Busca el centro desde el Jardín de los Monos o viceversa. Una calle que hace barrio. Donde habita la resistencia contra la colonización turística de la ciudad. Un oasis raro. A veces selva. Plagado de grafitis, vestigios de la antigua Málaga y solares vacíos. Arte urbano en sus fachadas y jardines comunitarios ganados a la nada. Vecinos que intentan vivir en comunidad.

Mezcla de culturas, etnias y nacionalidades. Transita paralela a la calle Victoria, pero Lagunillas tiene otro sol. Luz natural y paredes de colores albergan negocios de toda índole. “En Lagunillas cabe todo”, dice un vecino que fuma tranquilo en la puerta de una casa con síntomas de ruina.

«Málaga no se vende»
Un mensaje claro inunda sus paredes. «Málaga no se vende». En Lagunillas sus vecinos actúan. Y le han ganado espacios al asfalto para disfrute comunitario. Un pequeño jardín acá, una plazita allá. Su propio lugar para los perros. Aún así, la pandemia también ha golpeado la zona restando brillo a su merecido título de ‘Soho auténtico de Málaga‘.

Fruta, verdura, carne, pan, congelados. Estancos, cantinas, hostales, centros sociales, talleres, tiendas orgánicas, lotería. De todo ahí en este tramo de asfalto con personalidad propia. Tenderos de toda la vida se mezclan ahora con espacios alternativos de trasfondo social y culural.

“Y los mejores pollos de Málaga”
«Y los mejores pollos de Málaga», avisa una señora. Una salsa secreta con mucho ajo baña los pollos asados que vuelan por decenas en un local emblemático del barrio. Haciendo fila los vecinos se ponen al día. Punto de encuentro cuando el hambre aprieta. Y solución rápida y económica para alimentar a la familia. Todo al estilo ‘Don Pablo’.

Una calle convertida en galería urbana por autores como Doger, José Luis BogArt, Dadi Dreucol, Onze o Lalone. Algunos murales ya deteriorados y otros mejor conservados. Pero todos le aportan a la calle un aire distinto. Entre ellos, uno de los más llamativos es el del pulpo.

Pero en ese resurgir alternativo de esta calle, que debe su nombre a las lagunas que la circundaban, casi todos citan a Miguel Ángel Chamorro, cara de un antiguo mural en Plaza Esperanza. Fue uno de los principales impulsores de la vida cultural del barrio con su asociación ‘Fantasía en Lagunillas’. Sin embargo, las guías del proyecto de grafitis fueron Concha Rodríguez, de la asociación ‘El futuro está muy Grease‘, y Dita Segura.

A todos ellos. Y a sus antiguos y nuevos residentes: gracias por resistir.