Un estudio de la UMA demuestra que los focos vecinales son un foco de contagio

Desde prácticamente el inicio de la pandemia por la COVID-19, en marzo del pasado año, un equipo de investigadores del departamento de Geografía de la UMA, en colaboración con la Cátedra de Seguridad, Emergencias y Catástrofes, lideró un estudio para la realización de una cartografía de máximo detalle y en tiempo real de los afectados por coronavirus en Málaga.

Un proyecto que analiza el modelo de propagación del virus en entornos urbanos, que para su desarrollo recibe financiación del Instituto de Salud Carlos III, y cuyos primeros resultados acaban de ser publicados en la revista científica ‘International Journal of Environmental Research and Public Health’.

Los científicos de la UMA han demostrado que, junto a la vía de trasmisión de brotes producidos por eventos sociales – principalmente ocio o trabajo-, cuyo control se aborda por las autoridades sanitarias a través del ‘rastreo’; existe otra vía complementaria de contagio, la del foco vecinal, aglomerados de casos vecinos y simultáneos en el tiempo con un origen común.

“La permanencia de los focos en el mismo espacio o sectores adyacentes en periodos semanales contiguos, y el hecho de que, del total de afectados nuevos, una gran parte de los casos provenga de focos activos en el periodo inmediatamente anterior, reafirman la solidez de la hipótesis del contagio entre vecinos de una zona,”, afirma la profesora de Geografía María Jesús Perles, que ha coordinado este estudio.

Se trata de un estudio que, frente al análisis de la distribución de los afectados de forma acumulada, realiza instantáneas semanales, prácticamente en tiempo real. “Esto nos permite ser más precisos y tener mayor capacidad de interpretación de la causa de la red de contagio, ya que prácticamente se trabaja con aglomerados de casos activos, que a la vez están muy cerca”, explica.

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