Cuando tus alas son de otro, no puedes volar con ellas

¿Tienes Alas? Pues Úsalas

En nuestra etapa prenatal,y nada más nacer, lo primero que nos hacen es ponernos alas prestadas para comenzar a vivir. Y así, continuamos en nuestra infancia y niñez.

 En la adolescencia rechazamos tener las alas de otro. Y buscamos la nuestra o, un grupo nuevo de alas al que pertenecer y ser diferentes. En la juventud, creemos haber alcanzado esa libertad que tanto anhelábamos.  Nos sentimos libres para volar. Sin saber que, aún, tendremos que usar muchas alas prestadas.

Seguimos el viaje de la vida confiados de que, al fin, tenemos alas propias. Y la ingenuidad de utilizarlas a la deriva sin pensar en las inclemencias del tiempo.

Llegamos a la madurez algo desplumados y con la intuición, de que hemos pasado a otra dimensión en algún momento del vuelo. Algunos, se cuentan sus plumas y se convencen de que hicieron lo mejor. Otros, aletean para comprobar que aun funcionan. Y la mayoría, solo las mantienen y conservan, pero no las usa.

Son tantas vueltas las que dimos, que se nos pasó por alto mirar los mapas del viento…

En ocasiones, nuestras alas van dirigidas por corrientes que son imperceptibles ante nosotros, pero están ahí. Las corrientes de aire, se producen en escalas tan pequeñas que no percibimos el beneficio que tiene y las dejamos escapar. Solemos tener la mala costumbre de fijarnos en las grandes corrientes que forman masas de aire. Una de las causas principales por las que afectan a la lluvia, tormentas y huracanes. Y en ellas permanecemos gran parte de nuestra vida

En algunos casos sobrevolamos más de lo permitido, sin atender que una de las normas para volar, es no utilizarla para conocer las intimidades de los otros. Y si no somos consciente de nuestro vuelo, creeremos estar en la mejor posición. Sin saber que el sol, al calentar una masa de aire, esta sube y deja un vacío que debe llenarse de algo. Pero de lo único que se llena, es de aire frio.

Con toda esta experiencia, algunos, sentiremos que hemos logrado llenar ese helor. Ya que, en el viaje, hemos aprendido a ser cuidadosos, lúcidos y responsables con nosotros y con todo lo que nos rodea. Otros, se verán afligidos, solitarios y desconsolados al ver que tanto vuelo no les ha servido de nada.

Y al final de nuestro tiempo, tiempo que puede ser antes o después. Nos daremos cuenta de que la única forma de volar, es aprender a usar tus propias alas.

Nuestra necesidad de ser, de pertenecer y sobre todo de reconocer que somos algo más que dos alas prestadas. Nos convierte en individuos incapaces de observar la realidad de los vientos. De aprender cómo funciona, de saber que si vuelas a mucha altura alcanzaras más velocidad y energía. De entender que corrientes son las adecuadas y mejores para ti.

 ¿Qué pasa si nos arrastra el viento? ¿Qué ocurre si no podemos volver? Estas preguntas hacen, que continuamente estemos recibiendo alas prestadas.

No dejes que nadie te ponga sus alas, usa las tuyas. ¡Vuela!

Deja una respuesta

Your email address will not be published.

0 £0.00