No me toques los vinilos
Lo de viajar en tiempos de covid tiene mucho mérito. Puede pasarte de todo, tras las pruebas pueden cerrar la frontera de ese país, puedes contagiarte en el destino y quedarte durante un tiempo allí.
Hace tiempo que lo de viajar ha cambiado. Recuerdo que antes se programaba, se estudiaba, se ahorraba y más tarde y con mucha ilusión se hacia ese viaje tan deseado. Ibas con tiempo suficiente para empaparte del lugar elegido, visitabas los sitios interesantes, comías sus platos típicos y volvías planeando el próximo cuando el tiempo y el dinero lo permitiesen.
Con los vuelos low cost y los alojamientos vacacionales todo se hace más facil y rápido, que no es malo. El hecho de que todo el mundo pueda viajar es legítimo, pero, a veces, observando me da la sensación que en muchos casos se viaja da igual el destino, sacándose fotos con no se qué estatua para subirla rápidamente a Instagram. Comiendo en un fast-food y comprando en una de esas tiendas que hay en todas las ciudades, que cada vez pierden más su identidad debido a la globalización.
Sabemos lo que se contamina al desplazarse, unos medios más que otros, quizás estemos viajando por encima de nuestras posibilidades o las del planeta.
Hace unos días, unos privilegiados (millonarios), volaron hasta la Antártida. Gustó tanto aquello que ya tienen pensado llevar vuelos regulares para todos los bolsillos. Me parece increíble el ser humano, su ambición no parece tener fin ni respeto al medio ambiente.
Estoy seguro que no tardará mucho en llegar la civilización para que todos los viajeros puedan disfrutar de compras, comidas e iglús con los que hacerse una foto. Viaja sí, pero con vacuna, responsabilidad y conciencia climática.
