Salvador Moreno Peralta, la diagonal del arquitecto

Desafiar el orden, conversar con el espacio, resolver la idea, crearle estética a las proporciones, trazar las heterotopías de la ciudad. No es fácil mantener el pulso alzado con estas exigencias de las que ha hecho una firma prestigiada con el Premio Nacional de Urbanismo en 1983, el Europa Nostra de 1999 y el reconocimiento de una trayectoria constructiva en la que destacan su rehabilitación de la ciudadela de Melilla La Vieja y la peatonalización del centro de Torremolinos.

Salvador Moreno Peralta (Málaga 1947) es un arquetipo de su oficio con vocación de músico y de escritor de periódicos. Es académico rebelde, y conversador apasionado allí dónde un debate valga la pena de argumentar desde la brillantez de su oratoria. Él no plagia objetos que se exponen bajo creación propia, tampoco calca modelos escasamente pulidos de ecos. Moreno Peralta es autor transversal de sí mismo y no se le quedan quietas las ideas ni los ojos penetrantes. Mantiene su destreza en la aventura de mirar que le lleva a ver a Rothko y a Scully en las medianerías, a Mondrian en una fachada, la metrópolis de Paul Citroen o a Grosz en un barrio de Málaga. La ciudad a la que lleva décadas tomándole el pulso de su realidad, de sus latidos de atrás, de sus ficciones moralistas, distópicas y en controversia.

¿La arquitectura le llamó desde el cine, desde un dibujo o desde su tendencia a leer la ciudad?

Siempre fui un entusiasmado de las letras pero en los años cincuenta existía la desesperanza de los padres a que la carrera de letras te llevase a algo más allá del Derecho. Yo tenía bastante capacidad para dibujar desde niño, y eso me condujo a una carrera de la que desconocía todo porque en la escuela la arquitectura no se explica, no se enseña. Así que la arquitectura la descubrí en la carrera gracias al concurso de unos profesores demiurgos, y absolutamente prodigiosos.

¿El arquitecto debe ser un flâneur?

Uno moldea su condición de ciudadano, y por tanto su condición social y de persona, en el roce cotidiano con la ciudad en la que vive la aventura de descubrir continuamente experiencias nuevas. Eres lo que la ciudad ha querido que seas. Uno es hijo de la ciudad en la que vive y si tienes los poros abiertos cuanto más compleja y dinámica, más apasionante e incluso imprecisa sea ésta, mejor se irá conformando tu sensibilidad. La condición de flâneur y su saber mirar son indispensables en la formación de un arquitecto, y más si te dedicas al urbanismo.

Salvador Moreno Peralta y Guillermo Busutil en un momento de la entrevista. (Foto: Lorenzo Carnero)

Eres lo que la ciudad ha querido que seas. Y si tienes los poros abiertos cuanto más compleja y dinámica, más apasionante e incluso imprecisa sea ésta, mejor se irá conformando tu sensibilidad.

 

¿La arquitectura es el espacio tridimensional de una imaginación horizontal?

El plano pertenece al terreno de la pintura y si me apuras al de la literatura, aunque ésta te meta en mundos volumétricos, en una tercera dimensión que también tiene la escultura pero en un sentido exterior. La única vivencia del mundo tridimensional se produce en la arquitectura porque es una escultura en la que tú estás dentro. Y en la traducción de su espacio es dónde reside la imaginación.

La arquitectura es una escultura en la que tú estás dentro”

¿La geometría es la abstracción del arquitecto?

En la mente del arquitecto existen formas primordiales: la esfera, el cuadrado, el cono, el cilindro, que están en la naturaleza como los árboles, las montañas, el Fujiyama. Esas imágenes afloran desde el subconsciente y se van creando al mismo tiempo que el lápiz discurre por el papel. Hay una geometría pitagórica en la mente humana que procede de una abstracción sobre algo que has visto, y después de trazarla al arquitecto le corresponde complejizar esas formas, resolver sus retos desde el número pitagórico que está debajo de todo, en el fondo del ojo del ser humano y del que uno no puede escaparse. La arquitectura es la geometría de Gadu, el acrónimo del gran arquitecto del Universo.

¿Dónde reside el equilibrio entre creatividad y funcionalidad?

En muchas horas de trabajo y de talento sobre el tablero. Conseguirlo es muy difícil. Es el principio de la contradicción que el arquitecto debe superar siempre. Si la arquitectura es una de las Bellas Artes uno se pregunta cómo su último destino puede ser algo absolutamente utilitarista. Adolf Loos postulaba que era imposible hacer arte con una vivienda, también Oriol Bohigas más próximo a nosotros. Hacer arte es siempre la vulneración de un status quo para conseguir una innovación y con la vivienda no se puede hacer arte experimental.

 

Bueno, La Bauhaus sí lo consiguió.

Es cierto. Hasta ese momento la arquitectura era el arte del príncipe, de Dios, incluso del arte por el arte. Todo cambió con la irrupción de la cultura de masas, y La Bauhaus supo darle una respuesta artística soberbia a ese nuevo cliente social aunando lo utilitario, lo higiénico, lo económico, y la experimentación de la arquitectura con los nuevos materiales y tecnologías que aparecieron como el hormigón armado, el hierro colado, los muros de cristal, abriendo una gama de posibilidades para reinterpretar lo artístico en unas circunstancias nuevas. Esto sólo se consiguió en ese período gracias a la pléyade de talentos juntos que dio La Bauhaus.

Interior del Hotel Pullman de Berlín de las hermanas Sunsukovy, inspirada en la arquitectura y el mobiliario Bauhaus

¿Se pierde o se gana cuando la idea se enfrenta a la realidad?

Ese es el gran drama de la profesión. Antonio Saura decía que el artista es el hombre que más decisiones toma por segundo. Y el arquitecto pertenece a esa misma búsqueda de respuestas. Cada uno tiene su modus operandi, yo me apunto a los que tienen una idea primordial desde el dibujo y es ahí donde la puedes explicar. Si la idea tiene fuerza, al representarla provoca algo maravilloso: que se empiecen a abrir otras ideas en racimo que abren caminos insospechados y que al final te regresan de alguna manera a la idea inicial pero profundamente enriquecida.

Antonio Saura decía que el artista es el hombre que más decisiones toma por segundo. Y el arquitecto pertenece a esa misma búsqueda de respuestas”

El dibujo es entonces la metamorfosis de la idea. ¿Sucede algo parecido con el proyecto, y corre éste el peligro de extraviarse por las exigencias del cliente?

Eso ocurre continuamente y sólo los verdaderos titanes han conseguido materializar su idea a pesar de todo. El caso más llamativo es la Ópera de Sidney y la intuición que tuvo Jon Utzon. Qué pudo ver en su imaginación para crear esas fantásticas velas cóncavas. Sólo una mente profundamente inteligente y sensitiva es capaz de ver la deconstrucción de una esfera en gajos antes de que nadie lo hubiese hecho. Lo curioso es que el proyecto siguió adelante pero a él lo echaron porque su poderosa intuición no dejaba de provocar nuevos y costosos problemas técnicos. Hoy día su edificio es el grandísimo icono del siglo XX.

Usted tampoco se rinde si pierde el control de un proyecto. ¿Es el ADN de almirante de mareas de su padre y de su abuelo?

Al marino le gustaría tener siempre viento de empopada y volar, y sin embargo le llegan tormentas o calma chicha y ha de navegar poniendo en práctica técnicas sofisticadas que le ayuden a mantener el rumbo. Esa es también la aventura profesional del arquitecto, un viaje en el que luchar contra los elementos y donde las adversidades no te impidan desembarcar en el horizonte trazado. Desconfío enormemente de un proyecto en el cual tuviese una idea satisfactoria desde el principio, sin ninguna dificultad. La superación es la clave de que las ideas se templen.

Navegar en el plano es lo que está haciendo ahora con el proyecto de la Torre Faro de Estepona que contendrá una biblioteca. ¿Arquitectura inspirada en la literatura?

El Faro es un gozne en el que coinciden la entrada a una Conservatorio, en el extremo opuesto la de acceso a un Centro Cultural polivalente, y la subida a una biblioteca. Todo en un faro que fue la idea que le devolví al concurso de un proyecto de mirador hacia Gibraltar. La interpretación que Jean Jacques Annaud hizo de la biblioteca de ‘El nombre de la rosa’ de Eco, una babel vertical y piranesiana con escaleras que no van a ningún sitio, me pareció sugestiva para crear un espacio en el que leer en vertical resguardando la piel de los libros con una atmósfera de luz, y viendo el mar y el horizonte de las columnas de Hércules que son el monte Hacho de Ceuta y Gibraltar. Un aleph borgiano abierto al infinito del mar.

Laberinto de escaleras piranesianas

Lo contrario al impacto del rascacielos de Seguí en el puerto de Málaga.

El rascacielos del puerto representa una expresión del poder, de la empresa que lo hace, de la sociedad que lo promueve, del poder político que dicen el lugar soy yo, y lo marco con esta imposición en el paisaje. Es de una arrogancia increíble afirmar que la imagen consolidada de cientos de años de una ciudad la cambio yo ahora con un rascacielos, el cual se quiere justificar como el nuevo emblema identitario de la ciudad. Hay ciudades maravillosas que no necesitan un icono vertical, en el supuesto de que éste lo fuese, para estar en el mapa. El de Bruselas es un niño haciendo pipí, y el de Copenhague una sirenita. Es perturbador también porque se obvia que un rascacielos es una ciudad vertical con gente que sale a comer, a comprar, a coger el transporte público o privado y a lo que su entorno ya saturado en esa zona tiene que darle salida y conexiones que plantean numerosos problemas.

El rascacielos del puerto representa una expresión del poder, de la empresa que lo hace, de la sociedad que lo promueve, del poder político que dicen el lugar soy yo

Con el PGOU del 83 empezó usted como urbanista. Las ciudades se imaginan y se piensan. ¿Se tienen en cuenta también las mutaciones que provoca su desarrollo pie a tierra?

Las ciudades se tienen que planificar desde el urbanismo que debemos entender como una ciencia dotada de reglas en las que intervienen la demografía, la productividad, la capacidad simbólica, la tendencia de crecimiento, un proyecto de futuro. El urbanismo ha de tener versatilidad, humildad y capacidad de registros para ir amoldando su utopía de ciudad a las nuevas situaciones que ésta crea conforme se va desarrollando. Y esto requiere una agilidad administrativa que no sólo no existe sino que es kafkiana, a pesar de la necesidad de saber adaptarse al plan sin que al salirse de las normas, y provocan que la política administrativa no se esfuerce en pensar y la judialización entre a saco convirtiendo al urbanista en reo de corrupción. A pesar de este poder omnívoro de la norma, que es la aluminosis del urbanismo, el urbanista debe seguir reclamando la utopía de la ciudad.

el urbanismo ha de tener versatilidad, humildad y capacidad de registros para ir amoldando su utopía de ciudad a las nuevas situaciones que ésta crea. Y esto requiere una agilidad administrativa que no existe”.

Foto: Lorenzo Carnero

En su utopía del urbanismo abordó uno de sus trabajos más relevantes como fue la rehabilitación del barrio Trinidad-Perchel, nacido de una reclamación vecinal, posiblemente impensable hoy.

Aquello fue el primer aldabonazo de la democracia en Málaga sobre la importancia del valor patrimonial de la ciudad existente. Nació de esa reivindicación de los vecinos al Colegio de Arquitectos a finales de los setenta, y sirvió para reconocer unas formas de vida que la gente tenía en alta estima. Los baños de popularidad que se daban los políticos que venían de Madrid lo hacían allí, donde latía la esencia de la ciudad a pesar de la insalubridad de las viviendas con su tipología de casa patio romana-árabe y que seguía siendo válida por la convivencia solidaria que generaba. Un ejemplo es el color de la vida de la comunidad del Corralón de Santa Sofía que restauré y cuya vigencia se mantiene. Lo que se necesitaba era racionalizar su modelo en lugar de favorecer los precedentes de lo que hoy denominamos gentrificación. Dícese de deteriore un barrio, introdúzcale la droga, eche a su población para vaciarlo y ofértese a clases nuevas y entonces se rehabilita. La paradoja fue que las propias autoridades de la democracia terminaron considerando que tener un barrio de clases populares en el centro de la ciudad era un contradiós. A los vecinos, ni a los ciudadanos, hoy no los escucha el poder político.

Corralón de Santa Sofía rehabilitado por Salvador Moreno Peralta

Desde aquella intervención el barrio tiene para usted un protagonismo de personaje humano casi cinematográfico.

La ciudad es un fenómeno apasionante y un biotopo artificial en el que la gente marca sus territorios y todo termina asimilándose en una memoria colectiva. Esto lo explica esa fantástica película de Walter Ruttman, ‘Berlín, sinfonía2 de una gran ciudad’, pero igualmente dentro de cada ciudad cada uno crea su propio microclima, los ámbitos de la cotidianeidad en los que puede seguir viviendo a escala humana. Es lo que reflejó Wayne Wang en ‘Smoke’, basada en un relato de Paul Auster en el que el barrio es la metáfora del mundo.

La idea de que cada barrio sea una ciudad en sí mismo.

Eso es. Un barrio debe tener los equipamientos y los grandes márgenes de autosuficiencia para que no te sientas segregado del centro, y puedas en la medida de lo posible vivir la vida de la escala humana que los barrios tradicionales te proporcionaban. Pero también deben ser bellos porque la mayoría son rehenes de ese concepto que vincula la fealdad a lo periférico frente a lo bello de la centralidad. Esto en Málaga se da mucho.

“Qué hermoso sería un proyecto para arquitectos jóvenes de tunear la arquitectura de los barrios y derramar sobre su periferia una mirada artística”

¿La solución se encuentra en aquel apasionante libro de Eugenio Trías ‘El artista y la ciudad’, sobre el que versó su discurso de entrada en la Real Academia de San Telmo?

Hay que romper la idea anterior de reservar la belleza y el arte para los lugares monumentales y la taxidermia del centro histórico, cuando la vida bulle en los territorios periféricos, y cualquier rincón ominoso de la ciudad transmite un montón de mensajes ocultos y más interesantes en su vida y en su magia que los que ofrece la plaza del Obispo frente a la Catedral. Qué hermoso sería un proyecto para arquitectos jóvenes de tunear la arquitectura de los barrios y derramar sobre su periferia una mirada artística, junto con los pintores, los poetas, los filósofos.

También apostó usted por un proyecto de rehabilitación de los Baños del Carmen donde sus atardeceres pueden ser los de Túnez, los de Corfú, los de Tánger, convirtiéndolo en el mirador de todas las Ítacas del mediterráneo. ¿Qué impidió que saliese adelante?

Una actuación nada clara de la delegación de Costas, la manipulación informativa e incluso vecinal, interferencias de la Escuela de Arquitectura de Sevilla y sobre todo la cobardía municipal porque el proyecto puso en evidencia que el plan municipal era inviable. No hay nada que le fastidie más a los poderes políticos que se haga efectiva la participación pública. Una participación que en Málaga es un mito absoluto, porque sólo cuenta cuando está controlada y mediatizada por esos poderes. El plan municipal pretendía demoler los astilleros de Nereo por el principio geométrico absurdo de que la traza rectilínea del paseo marítimo tenía que seguir su inercia, cuando los pasos perdidos peatonales son sinuosos. Dejemos lo rectilíneo para las autopistas.

Flatiron Building Nueva York

Hablando de pasos perdidos, ¿las ciudades se doblan por las esquinas?

Las esquinas invitan al movimiento. Ante los planos que son estáticos y bidimensionales los pasos se detienen. Las esquinas en cambio te colocan frente a la encrucijada borgiana de la bifurcación de senderos, te proponen la sorpresa, el hallazgo, el juego de posibilidades, la fascinante mirada oblicua.

¿Cuáles son los signos de exclamación de Málaga. Sus monumentos, los museos, los eventos –marca, los rascacielos?

La interjección son las masas de cruceristas que vomita el puerto a través de esa obscenidad flotante que es un crucero, algo fuera de escala en el mar, en los puertos, y en todo.

Hemos hablado de ciudad y de Málaga. Nos queda la fundacional en su bagaje: Madrid.

Mi ciudad de los prodigios de los años 60 y primeros de los 70, cuando había una libertad y un futuro en casi todo. Manuel Alcántara decía que reconocía a las personas por haber pasado la asignatura de Madrid. Yo también distingo a las personas por si han tenido en su juventud una ciudad de los prodigios. Esa vivencia me hermana con aquellos en los que convergen las conversaciones y una pertenencia a esa patria común de la cultura, del espacio y del tiempo. Es lo que me ocurre con José Luis Garci, con Savater, con Félix de Azúa, con Antonio Soler, contigo.

 

Los capiteles del arquitecto

Guerrero Strachan. El sello de Málaga.

Walter Gropius. El que sistematiza la idea de la arquitectura moderna, y la docencia.

García de Paredes. Madrid y la música.

José Antonio Coderch. Genio absoluto, enorme sensibilidad y fidelidad a sus principios.

Rafael Moneo. Mi maestro, y el hombro en el que compartir confidencias.

Frank Gehry. Encierra todo lo más apasionante y lo más peligroso de la arquitectura moderna.

Carlos Hernández Pezzi. Amigo entrañable, sin secretos entre nosotros.

Francisco Peñalosa. El hermano mayor que nunca tuve.

Foster dice que la arquitectura es una expresión de valores. ¿Cuáles debe expresar hoy día la arquitectura?

Dar cumplida satisfacción a las múltiples necesidades del hombre contemporáneo, y que al mismo tiempo sea un estímulo para la creatividad.

¿Qué dibujo trazaría para salirse libre del plano de su oficio?

Un pentagrama lleno de garabatos que suene a la música que me gusta.

¿Cuál sonaría al marcharse de esta entrevista, y de todo, adentrándose en la ciudad?

Maurice Ravel, porque tiene la elegancia de un caballero de los salones de la aristocracia francesa, y al mismo tiempo unas sonoridades y unas armonías al nivel de Debussy, que te llevan al infinito inefable en el que convertirse en vilano.

 

 

Pentagrama del flâneur

Conferencia de la mirada de SMP

 https://www.youtube.com/watch?v=EiuOxRV_aG4

Y cuando salgan dejen abierta la ciudad.

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