Los griegos denominaban Enotria, tierra del vino, a toda la península Itálica

La fruta del deseo y del olvido

Vino para quedarse. En la tierra, en la boca, en la memoria de la Historia donde tiene muy antiguas raíces. Puede incluso que la vida sea una uva –al igual que las del hombre su piel madura en sequedad – y fue por descarnar su pulpa y disfrutar su jugo por lo que fuimos expulsados de su paraíso, y a él volvemos cada vez que nos embriagamos mediante una sinfonía de sentidos seducidos. Noé tal vez supo el secreto, y procuró navegar a salvo las vides silvestres, y lo que pudo de su brindis contra las tormentas, la incertidumbre y los espejismos del deseo bajo las lluvias del mar en alto, y en horizonte lejos.

La cuestión es que del vino somos una cultura, un trabajo, una fiesta, un instante de eternidad”

, y en las salas del Archivo Municipal hasta el 15 de septiembre una exposición con la que Octavio Colis nos llena la copa de vino con la misma pasión que Omar Jayyan y su sensibilidad de cosechero del color en los campos del dibujo, del grabado, de la pintura con temperatura de sol.

Ilustraciones de Octavio Colis (Foto: Antonio Lafuente)

De cepa logroñesa este polifacético artista conoce del vino todos sus arcanos, sus peligros, sus bonanzas, sus leyendas. Desde Avicena que advirtió de su enemistad con el sabio a Humphrey Bogart certero en su conciencia de que el mundo entero tenía más o menos tres vasos de vino de retraso. Seguro que está de acuerdo Colis, autor también de un libro que degustar despacio, en cuyas páginas encontramos el Vitis Vinifera del capitán del Arca, los vinun titillum romanos, el champagne del monje Pérignon, el velo de flor de Jerez, los brindis junto a una mesa de piedra del Neolítico y los perfiles de la hoja de la vid cuneiforme y su perfección, orbicular en otro acabado en estrella.

Seis perfiles de la hoja de la vid. Reniforme, cuneiforme, trilobulada, pentalobulada, cordiforme, orbicular.

Que belleza y tentación las varietales de la uva sujetas al clima, al hollejo, a la versión del sueño del que maduran”

Malvasía, garnacha, chardonnay, pinot noir, syrah, merlot, son algunas varietales de las que nos cuenta este viaje por el paladar de Francia, de Italia, de España y de Málaga, con sus nombres personales y curiosos como el Grillo de Somontano con volumen y final largo, el Blanco y en botella de Pernord Ricard o el monastrell Besos de Lobo, y exquisitos en el precio de su bouquet como el dulce Egon Müller del Bajo Saar, el Chateau Laffite, el borgoña Romanée Conti. No escatima en escanciar sus propiedades este escritor que tan bien nos pinta cada caldo en su color de Málaga, y su viticultura en América, en China, en el cabo de África donde Van Riebeeck arraigó una cepa en 1656, en las laderas en derrumbe de la Ribera Sacra, y en la Rioja de los caminos de la lengua y de la religión, tan románicas en sus raíces y en sus secretos.

Los vinos de Argentina y de Chile se han colocado entre los mejores del mundo

Verdes, azules, amarillos, envioletados, pámpanos, albarizas, sarmientos, paisaje y sus labores de mujeres y hombres entre las ilustraciones de la exposición, trazadas con la improvisación detallada propia del cuaderno de apuntes, del libro de viaje desde el que se ha ido asomando Octavio Colis a los anclajes, las yemas, los, viñedos, los racimos, los espartos que refleja el lápiz, que se intuyen bajo el resplandor de los colores, y a un lado de la vereda su caligrafía oriental en sello.

Manxa, tierra seca, y el viñedo más extenso del mundo con nueve denominaciones de origen

Sin complejo cada paso de boca y en armonía los aromas, las esencias y su persistencia, representan el preludio del vino y su musicalidad”

Nos recuerda el autor que de cada una de estas huellas está impregnada nuestra memoria sentimental. Lo mismo que la de los clásicos, la del cine, la de la política, la de la literatura y la religión de la que sus dioses y maestros siempre dieron cuenta. Xiutros, Osiris, Utnapishtin, Dionisios, Siddarta, Confucio, Lao Tsé. Baudelaire, Stendhal, Borges, Ibn Zaydum, Umm al-Kiram. ¿Quién no ama el rubor de un beso que se bebe, la desnudez de su lengua?

Vinos de Málaga

La gravedad de la primera lágrima del vino, la esencia de su carácter carnoso y la temperatura de su naturaleza, la consistencia de colmar la boca, su juventud frutal con un dejo de aspereza, de su impronta franca, fuerte, con perfume cálido.

Cada vino nos deja una huella que persiste o que se apaga, que nos confiere templanza o coraje. Descubrirla es el placer del aprendizaje”.

Y esta exposición, comisariada por Antonio Lafuente, es un primer paso para adentrarse en la cultura del vino y en su respiración, recordando la singularidad  del xarab al malaquí y de la práctica del asoleo y enyesado de las uvas, de las uvas pasas, de los vinos de arrope y de los vinos dulces. Dos mesas redondas compuestas por José Manuel Moreno, secretario general del Consejo Regulador Denominación de Origen Sierras de Málaga y Pasas de Málaga y director del Museo del Vino de Málaga, el sumilier Marcos Trujillo, el bodeguero José Miguel López y los periodistas Amaya Cervera y Juancho Asenjo junto con Octavio Colís  abordarán en el MUPAM también los matices que envuelven al líquido protagonista.

El vino, en todos los sentidos. Excelente título para una exposición y un libro sin aristas su equilibrio, redondo en armonía”.

Fiesta báquica

Que vistan las copas, veamos el ribete en el cristal, cobijemos su aroma y que cada cual viva su vino. Brindemos.

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