenden las lecciones, y se crean grandes alianzas entre políticas públicas con rostro humano, responsabilidad empresarial, y una sociedad civil movilizada, dirigidas a crear economías inclusivas.

Un ejemplo claro, para derrotar a la pandemia se requiere vacunar cuanto antes al 70% de la población universal. El FMI estima que costaría una suma que es solo el 0,13% del producto bruto de los países del G7. ‘The Economist’ calcula que los beneficios para la economía mundial de esta inversión serían del 17.900% en 4 años. Las alianzas mencionadas pueden impulsar que esto que es viable, se haga realidad.

Usted alude mucho en su libro a la solidaridad. ¿Cree que la solidaridad se impondrá al sálvese quien pueda en esta situación desesperada para muchos?
Está en marcha. Hay 150 millones de voluntarios movidos por la solidaridad, 1.000 millones de participantes en la economía social a través de las cooperativas y otros modelos que la llevan adelante, multitud de emprendedores sociales, nuevos actores sociales como los jóvenes y las mujeres que exigen un mundo solidario. Los prosolidaridad son la gran mayoría del planeta. Están denunciando las múltiples caras del egoísmo a diario, y dando ejemplo.

En Estados Unidos se ha dado un paso adelante con la derrota de Donald Trump. Pero en Europa los nacionalismos y la extrema derecha siguen con buenos resultados electorales. ¿Vencerá la solidaridad también en Europa?

Investigaciones recientes muestran que los populismos de ultraderecha, que prosperaron llamando al nacionalismo extremo, al racismo, la xenofobia, el antisemitismo, el odio a los inmigrantes, se están desgastando y perdiendo terreno en diversos países. No dan solución alguna, si la da la solidaridad. Los países líderes en logros socioeconómicos y humanos y superación de las discriminaciones de género en el mundo son sociedades que la practican a fondo, y tienen las más bajas desigualdades, como los nórdicos, Nueva Zelandia y otros.

El Papa Francisco suele llamar al judaísmo ‘nuestro hermano mayor’»

Bernardo Kliksberg, en audiencia con el Papa

Usted reivindica su condición de judío, pero su libro está lleno de alusiones positivas hacia el papa Francisco. ¿Un mayor diálogo interreligioso también conduciría a más solidaridad?

Ese mayor diálogo se está produciendo y es un potente motor de solidaridad, e inclusión. El Papa Francisco suele llamar al judaísmo «nuestro hermano mayor». Resuenan en sus llamados consecuentes en defensa de los pobres, los inmigrantes, y los excluidos, la voz de los Profetas bíblicos pioneros de la justiciar social.

Por cierto, que el antropocentrismo de las principales religiones monoteístas han sido un obstáculo tiempo atrás en una visión más sostenible del mundo. Si se quiere un mundo mejor, es necesario una concienciación sobre el cambio climático. Usted apuesta por ello pero su mensaje es optimista. ¿Estamos a tiempo?

El cambio climático está generando desequilibrios ecológicos críticos. Los 5 últimos años fueron los más calientes de la historia desde que se inició en 1890 la medición del ascenso de la temperatura de la tierra. El dióxido de carbono, principal gas invernadero, crece a cifras récord. La emisión de energías sucias aumenta. Se han intensificado las olas de calor, la subida de los mares, los huracanes, las inundaciones, el autoincendio de los bosques, las sequías prolongadas, la destrucción de especies, la pérdida de biodiversidad y la polución. Amplios sectores están combatiendo los sórdidos intereses que niegan el tema, produciendo desinformación, para poder seguir lucrando con el statu quo.

Según Gallup, la nueva generación, la Z, es absolutamente proecológica y presiona. Un porcentaje creciente de la opinión pública ha tomado conciencia y demanda cambios en las políticas globales y en las empresas. Hay resultados, como las políticas europeas de bajar las emisiones contaminantes en un 55% hasta fines de esta década, y las similares de la gestión Biden en EEUU, y serios progresos en la producción de energías alternativas, como la solar, la eólica, la mareomotriz, y otras. La sostenibilidad se ha convertido en gran causa mundial. Sin embargo, hay que multiplicar esfuerzos, porque los tiempos apremian. Es una cuestión ética, pero también muy práctica. No hay otro planeta B.

La nueva generación Z es absolutamente proecológica»

Usted es uno de los principales baluartes en el mundo de la RSC y de la ética del desarrollo. Hay estudios que afirman que la mayoría los jóvenes cree que vivirán peor que sus padres. ¿Cómo es posible esto si cada vez hay más conciencia sobre la necesidad de respetar los derechos humanos, que las empresas sean socialmente responsables, que es necesario reducir el consumo, reutilizar más los productos y reciclar todo lo que se pueda?

Los jóvenes son realistas. Hay progresos, pero el paso es muy lento. Se necesitan con urgencia reformas sociales y ecológicas profundas como reclaman entre otros, Greta, Malala, las jóvenes primeras ministras de Finlandia, Dinamarca y Nueva Zelandia, los jóvenes protestatarios que arrasaron con las elecciones en Chile, y muchos otros pidiendo cambios en la calle en otros países. Urge reducir las desigualdades, bajar la pobreza, intensificar las políticas sociales, apoyar las PYMES, las cooperativas, hacer justiciar tributaria, como lo es el proyecto mundial para erradicar la evasión fiscal de las multinacionales, crear oportunidades de calificación y trabajo, y dar un salario decente a todos, eliminar la discriminación de género, proteger la naturaleza, universalizar el derecho a la vacuna antiCovid.

Cada minuto mueren 7 personas por la pandemia, y 11 por el hambre.

No hay justificación posible en un mundo de inmensas potencialidades y con una dotación única de tecnologías.

Para alcanzar un mundo mejor es necesario…
Apostar a la esperanza.
En la obra que me invitó a escribir la tan meritoria y calificada HAC, mostramos sobre todo que hay motivos para ella. Presentamos experiencias ejemplares, países modelo, políticas, empresas, y ciudadanos responsables en acción. Los une la visión de que un mundo para todos es imprescindible y posible.
Nos guía una vieja sabiduría bíblica «Más vale encender una vela que maldecir a la oscuridad».

https://www.haceditorial.com/producto/por-un-mundo-mejor/

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