De la Constitución al Terror

El abogado onubense Pablo Gea ha presentado en su ciudad su último libro, ‘De la Constitución al terror’ (Última Línea, Málaga), un alegato de la democracia y una advertencia del peligro que conllevan las revoluciones, por muy populares que puedan parecer en sus inicios.

A las revoluciones de Robespierre y Lenin les separan más de 100 años. ¿Por qué las compara?

Los comunistas rusos siempre se consideraron a sí mismos continuadores de la tarea iniciada por los jacobinos franceses. Lenin no disimuló sus paralelismos con Robespierre, claro que con el propósito de triunfar allí donde este fracasó. En el fondo, se trata de procesos revolucionarios muy similares, en los que existe primero una revolución liberal-democrática, a la que sigue inmediatamente otra de carácter social-totalitaria. En el sentido de que, amparándose en la consecución de unos derechos sociales, lo que se hace en realidad es destruir los derechos recién adquiridos y eliminar cualquier capacidad por parte del individuo para desenvolverse al margen del Estado.

Los jacobinos y los bolcheviques compartían muchas características. Pero una en particular era que consideraban los derechos individuales como un cáncer a extirpar, en el sentido de que los concebían como el instrumento del ‘hombre egoísta’ para separarse del colectivo. Pues la disolución del ser individual en el ser social era el objetivo principal, para dar lugar al ‘individuo total’. Así lo dispusieron tanto Rousseau como Marx.

No puedes obligar a alguien a ser feliz. Si lo haces, fracasarás»

Usted dice que la misión de las revoluciones es «Hacer felices a las personas». ¿Por qué cree que no lo consiguen?

Porque parten de una premisa equivocada desde el principio. Si los cimientos filosóficos son erróneos, el edificio político producto de esa ideología acabará desmoronándose tarde o temprano. Aunque tarde décadas o siglos. Esta premisa es que la ‘felicidad’ de las personas puede ser ‘descubierta’ (o diseñada si se quiere) por un conjunto de intelectuales o de burócratas. E impuesta al común de los mortales. Las religiones judeo-cristianas pretendieron esto y sus avatares laicos también. La auténtica felicidad es algo que debe descubrir y perseguir la persona individual por sí misma, pero jamás puede ser impuesta a la fuerza por un colectivo o por una minoría fuerte. No hablemos ya del Estado por medios policiales y terroristas.

El gobernante debe crear las condiciones para que los ciudadanos se conduzcan libremente respetando sus deberes para con la comunidad, pero no puede pretender apadrinar el alma de estos mismos ciudadanos y obligarles a vivir según unos códigos morales o éticos más allá de lo básico. Esto es algo que muchos líderes deberían apuntarse bien, especialmente en España. No puedes obligar a alguien a ser feliz. Si lo haces, fracasarás.

¿Cuál fue más sanguinaria de las dos revoluciones?

La rusa, indudablemente, tanto cuantitativa como cualitativamente. Aunque ambas dieron lugar a dictaduras expansionistas, en la francesa el Terror como operación de genocidio se concentró en la etapa en la que los jacobinos montañeses estuvieron en el poder liderados por Robespierre, cerca de un año; por el contrario, en la rusa el Terror comenzó desde el mismo momento de la toma de poder por parte de los bolcheviques y se mantuvo durante toda la existencia de la Unión Soviética con mayor o menor intensidad. Si bien esto no quiere decir que los jacobinos tuvieran intenciones más benignas respecto de sus opositores políticos, sino que contaron con un marco temporal más pequeño para desarrollar sus políticas.

Aunque el libro se centra en los años calientes de ambas revoluciones, hay que tener muy presente que la Revolución Francesa se extiende hasta la derrota de Napoleón en 1815, y que la Revolución Rusa por su parte concluye con la desaparición de la URSS en 1991. Quiere esto decir que los genocidios llevados a cabo durante la dictadura de Stalin (como el Holodomor ucraniano, las deportaciones de pueblos enteros y las campañas de terror contra grupos sociales y étnicos determinados) se deben incluir en las cuentas de víctimas producidas por el proceso revolucionario ruso. Mientras que las represalias por la oposición a la dominación napoleónica han de hacerse en las del proceso revolucionario francés.

Las constituciones, los códigos legales, los derechos civiles, los parlamentos… Todo es herencia de la Revolución Francesa. Pero el totalitarismo también»

¿Y cuál influyó más en futuros proyectos políticos?

Ambas por igual, a su modo. La Revolución Francesa fue todo un hito dentro del panorama político europeo continental e incluso más allá. Basta con fijarse en el camino a la independencia que recorren los actuales países latinoamericanos, que implican no solo una guerra de independencia contra la metrópoli, sino también una guerra revolucionaria contra las élites del Antiguo Régimen. Como además sucedió igualmente en el caso de la independencia de los Estados Unidos de América. Volviendo a Europa: Napoleón es derrotado, pero su ideología permanece, y el orden surgido del Congreso de Viena de 1815 dejó de existir poco después, tras el ciclo revolucionario iniciado en los años veinte del siglo XIX.

Las constituciones, los códigos legales, los derechos civiles, los parlamentos… Todo esto es herencia de la Revolución Francesa. Pero el totalitarismo también. La propia Revolución Rusa es influida por la Revolución Francesa. El Estado Totalitario comunitarista y armónico de Robespierre inspira las visiones de Lenin, Stalin, Mao, Pol Pot y el resto de dictadores comunistas. Pero también las de Hitler y Mussolini. Tanto es así que los sistemas fascista y nacionalsocialista son una réplica del sistema bolchevique surgido de la Revolución Rusa. No existe una diferencia apreciable entre comunistas, nazis y fascistas. Los primeros son socialistas internacionalistas que se vuelven nacionalistas una vez toman el poder. Los segundos son socialistas nacionalistas desde el principio en base a una ideología en la que el voluntarismo irracionalista sustituye al materialismo dialéctico.

¿Si tuviera que elegir? Diría que la Francesa. Porque lo engloba absolutamente todo.

Los sistemas fascista y nacionalsocialista son una réplica del sistema bolchevique surgido de la Revolución rusa»

Usted da mucha importancia a la libertad individual. En el Congreso de los Diputados hay partidos que hablan mucho de libertades colectivas. ¿No es posible un punto de encuentro entre ambas libertades?

Tal y como expongo en el libro, unas deben ser consecuencia de las otras. Sin libertades civiles no existen libertades políticas ni sociales. Así de simple. Porque entonces caemos en el error de las constituciones revolucionarias: que dichas libertades no sean reales, sino meras enunciaciones declarativas destinadas a la propaganda. Y la consecuencia que esto trae está dramáticamente reflejada en el devenir de nuestras dos revoluciones protagonistas.

Obviamente, las libertades individuales no tienen sentido sin libertades sociales y políticas, de ahí el fracaso de los sistemas liberales decimonónicos, que adolecían de una falta absoluta de derechos sociales y que solo presentaban unos derechos políticos limitados a grupos y élites determinados. Aun así, esto fue siempre mejor que el panorama presentado por los sistemas totalitarios, en los que no existen libertades de ninguna clase.

Los que sucede en el Congreso de los Diputados es que las formaciones políticas que defienden las libertades colectivas lo hacen en el sentido en que eran concebidas por jacobinos y comunistas, esto es, como una mera enunciación que sirve de coartada para eliminar las libertades individuales y someter al individuo al Estado. Sin ir más lejos, Izquierda Unida, Podemos o Vox ejercen una crítica del sistema desde una postura claramente liberticida, en la que, al margen de sus matices ideológicos, los derechos individuales no están muy arriba en su lista de prioridades.

Tienen que existir partidos que sean capaces de conjugar bien y al mismo nivel los derechos individuales, los derechos políticos y los derechos sociales. Porque todos deben ser uno y lo mismo.

Hay formaciones políticas que defienden las libertades colectivas como coartada para eliminar las libertades individuales»

Usted no es ajeno a la política. Es el coordinador general de Despertar Social. ¿Dónde situaría a su partido?

Voy a comenzar respondiendo a esta pregunta dejando clara una cuestión: no jugamos en el eje izquierda/derecha. Hacerlo implica asumir que no vas a innovar nada y que no eres más que una fotocopia. Y entre la copia y el original, te quedas con el original. Nosotros somos un partido de carácter humanista, que pone a la persona en el centro de todo y que vela por que los intereses personales de los ciudadanos sean respetados. Desde esta óptica, ponemos el centro en las libertades de los individuos a la vez que entendemos que estas libertades no sirven absolutamente de nada si no existen, por una parte, más derechos políticos de los que actualmente hay y, por otra, unos derechos sociales amplios, extensos y blindados. La labor principal de nuestro partido es muy sencilla: modificar el actual sistema político español en el sentido de una mayor democratización tanto de la maquinaria del Estado como de los propios partidos políticos, proteger a los sectores más desfavorecidos y vulnerables, y defender los intereses de la Clase Media, que es la que saca adelante este país.

Ello nos permite a la vez desarrollar un programa favorable a la actividad económica libre, que incluye tanto a empresas como a trabajadores autónomos, y que contemple a la vez políticas sociales generosas que ayuden a quienes realmente los necesitan. Todo lo anterior con el ojo puesto en diferenciar bien entre los auténticamente necesitados y los parásitos que viven a costa del dinero de otros, a los cuales el Gobierno debe obligar a ser útiles para la sociedad.

¿Se van a presentar a las próximas elecciones?

Estamos preparando un movimiento importante de cara a las próximas elecciones municipales que se celebran en mayo de 2023. Pero no puedo revelar mucho más todavía. Lo que sí es cierto es que a Despertar Social le ha llegado la hora de demostrar que es útil para el conjunto de la sociedad, ya sea a escala municipal, autonómica o nacional. Todas son igual de importantes. Lo que no debe perderse de vista es que este partido ha nacido para llevar a cabo un cambio completo en el sistema político español y en el lugar que ocupa España en la política internacional, lo que implica a su vez un cambio de valores morales y éticos, tanto individuales como colectivos. Este y no otro es el norte de nuestra brújula. Y es desde la posibilidad de conseguir mejor estos objetivos que se valorará la concurrencia o no a los diferentes comicios que aguardan en el horizonte.

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