Los huérfanos de UPyD

Multitud de pequeños partidos tratan de heredar el espíritu magenta

A finales del año pasado desapareció UPyD. En realidad, desde febrero de 2016 era ya un zombi. Porque el partido de Rosa Díez, una vez que se fue ella y el resto de fundadores no era ya ni sombra de lo que fue. Para ser más exactos, su situación moribunda viene de 2014, cuando Ciudadanos le ganó la partida del centro —de lo que antes se decía transversalidad—, y se acentuó tras las municipales de 2015 cuando se hizo patente que los magentas no contaban con apoyo electoral.

Existe un espacio moderado que demanda separición de poderes, más transparencia, terminar con duplicidades, limitación de mandatos… que está sin referente partidista

Desde entonces —y desde que se evidenció que Ciudadanos, la ‘veleta naranja’, no se le parecía en absoluto, sin directrices políticas claras, importándoles más los sillones que las políticas— el votante magenta se quedó huérfano. Además se da las circunstancias de que el PSOE se ha echado en manos de la extrema izquierda y nacionalistas; el PP no tiene claro si virar al centro —otra vez— o rescatar al electorado más conservador de Vox; y Ciudadanos —ya lo he dicho— sin rumbo claro. Ese espacio moderado, que persigue la separación de los tres poderes, que haya más transparencia, acabar con el bipartidismo viciado, que se cierren los chiringuitos y terminar con las duplicidades administrativas, que el Estado central recupere las competencias de Educación, Sanidad y Justicia, que entre gente con valía a la política y que acepte que sitio en política es limitada a un máximo de dos o tres legislaturas… está sin referente partidista. Y así han surgido varios partidos que en mayor o menor parte han recogido este legado político.

Centro de Izquierda de España (dCIDE) está liderado por Antonio Robles —quien fuera el primer secretario general de Ciudadanos y posteriormente candidato a la Generalitat por UPyD—. Enfatiza mucho en el problema de la inmersión lingüística en Cataluña. Quizá sea de los que mejor recoge el programa de UPyD, o más bien diría que los de Rosa Díez inicialmente recogieron el guante de Ciudadanos para toda España. Y Ciudadanos no habría sido posible sin el trabajo previo de décadas de activistas como Antonio Robles en la Asociación por la Tolerancia y Santiago Trancón —impulsor del Manifiesto de los 2.300—, los dos promotores principales de dCIDE. Sin embargo, su identificación clara con la izquierda le resta uno de los elementos esenciales para estos huérfanos magentas: la transversalidad, muy discutida por aquellos que opinan que al final esos partidos transversales acaban siendo una derecha de tapadillo.

En el centro Antonio Robles con Santiago Trancón y una dirigente de dCIDE

Izquierda en Positivo, en un espacio aparentemente muy similar a dCIDE, da un paso más hacia la izquierda al fichar como candidata a la presidencia de Cataluña a Celia Cánovas Essard, ex senadora de Podemos. La auténtica izquierda frente al nacionalismo, postura bastante razonable pero que en España cuesta comprender. Pero situarse en una izquierda más radicalizada probablemente le restará mucho apoyo. Si rascamos un poco sobre este partido vemos que han tenido mucha cercanía con el Actúa de Gaspar Llamazares y Baltasar Garzón, con Yanis Varoufakis y con el expresidente ecuatoriano Rafael Correa (de corte similar a Hugo Chávez y Evo Morales). Lo curioso es que la dirección del partido ha caído en manos de antiguos militantes de UPYD, pero por una operación de marketing político —muy equivocada bajo mi punto de vista— hayan puesto de candidata a una persona que viene de Podemos, con todas las críticas organizativas al partido de Pablo Iglesias que se quiera, pero situada en ese espectro ideológico.

Cánovas Essard, ex senadora de Podemos y candidata de Izquierda en Positivo a la presidencia de Cataluña

Unidos Sí es una formación surgida desde desafectos de Podemos Cataluña. Este pequeño grupo ya cuando militaba en la formación de Pablo Iglesias les separaba la cuestión orgánica —en la práctica una democracia interna muy limitada— y su cada vez mayor acercamiento a formaciones nacionalistas o muy transigentes con el nacionalismo —como los restos del PSUC o Iniciativa per Catalunya—.  Ya como Unidos Sí además tienen un discurso más moderado que los morados, aludiendo como referentes al laborismo británico y los socialdemócratas alemanes de los años 60, y además no miran hacia regímenes como los de Cuba o Venezuela. Todo ello ha provocado que teniendo unos orígenes muy alejados de UPYD, sí hayan atraído a algunos antiguos militantes magentas. Su figura más destacada es Enric Martínez, antiguo miembro de Podemos y muy asiduo a tertulias de 13TV criticando a su antiguo partido incluso antes de que lo hubiera abandonado.

A la derecha Enric Martínez

Si poco a poco nos hemos ido alejando de UPYD por la izquierda, veamos qué ocurre por la derecha.

Democracia y Libertad Popular es un partido que nace desde la órbita del PP. Anterior a Vox por unos meses, no ha tenido demasiada repercusión. En realidad, se sitúa políticamente en donde estaban los de Abascal cuando eran los de Vidal Quadras, en el espacio de Aznar frente al del PP de Rajoy. Si los incluyo en este análisis es porque incorporan muchos principios ‘upydianos’ como «la regeneración de la Democracia en España desde un planteamiento político liberal y con una finalidad y objetivo social», en ese pretendido espacio socioliberal y transversal de UPyD; «defensa del Español como lengua común y oficial de España», algo bastante olvidado en el PP, sobre todo en Galicia —que es donde mayor poder conservan—; «devolución de Competencias al Estado Central»; «equiparación salarial en todo el Estado para todos los Funcionarios, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, Militares»; «elección del CGPJ por votación directa y secreta entre los miembros de la carrera judicial»; reforma de la Ley Electoral; supresión del Senado y las Diputaciones Provinciales; reducción de los mandatos de los cargos públicos, etc. Pero tiene otros puntos programáticos muy a la derecha —como la supresión de las CCAA, ilegalización de partidos independentistas, protección especial al cristianismo dentro de un Estado aconfesional…—.

Sara González, presidenta de DLP, en un acto por la equiparación salarial de policías

Y algunos ex miembros de Vox han fundado España Suma. Aprovechando la torpeza del PP al no registrar la marca de su (im)posible coalición con Ciudadanos, han registrado un partido con el mismo nombre. Los incluyo en este artículo porque se dicen transversales, pero proviniendo de Vox es difícil creer que tengan más coincidencias con UPyD que las de cualquier partido de la nueva ola (que luego no suelen cumplir)—

separación de poderes, transparencia, primarias con igualdad de oportunidades…—. De momento carecen de web y de logo (o al menos no he sabido encontrarlos), por lo que se intuye que están en una fase muy embrionaria.

Contigo Somos Democracia es un partido que claramente trata de situarse en ese espacio socioliberal, como además se autodefinen, y dan mucha importancia a la transparencia. La inclusión de un código ético expuesto en su web le da un aire de regeneración que supera incluso al listón de UPyD (partido sin ningún caso de corrupción). A través de la firma de colaboración con la Fundación Liderar con Sentido Común sus afiliados y (pocos) cargos públicos se formarán en liderazgo, lo que vislumbra una preocupación por la formación de sus cargos.

Su mayor problema es que proviene de descontentos de Ciudadanos, de cuando los naranjas dejaron de lado su ala socialdemócrata a principios de 2017, y da la impresión de que su política de expansión no ha ido mucho más allá de localizar concejales no adscritos que habían sido elegidos en listas de Ciudadanos. Y sin un proyecto claro, más allá de vendettas contra los que eran de Albert Rivera, no han tenido mucho impacto electoral en las municipales de 2019, que era su apuesta fuerte.

Jose Enrique Aguar, presidente de Contigo Somos Democracia

Un partido que retoma en gran medida el aire fresco de UPyD es Alianza Cívica, precisamente porque no parte de UPyD sino que, como aquél, surge como algo nuevo. En concreto parte de grupos de autoayuda frente a la pandemia de la Covid-19, es decir, de la sociedad civil, como los de Rosa Díez nacieron del colectivo ¡Basta ya!. Dándose cuenta que la autoayuda es un parche y que son necesarias reformas estructurales, la única forma de afrontar esos cambios es mediante la acción en el Legislativo y en el Ejecutivo, para lo que solo les queda como vía formar un partido político.

Otra coincidencia muy importante con los magentas es que nacen para desaparecer cuando no sean necesarios. Así lo repetía mucho Rosa Díez y, de hecho, trató de cumplirlo, aunque sus sucesores alargaron la agonía del partido. Ese ánimo de Alianza Cívica de no perpetuación debería incluirse no solo para el partido —cuyo horizonte puede estar más difuminado— sino en la duración de sus cargos tanto internos como institucionales, y sobre ello desconozco su postura.

También incluyen un código ético en su web, lo que les sitúa en la vanguardia de la regeneración. Además, enfatizan mucho en la cuestión de transparencia con informes a los afiliados sobre las gestiones realizadas por la junta directiva. Y su preocupación por la democracia interna no parece solo una apariencia: con que un afiliado plantee un punto en el orden del día se discutirá, algo muy loable pero que puede que sea inoperativo una vez el partido empiece a crecer.

Otro punto en el que coinciden con UPYD es en que no tienen juventudes, ni las contemplan para el futuro. Y otro en el que los superan es que renuncian a tener fundación, que suele ser fuente de despilfarro y opacidad de los partidos. Recordemos, por ejemplo, que UPYD puntuaba muy bien en los informes de la Fundación Compromiso y Transparencia pero que su fundación era muy opaca según los mismos informes. O tengamos en mente que Vox ha pasado de pedir que no se subvencionen a los partidos políticos, sindicatos, etc. a contar con suculentas subvenciones y crear un sindicato y un ‘think tank’, cada uno de los cuales tendrá su lluvia de dinero público en un futuro cercano.

Una ventaja con la que cuenta Alianza es que está más cerca de ese intento de superación de la izquierda y la derecha que los otros de los que hemos hablado, que cometen el error de autoetiquetarse en espacios políticos que les restan crecimiento electoral. Los votantes de posiciones regeneradoras no suelen mirar tanto el color ideológico como la necesidad de aplicar políticas concretas para momentos precisos y que éstas podrían cambiar si las circunstancias variasen. Eso no es ‘veletismo’ político o cambio de chaqueta, sino pragmatismo y transversalidad auténtica.

Y cuentan con otro punto positivo más —que UPyD no llegó a tener—, la falta de prisa por darse a conocer. En los plazos temporales han tenido más suerte que Rosa Díez que tuvo que presentar su partido en septiembre de 2007 y medio año después ya había elecciones generales. Recordemos que a Ciudadanos, le tocó aún correr más, se presentó a las Catalanas solo tres meses después de haberse fundado—. Tanto magentas como naranjas consiguieron milagros electorales al entrar en las instituciones. Pues Alianza Cívica se constituyó en junio de 2020, aún no se ha presentado públicamente si quiera, y parece que su primer envite electoral será la desconcertante fecha de las próximas elecciones generales. Este margen temporal le permite ir construyendo las bases programáticas y organizativas, para no caer en el error repetido por UPyD, Podemos, Ciudadanos y Vox —la nueva ola de partidos—, que es haber formado en realidad plataformas electorales al servicio de su líder nacional y descuidando la construcción del partido en los niveles provincial y local.

Por último, y perdonen que me extienda algo más en este partido, pero es el que objetivamente parece que tiene más posibilidades, es que cuenta con apoyos de intelectuales y gente con proyección social que no tardarán en revelar. Su sede en frente del Congreso de los Diputados no es que sea un vaticinio en sí sobre su futuro, pero hace sospechar que no son cuatro pelados para poder permitirse estar ubicados en esta privilegiada zona de Madrid.

Vistas recientes de Madrid nevado desde la sede Alianza Cívica

Cada partido se ve así mismo como el único con posibilidades electorales. Los demás deberían disolverse y sus militantes integrarse en ‘el mío’

Para acabar, quería señalar algo en común a todos estos (¿todavía?) pequeños partidos. Cada uno se ve a sí mismo como el más auténtico, el único con posibilidades electorales y por tanto la mejor opción sería que los demás se disolvieran y se integrasen ‘en el mío’. Hasta 2008 que una nueva formación entrase en el Congreso parecía imposible. Desde entonces son varios los que lo han conseguido y eso da esperanza de que alguno de ellos

pudiera conseguirlo. Al final puede ocurrir como con el dilema del prisionero, todas toman la opción más egoísta de no disolverse in integrarse y el resultado final es negativo para estos huérfanos de UPyD que quedan sin representación.

Gonzalo Sichar es doctor en Antropología y licenciado en Económicas. Delegado en Andalucía de HAC Global, secretario general del Centro de Investigaciones sobre los Totalitarismos y Movimientos Autoritarios (CITMA) y presidente de InnovaÉtica. Profesor de Antropología en la UNED, es autor de más de una decena de libros entre los que destaca Las siglas de la democracia. Diccionario de organizaciones políticas españolas

1 Comment

  1. Es necesario sanar la democracia española, con la aparición de nuevas formaciones políticas que renueven a la actual clase política, que ha demostrado no estar al nivel adecuado, para proteger la calidad democrática, que se requiere en nuestro país.

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