Locura en las calles, en las casetas, en los chiringuitos y bares del centro con una esperada/deseada feria que todo lo cura. Da igual el calor, la inflación, Ucrania, el covid, los incendios. Es tiempo de feria y lo demás no importa.
Se esperan batir todos los récords de afluencia de gente, de turismo, de ocupación hotelera, de ingresos en la hosteleria y claro está en el otro lado de la moneda, récord de kilos de basura en plazas, calles y playas, robos, peleas, denuncias por agresiones y tráfico y de consumo de alcohol y otras drogas.
Resulta paradójico que desde Europa se pida un consumo mínimo y responsable de la energia y nosotros sigamos a lo nuestro. Tomándome una caña me decía el propietario que a él ni Sanchez ni nadie le iba a decir a qué temperatura tenía que poner el aire acondicionado en su casa (bar).
En su casa le dicen qué permisos y licencias necesita para abrir su negocio, cómo tienen que ser los lavabos adaptados para minusvalidos, cómo insonorizar el local, a qué hora tiene que cerrar, cuántos metros de terraza ocupar, el volumen de la música, sueldo de los empleados, etcétera, pero en un gesto de rebeldía y orgullo el hombre se negaba a que le impusiesen la temperatura en su local.
En esta edición hay alguna novedad, como el curso para aprender a ligar impartido por Mike Toro (instructor de seducción) con el
permiso del Ayuntamiento y el descontento y la desaprobación de la oposición.
Y también lo de siempre, noche de fuegos artificiales y estruendos. Una pregunta: ¿para cuándo unos fuegos insonoros como ya hay en otras ciudades? Supongo que muchos mayores enfermos, niños autistas o con miedo a los ruidos estrepitosos (alcanzan los 170 decibelios), perros y otros animales se lo agradecerían.
No sé si habrá hielo y camareros suficientes en esta feria, de lo que estoy seguro es de que habrá sexo (espero que consentido y sin pinchazos) drogas (con moderación por favor) y ojalá mucho rock & roll.
La feria que todo ‘locura’
