Hablando con mi hermana el otro día de lo de Will me decía que se le había caido un mito. Lo mejor, pienso yo, es no tenerlos y así no se te caerán.
Viendo el martes pasado la llegada de la selección española de fútbol a La Coruña, observé a los niños/adolescentes llorando a ‘moco tendido’ mientras unos chavales de ventipocos les firmaban unas camisetas de 90 pavos.
Pasa con los actores/actrices también. Esta semana en el Festival de Cine a más de uno le ha caído barro esperando ver pasar a sus ídolos cinematográficos, en los conciertos más de lo mismo. El fenómeno fan (de fanático) es extenso y diverso.
El pensar que alguien es un ser superior, un héroe, un mito, por como le pega a la pelota, canta una canción o actúa para mí es un grave error de enfoque en nuestra sociedad ,muy común, y que todos en mayor o menor medida hemos cometido.
Yo fuí muy de Messi, pero jamás gasté lo que no tengo por verlo, ni lo perseguí gritando detrás de su coche, ni tampoco lloré al verle meter un gol (y algunos créanme eran obras de arte).
Supongo que la edad también afecta o debería en la intensidad. No es lo mismo vibrar y emocionarte con una canción en directo de tu supergrupo, que no llegar a fin de mes y gastarte un pastón por ver un partido y acabar insultando al árbitro o en el peor de los casos peleándote con otro fánatico.
Supongo que ellos (los héroes) no han pedido serlo y algunos lo llevarán mal, quizás porque en su foro interno saben que fallarán, como personas que son, ni mitos ni leyendas.
Desde hace tiempo sigo o admiro a otro tipo de personas, ninguna aparece en la tele, ni en las redes. Ninguno recibe premios ni aplausos, son personas de mi entorno, como Angela, una gran mujer que se hizo cargo de sus cuatro sobrinos y los sacó adelante a base de partirse el lomo trabajando y regentando un economato en La Malagueta y una panadería en su pueblo, renunciando incluso a su propia maternidad.
Para ella toda mi admiración y mi aplauso. No sé tú, pero yo prefiero a los héroes de barrio.
