¿Quién dio permiso?

Pasaron los años sin percatarme que la juventud y la habituada costumbre de vivir, se alejaba de mí.

Cuánto tiempo creyendo que eso, a lo que llamaba vida, seria así para siempre.

No supe darme cuenta que nada es estático, inerte. La vida tiene movimiento y su propio pulmón, respira sola, sin ayuda.

Una mañana desperté y nada de lo conocido estaba en su lugar. El movimiento que acunaba mis ilusiones, que me hacía sentir seguro y me balanceaba, desapareció.

Me encontré en un mundo desconocido, un mundo que se me escapaba sin poder retenerlo. Llegó sin anunciarse y tampoco dejó despedirme del anterior

¿Quién dio permiso para cambiarlo todo?

Me preguntaba sin demasiado interés en obtener respuesta, sobre si la brújula del tiempo, podía retroceder en algún momento.

Y como un desconocido, explorando este nuevo medio, me quedé en el pasado. Sin saber que la vida, era un continuo continuar, que no se para por nada ni por nadie. Que te obliga a seguirla a su ritmo o te quedas opuesto a él.

Descubrí, que los valores donde siempre me he apoyado, cambian según los tiempos, intereses y costumbres.

Me encuentro en un desierto que no conozco, desolado y desubicado. Mis puertas no abren hacia fuera como hacía antes. Se han cerrado y solo me llevan a mi interior.

¿Quién dijo que teníamos que crecer a través de superar obstáculos y madurar con ellos?

Nadie me avisó, nadie me advirtió y nadie me enseñó que madurar y crecer, no era solo unos centímetros más de altura y unas cuantas arrugas en tu piel.

¿Ahora, ahora me dicen eso?

Ahora solo reclamo lo que con tanto esfuerzo gané, con lo único que quiero estar, mí pasado.

¿Quién dio permiso para que mis hijos crecieran? ¿Quién dio permiso para que mis amigos se fueran? ¿Quién dijo que ya no bailara más, comiera poco y trabajara menos?

¿Quién dio permiso para retirarme de esta vereda?

En un intento de aproximación a mi vida, me encontré con mi nueva versión. Soy alguien diferente que no se identifica con este mundo que vive ahora. Un parecido al que fui y no seré más.

Pero a pesar de esta metamorfosis, custodio en secreto mis recuerdos. Esos que enseño y exhibo con todo esmero y cuidado solo, para corazones perdidos como el mío

Sigo bailando al son de mi canción preferida, con baladas y sonidos de aquel pincha discos melenudo y conquistador.

Navego por los mares de la ilusión, donde aún existen días venturosos sin explorar.

Arribo en un puerto de pesado trabajo, pero de alegre recompensa.

En mi mundo, aun comprendo la vida, sus leyes y normas. Incluso espero que me queme el sol, que me siga quejando de este día de calor, que me despierte el alboroto de mis hijos

Y sigo haciendo lo que debo hacer, solo que ya, no sé, para quién. Todos mis momentos siguen vivos dentro de mí.

Mi yo, no sabe quién es esa persona que hay frente al espejo, canoso, estriado, melancólico y perdido. Mi yo, ese que sigue dentro, solo ve al valiente aventurero, temerario capitán de los complejos vacíos listos para vigilar de noche.

Sabe solo de aquel joven de pelo negro azabache, espigado como un junco y diluido en su música. Sigo viendo al pícaro bribón que sabía conseguir lo que quería con guerrillas y otras, con chanzas y guasa. Todo un reto de vida

Y ahora, el reto es seguir viviendo, sobreviviendo a este destierro interior al que la vida me obliga a aceptar. Pero sin música ni bailes, sin chanzas ni debates, sin trabajo duro ni objetivos.

¿Quién dio permiso para que acabara?

Paren esto, yo me bajo aquí.

Deja una respuesta

Your email address will not be published.

0 £0.00