El esfuerzo diplomático de Volodímir Zelenski es encomiable. Sabiendo que no puede estar más de unos 20 minutos retransmitiendo desde el mismo sitio, por una cuestión de seguridad, que esté haciendo una ronda por los parlamentos de varios países para explicar el último horror europeo, es digno de elogio.
Además, por si Ucrania se ve demasiado lejana en algunas de sus visitas virtuales, él y sus asesores se están tomando la molestia de aterrizar las masacres que les inflige la Rusia de Putin a cada escenario.
Y cuando le tocó la hora a España el ejemplo que puso es del bombardeo de Gernika. La atrocidad cometida por la Legión Cóndor sobre la localidad vizcaína es conocida internacionalmente. Desde luego no fue la única cometida en nuestra guerra civil, ni solo uno de los bandos las llevaba a cabo. Pero qué duda cabe que fue la más conocida en toda la guerra, y que el malagueño Pablo Ruiz Picasso tuvo gran ‘culpa’ de que alcanzase tal popularidad.
Que Vox se sintiese dolido porque el presidente ucraniano pusiera a Gernika como ejemplo en lugar de las matanzas de Paracuellos es de muy poca altura moral»
Que Santiago Abascal se sintiese dolido porque el presidente ucraniano pusiera ese ejemplo en lugar de las matanzas de Paracuellos es de muy poca altura moral. Un presidente que está viendo cómo su país es sistemáticamente bombardeado, que su población civil está siendo objetivo de guerra, que tiene ciudades como Bucha o Mariúpol reducidas a cenizas… que haga una referencia a la masacre más conocida de la Guerra Civil es de agradecer. No se trata de que Zelenski conozca al detalle la historia de España, sino que de que nos hagamos una idea de lo que está ocurriendo ahora en Ucrania.
Su discurso no trataba de enjuiciar a los bandos de nuestra guerra civil, ni de seguir los senderos de unidireccionales que establece la llamada Ley de Memoria Democrática —cuyo nombre, por cierto, me parece una ofensa a la inteligencia porque hacer una sola interpretación de la guerra es más totalitario que democrático—. Zelenski solo trataba de hacer paralelismos entre hechos históricos con ciertas similitudes.
En Gernika, como en Mariúpol, se bombardeó una localidad atestada de población civil que huía de la guerra»
En Gernika se bombardeó una localidad atestada de población civil que huía de la guerra, como está pasando en tantas ciudades ucranianas. Si Zelenski hubiese dado un discurso ante el pleno municipal de Málaga seguramente hubiera puesto el foco en la ‘desbandá’, sin entrar en que primero los milicianos asesinaron a civiles en la calle Larios.
Un problema que he achacado mucho a los nacionalistas vascos y catalanes es que se creen el ombligo del mundo. Por eso siempre asimilan con su causa escenarios tan diversos como Irlanda, Escocia, Cerdeña, Bretaña, Kosovo, las repúblicas bálticas… El nacionalismo españolista parece que sufre del mismo egocentrismo.
Es difícil de comprender que a Abascal le molestase que el presidente de un país invadido por un tirano compare la situación de su pueblo con quienes huían de los bombardeos nazis»
Es difícil de comprender que un partido de derecha radical que trata de zafarse del calificativo de ultraderechista le moleste que el presidente de un país invadido por un tirano compare la situación de su pueblo con la gente de Gernika que huía de los bombardeos nazis. Ni siquiera puso un ejemplo de atropello franquista, sino de los propios nazis, lo más parecido a Putin —junto a los stalinistas—.
En Vox yo he mantenido durante mucho tiempo que tienen en primera fila a diputados muy preparados, y que además no provienen de la extrema derecha, sino de los sectores más conservadores del PP; pero que en su segunda o tercera capa de dirigentes tiene a verdaderos cavernícolas ideológicos.
Cada vez esa línea divisoria entre unos y otros se desvanece más y el partido entero se tira más al monte. Y parece ser que será con estos con los que le tocará gobernar en Andalucía a Juanma Moreno Bonilla a la vuelta de la esquina.
