Las historias siempre son escritas por los vencedores, pero, en ocasiones, mirar la cara de los perdedores escenifica los motivos de la derrota.
Casi toda Europa deseaba el triunfo de Italia en la final de la Eurocopa, quizá porque la apuesta de la UEFA y las ayudas arbitrales a Inglaterra habían sido desmedidas o simplemente por el rechazo que genera la tradicional prepotencia británica.
El adelantado y presunto triunfo de Inglaterra se estaba viviendo en las Islas británicas como algo más que un título, otra mirada ‘hacia abajo’ de Reino Unido para mostrar a Europa el poderío del Brexit.
‘Fútbol es fútbol’, como expresó Vujadin Boskov en su legenderia frase, y ese fútbol eterno siempre tiene la grandeza de resituar decisiones de dirigentes políticos y deportivos. El campo tiene sus propias leyes que se transmiten de generación en generación entre los futbolistas.
De la hierba de Wembley ha salido una nueva estrella. Donnarumma ha llegado para quedarse. Heredero de porteros míticos como Dino Zoff o Gianluigi Buffon, exhibe con tan solo 22 años tranquilidad y dominio de la situación, un enorme poder bajo los palos.
El azul dominante en Wembley no ha sido el ‘blue’ sino el ‘azzurro’. Italia ha silenciado el mítico campo londinense. El final de la final ha dejado imágenes como la de miles de aficionados abandonando el templo del fútbol sin pronunciar palabras. La enseñanza es que de los éxitos no se pueden disfrutar hasta que no se consiguen. Porque como dijo Gary Lineker «el fútbol es ese deporte que inventaron los ingleses y siempre ganan los italianos» (traducción libre).
- Garden City (nombre del blog). Ciudad Jardín, el lugar donde nací
