Rosa Díez: «Estoy en la reserva y entrenada»

La ex portavoz de UPyD recibió el Premio Libertad 2020

El pasado sábado 16 de octubre acudí al CAC a la entrega del Premio Libertad 2020, que otorga cada año (y ya van seis) el Club Liberal 1812 de Málaga. La homenajeada era la que fue portavoz nacional de UPyD desde su nacimiento en 2007 hasta 2015. Todo lo que vino después de ella era ya ‘otra cosa’, aunque guardasen las mismas siglas.

Me encontré a una mujer que confesó tener 69 años pero cuya vitalidad era la misma que mantenía en 2007 cuando la conocí personalmente. Mi admiración hacia ella ya venía de su etapa socialista, incluso me pareció muy buena aquella campaña aquella de ‘Ven y cuéntalo’, que lanzó el Gobierno vasco cuando ella era consejera de Turismo.

Para los huérfanos políticos el ambiente político es tan crispado, como bajo el nivel intelectual de las discusiones políticas»

Para los que llevamos varios años como huérfanos políticos es difícil que alguna de las discusiones parlamentarias nos pueda entusiasmar. El ambiente es tan crispado, como bajo el nivel intelectual de las discusiones políticas.

El acto del Club Liberal prácticamente se abrió con un resumen de intervenciones de Rosa Díez, de las que en los primeros minutos sacó aquellos momentos memorables en las que desquiciaba al tranquilísimo Mariano Rajoy. Un hombre del público intervino después para agradecer ese vídeo porque con Pedro Sánchez se le «había olvidado lo malo que era Rajoy».

Rosa, como todos los políticos, puede gustar más o menos, pero que sus intervenciones tenían una pizca de ironía y sarcasmo es algo que nadie puede negar. Y además es una persona que gana muchísimo en las distancias cortas, por su cercanía y simpatía, muy alejada de esa imagen de señorita Rottenmeier que algunos medios de comunicación le han querido adjudicar.

Nunca me fui. A mí me echaron los españoles. Pero estoy en la reserva, me entreno para estar preparada por si me llaman a filas»

Viéndola tan fresca, tan animada, tan ocurrente, y manteniendo esa facilidad de palabra, no pude contenerme, y en las intervenciones del público le pregunté: «¿Por qué no vuelves?».

Ella respondió: «Yo nunca me fui. A mí me echaron los españoles. No me votaron y me tuve que ir. Pero estoy como algunos militares, en la reserva. Y como ellos, me entreno para estar preparada por si me llaman a filas. Y como ellos, prefiero que no me llamen, pero si me llaman estoy entrenada».

Con un PSOE virado a la izquierda, un PP acomplejado y un Vox trumpista hay espacio para Rosa Díez»

En este puzle partitocrático cada vez hay más organizaciones y pareciera que no cabría ninguna más. Pero con un PSOE que reivindica la socialdemocracia en los congresos y de cara a la galería, pero que pacta con ERC, EH Bildu, Podemos…; con un PP que, en palabras de Alberto Núñez Feijóo, tiene que colindar con el PSOE (¡¡¡con este PSOE que acabo de describir!!!); con un Cs desdibujado totalmente y comportándose como una veleta cada vez más sensible al cambio de viento; con un Vox que continúa en el trumpismo después de la era Trump, que por imitación hasta coquetea con los antivacunas (Santiago Abascal en una entrevista de Federico Jiménez Losantos no quiso decir si estaba vacunado o no) y los antimascarillas, obsesionado con conspiraciones de presunta base globalista… hay espacio para lo que representaba Rosa Díez.

Y según fuimos testigos los que llenábamos el CAC, no solo lo que representaba sino lo que continúa representando. Y energía no le falta. Y citó a una parlamentaria que si se uniese a un nuevo proyecto liderado por alguna de las dos o coliderado por ambas —sería algo único, un partido liderado por dos mujeres—, al PP y a Vox les temblarían las patas de los escaños.

Vox tiene muchísimo ‘voto prestado’, porque los complejos del PP siguen expulsando votos ‘azules’ pero es gente que vota ‘con la nariz tapada’. En España no hay tantos simpatizantes de una línea a lo Salvini u Orban, ni tanta gente obsesionada por la mano omnipresente de George Soros, ni atemorizada por una ‘invasión’ de inmigrantes.

El PP está recuperando votos, a pesar del propio PP, y sobre todo a pesar de Pablo Casado. La política tiene sus ciclos, y parece que estamos cerca de uno nuevo de derechas. El hundimiento de Cs está ayudando a reconcentrar el voto alrededor del PP, pero este partido tiene un presidente que no lidera, que no convence ni a los suyos, y que si sale algo sin complejos pero sin el extremismo de Vox podría tener una fuga importante.

UPyD, tres o cuatro años antes que el movimiento 15M, generó el debate regeneracionista»

Por eso no sería descabellado pensar que una vuelta de Rosa Díez a la primera línea de la política partidista le llevaría a tener representación. Y que esos debates que generó UPyD tres o cuatro años antes que el movimiento 15M —una persona un voto, independencia judicial, transparencia y rendición de cuentas… en definitiva, limpiar la ‘cosa pública’— puedan ser de nuevo defendidos por convencimiento y no solo para adornar programas electorales que no se piensan cumplir.

Recordemos que UPyD logró abrir casos judiciales como el de Bankia, defendió a los preferentistas de los bancos abusivos, impugnó el enorme —aunque poco conocido— rescate financiero encubierto de Navarra, denunció los nombramientos de un órgano tan delicado como el Consejo de Seguridad Nuclear o el lamentable reparto partidista del Consejo General del Poder Judicial —que seguimos padeciendo en estos días, más de diez años después—, logró la imputación de 78 beneficiarios de las ‘tarjetas black’, logró que la Fiscalía investigase a 41 cajas por este asunto de las ‘tarjetas negras’, se querelló contra Artur Mas y la familia Pujol —en una época en la que se trataba a Pujol como honorable—, denunció a la Junta de Andalucía y a UGT en esa comunidad autónoma…

Toda esta nueva política quedó aparcada desde 2015, aunque ha habido algunos conatos esporádicos de vez en cuando.

Si Rosa Díez saliese de la reserva probablemente tendrá que cuidar este grupo mucho la comunicación. Probablemente la mayoría de los lectores de este artículo desconozcan la mayoría de los casos en los que el partido magenta trató de limpiar la política y que acabo de describir. En la memoria colectiva queda un partido con una portavoz muy protestona —razones había para protestar— y centrado en la cuestión del combate al nacionalismo.

Y en el colectivo más a la izquierda incluso seguramente queda la de un partido que, como todos los de derechas, dice que no es de izquierdas ni de derechas, precisamente por eso, porque es de derechas.

Pero a la vista de los ejemplos descritos es patente que ha sido el intento más regenerador que ha conocido la política en España. Ojalá vuelva esa política de regeneración, que no pactaba sillas en el CGPJ sino que peleaba porque ningún partido metiera sus zarpas en la elección de los jueces, o que declinaba estar en los consejos de las cajas porque fueron los políticos los que las acabaron de hundir. Ojalá esto no sea un sueño. Ojalá pase de la reserva a la primera línea.

Gonzalo Sichar es doctor en Antropología y licenciado en Económicas. Delegado en Andalucía de HAC Global. Profesor de Antropología en la UNED y secretario general del Centro de Investigación de los totalitarismos y Movimientos Autoritarios (CITMA). Es autor de más de una decena de libros entre los que destaca la coautoría de ‘Las siglas de la democracia. Diccionario de organizaciones políticas españolas’.

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