No todos recordaremos de la misma manera el 15 de marzo de 2020. Mientras la mayoría nos preocupábamos en llenar a toda prisa la nevera para afrontar el estado de alarma y la cuarentena, el humorista Tomás García perdía ese día a su madre. Meses antes de la llegada del Covid, el malagueño optó por aparcar su trabajo para pasar más tiempo con ella, motivo por el que ha pasado una buena temporada fuera de su medio natural: el escenario. “Entre que lo dejé todo por quedarme con mi madre, que se había puesto malita, y que después encima enganchó la pandemia, he estado un año y medio sin que nadie me aplauda. Y lo he echado mucho de menos, porque eso es como si un delantero se pega un año y medio sin meter un gol”, confiesa.
Su esperado regreso es ya una realidad y sus admiradores más cercanos podrán disfrutar este mismo mes de sus espectáculos ‘El humor es cultura’ (18 de abril) y ‘Viviendo del cuento’ (día 23) en La Cochera Cabaret. Con la llegada del 2021, García retomó su actividad en las redes sociales, medio en el que cuenta con una importantísima legión de seguidores y en el que se desenvuelve con gran soltura. En sus famosos vídeos, el malagueño revisa con sus ‘malagueñismas’ maneras tanto películas como series y programas de televisión, entre ellos ‘Supervivientes’ y ‘La isla de las tentaciones’. Como imaginarán, con cada entrega se disparan las visualizaciones, ya que pocos se resisten a echar unas risas con sus ocurrencias. “Soy cómico. No soy youtuber, ni instagramer, ni influencer… Pero resulta que los vídeos en las redes tienen más visualizaciones que espectadores tiene un programa de comedia”.
En sus inicios, hace más de una década, Tomás García recorrió de punta a punta el país ofreciendo monólogos en bares y discotecas. Fue en estos espacios donde curtió su estilo y afiló su pluma para poder sacarle punta y chascarrillos a todo. Tenía poco más de veinte años y una carrera de periodismo por delante que finalmente se quedó en el camino. “No dejé la carrera para hacer humor. Fue el humor el que ya dio por hecho que la carrera era una cosa secundaria. En aquella época había tanto trabajo de monologuista que era imposible compaginarlo. Entre 2008 y 2012 el 60% de los bares de España programaba monólogos. ¡Había más bares con demanda de monólogos que monologuistas!”.
Su desparpajo y agilidad mental calaron rápidamente en el público, especialmente tras pasar en 2007 por el concurso televisivo ‘El Rey de la Comedia’ (TVE), donde logró la tercera posición y una notoriedad que no imaginaba. “Hacía bares y flipaba porque me venían a ver 50 personas. Y de repente en cada programa me veían un millón y medio de espectadores. Cuando después iba de botellón con mis amigos me sorprendía que la gente me reconociera. Fue la primera vez que fui consciente de lo que era en cierta medida la fama. Me resultaba muy curioso que me pidieran hacerse fotos conmigo”.
Su paso por tele le abrió otras muchas más puertas y, como consecuencia, su trabajo se convirtió en algo más serio. “Cada vez hacía menos bares y más teatros, y fui creciendo tanto personal como profesionalmente”. Después llegarían programas como ‘Paramount Comedy’, ‘+Gente’, ‘Zapeando’ y ‘Sopa de gansos’, e interminables giras. Entre sus primeros compañeros de escenario se encontraban Dani Rovira, Salva Reina ‘Chuki’, Álvaro Carrero o El Monaguillo, artífices de la nueva generación de cómicos de Málaga. “Se lo debo todo a ellos”, confiesa García, que recuerda con cariño cómo Carrero fue quien le presentó la primera vez que salió a actuar.
Su gran amistad con Rovira va más allá de una hermandad de genios del humor. “Falta que formemos una familia: hemos pasado juntos por todas las experiencias vitales, tanto buenas como malas”. Los que hayan tenido la suerte de verlos actuar juntos saben que la complicidad entre ambos es una mina de risas. “Llevo mucho tiempo actuando con él. Su espectáculo ‘Odio’ se germinó estando los dos de gira”, señala García. Para este monólogo, que Rovira grabó para Netflix en el Teatro del Soho CaixaBank y que estrenó el pasado febrero, el intérprete de ‘Ocho apellidos vascos’ invitó a su entrañable amigo. Su misión era, aunque no aparece en la producción final, calentar el ambiente del patio de butacas. “Llevaba tiempo sin actuar y me invitó. Tuve la suerte de presentarlo, yo era como el animador de las sesiones”, asegura García, que considera este gesto como “el triunfo de la amistad”. Ambos humoristas volverán a actuar juntos en los próximos meses, para lo que ya están “preparando nuevo material” con el que sorprender al público.
Málaga, Málaga y más Málaga
Malagueño, malaguista hasta las trancas, carnavalero… Málaga, como ciudad o como concepto vital, es la gran pasión de Tomás García, que reconoce a veces ser “muy ‘apretao’, incluso demasiado con Málaga”. Pero su defensa a ultranza de nuestras tradiciones, cultura, meteorología, habla, gastronomía, geografía… es una de sus señas de identidad. Actualmente vive en el Puerto de la Torre, pero antes lo hizo en la Granja-Suárez, el Limonar, el barrio de la Victoria y el Centro. “Cuando era pequeñito viví en calle Compañía, así que yo soy de Málaga la bella en general. Me faltan dos barrios por tachar”, bromea. También se confiesa deudor de todos los maestros locales del humor que le han precedido: “Chiquito de la Calzada, Justo, Manolo Doña, El Morta, Manolo Sarria… Son mis referentes. Yo era un niño cuando esa gente ya estaba haciendo reír. Y creo que hay que honrarlos como se merecen”.
Pese a que el mundo de la cultura y el espectáculo no pasa por su mejor momento debido a las restricciones sanitarias, Tomás García se muestra optimista. Es de los que piensa que “las mejores aventuras personales y profesionales están por llegar”. Y asegura que lo más le satisface es recibir el calor de sus seguidores. “Y lo bonito que es que la gente te pare por la calle y te diga que, aunque tenían un mal día, les has hecho reír con tus cosas. Eso, y que no se enteren los representantes, vale más que el dinero”. Tomás García está listo para chutar sus mejores goles al humor. No digan después que no les avisamos.
