Y sigo aquí

Cada mañana al despertar me pregunto, si no será hoy el último día de mi vida.

Miro con atención si hay alguna señal que me indique esa posibilidad. Pero al recordar que aun sigo aquí, en este momento del que no se sabe si acabara presuroso o sosegado, recuerdo que llego tarde al trabajo. ¡Otra vez será!

Los días pasan y las personas seguimos en el mismo lugar de siempre con los problemas de siempre. Nos pasamos gran parte de nuestro tiempo creyéndonos todo lo que somos. Lo que yo llamo creencias limitantes. Sin embargo, para cada uno de nosotros, se convierte en verdad, una autentica verdad.

Solemos decir infinidad de veces que no creemos en nada cuando en realidad, estamos creyendo en montones de cosas que damos por hechas y verdaderas. Estas verdades que afirmamos tan drásticamente la mayoría de las veces, ni las comprobamos, ni las cuestionamos.

Solemos cuestionar nuestro argumento, pero no nuestras premisas ¿Realmente cuestionamos aquello en lo que basamos nuestro discurso? ¿Lo ponemos a prueba? Imagino que todo ese peso inconsciente que llevamos, es el mismo que me hace despertar cada mañana preguntándome, si no será hoy mi último día.

A pesar de esto siempre pongo un toque de bondad camuflada, haciéndome creer que lo digo de corazón. De corazón es aquello que te hace bien, sentir bien y debe ser estructural, no algo momentáneo. No es un placer pasajero.

Lo estructural es algo que permanece en el tiempo, lo coyuntural o accidental es algo que simplemente viene a corregir un desequilibrio. Como toser o beber.

Lo mío es accidental, realmente no quiero que sea mi último día. Pero sí, el último en el que tenga que cuestionarme la idea, de que nunca entenderé al ser humano. La sola sospecha de saber que te aman según qué intereses, según qué valores, según tú me des, destruye cualquier posibilidad de creer, que podemos evolucionar algo más en la vida.

A veces creo estar en Ikea donde en cada pasillo hay distribuido un modelo distinto de color, textura y espacio, pero que sirven para la misma cosa. Solo nosotros hacemos la diferencia.

Nos cansamos de esperar a que las cosas cambien, cuando realmente no hacemos nada para ello. Bueno sí, joderlo todo cuando no se ajusta a lo que esperamos. ¿Y qué esperamos?

Supongo que la mayoría solo queremos que comprendan nuestra percepción de la vida, nuestras diferencias, sin imposiciones ni rechazos. Otros querrán que seamos iguales para estar más cómodos y así, no entrar en conflictos. Y en general, solo siguen las normas estructuradas. Buscan al padre o la madre que les digan que hacer, cómo hacer y que pensar.

Y mientras, aquí sigo, pensando si hoy será el ultimo día de mi vida…

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