Un ‘remake’ del Málaga Palacio

El hotel del puerto cambiaría la postal de la ciudad

Las obras del Málaga Palacio se prolongaron 12 años – durante las décadas de los cincuenta y los sesenta- hasta la inauguración del hotel el 1 de septiembre de 1966. El resultado del histórico mamotreto fue ocultar la visión de la Catedral, símbolo inequívoco de la ciudad.

Los proyectos arquitectónicos cuando se convierten en realidades no admiten vuelta atrás y su impronta queda reflejada en el legado que se entrega a las futuras generaciones. Las construcciones de rascacielos en primera línea de playa han sido una constante en la segunda mitad del siglo XX que intentan reeditarse ahora en el XXI. El resultado ha sido, como casi siempre, el enriquecimiento de una élite con la connivencia de cierta clase política.

Por ello, la construcción de un hotel-rascacielos en el puerto de Málaga levanta dudas y suspicacias. ¿Por qué y para qué?. Cambiaría de una forma radical la postal de la capital y conllevaría efectos colaterales en la zona, por ejemplo, en La Farola. El alcalde De la Torre lidera la llegada de la torre al puerto, pero no ha explicado a los malagueños – ni incluso a sus votantes – las consecuencias positivas del desembarco catarí. En La Rosaleda todavía se sufre la llegada del ‘jeque light’ Al Thani.

En este contexto, el PSOE se ve obligado a cambiar su discurso sobre el hotel del puerto. El proyecto inicial llevaba la firma de Paulino Plata en su versión de presidente socialista de la Autoridad Portuaria. Ahora Daniel Pérez habla de ‘atentado patrimonial irreversible’ y se manifiesta en contra de su ubicación. Rectificar para resituarse resulta simplemente necesario.

El presunto hotel se construiría en un lugar emblemático de la memoria malagueña. Allí estaba el ‘morro’ con coches, kiosko y ración de romanticismo que sirvió como primer punto de encuentro a cientos de parejas malagueñas. Resulta paradójico que partidos que se definen como garantes de las tradiciones apuesten por un cambio tan radical y se entreguen a fondos cataríes en la versión más anacrónica que se recuerda.

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