El edificio más insigne de El Bajondillo, La Casa de las Navajas, vuelve a abrir las puertas de una de sus salas de exposiciones con la inauguración de ‘Días de playa, noches de ciudad’ del pintor malagueño, exponente del boom neofigurativo de finales los 70 en España José Luis Bola Barrionuevo.
El espacio, que ha sido reformado y remodelado tras el parón provocado por la pandemia, trae la muestra pictórica de este artista que sintetiza en un recorrido visual los colores del día y la noche, presentándose como un intento de reconciliación del espectador con su criticado entorno.
La vicepresidenta segunda, Natacha Rivas, junto a la alcaldesa de Torremolinos y vicepresidenta provincial, Margarita del Cid, ha inaugurado esta muestra que se puede visitar hasta el 19 de septiembre, por lo que esta restrospectiva se entiende como una exposición de temporada.
José Luis Bola Barrionuevo (Málaga,1949) es uno de los artistas plásticos más representativos de la corriente de pintores adscritos a la neofiguración de los años 70 y 80. El malagueño, quien iniciara su carrera entre las disciplinas de la Arquitectura, el Paisajismo y la Jardinería, saltó a la rama de la pintura a finales de la década de los 70 y es reconocido por su capacidad de sugerencia y versatilidad, así como por la lucidez, sentido del humor e ironía que recorre su obra. Es el caso de ‘Días de playa, noches de ciudad’, la muestra que ahora exhibe e inaugura, en la que se presentan panorámicas nocturnas, aéreas y fugaces, la naturaleza y la arquitectura -real o imaginada-, dándose cita en clave esteticista, moderna y aristocratizante.
La Casa de los Navajas, la folie de El Bajondillo
Este palacete neomudéjar, ubicado en un acantilado a los pies del mar en el barrio torremolinense de El Bajondillo, es una de las obras arquitectónicas más destacadas del paisaje de la Costa del Sol. Construido en 1925 por la familia Luque-Navajas, la singularidad del edificio se sostiene en su estilo caprichoso y lujoso, inspirado en el arte árabe y la decoración de la Alhambra.
El paso del tiempo y la capitalidad turística de la que comenzó a gozar Torremolinos a partir de la década de los 60 permitió que la vista del paisaje costero se transformara en una de las más sincréticas de la zona, dada la construcción durante estos años de modernas torres, hoteles y todo tipo de infraestructuras dedicadas al ocio.
