La entropía del antropoceno

         La inteligencia artificial (IA) ya ha abierto los ojos y empieza a balbucear  sus primeras palabras.

         Ha estado en el laboratorio (in vitro) desarrollándose durante años, pero ya ha salido a la luz. Su propia inercia científica evolucionará de forma rápida; pero cuando converja con la computación cuántica y la generación de energía por fusión nuclear, tendremos un punto de inflexión en la humanidad cuyas consecuencias son inimaginables y las posibilidades infinitas.

         No olvidemos la gran cantidad de energía que consumen tanto los computadores cuánticos como los servidores donde residen los algoritmos que dan soporte a la nube IA. Es por ello, que su madurez ocurra cuando estas tecnologías lleguen a su apogeo cuando confluyan y coincidan en el tiempo. En esta ventana temporal, desde nuestra época al punto que converjan, pueden pasar muchas cosas, de las más esperanzadoras a las más distópicas que podamos imaginar.  Los poderes que controlen estas tres ciencias serán dioses y los desarrolladores semidioses.

         Tampoco debemos olvidar, en referencia a la inteligencia artificial; que al fin y al cabo, la IA no son más que algoritmos, códigos capaces de acumular conocimiento, pero como es bien sabido, el conocimiento; por muy pleno que sea, no da la sabiduría. Incluso dentro de las tripas del algoritmo, habrá partes elaboradas por un programador, que reflejarán su personalidad, sus virtudes, defectos e incluso su ideología.  Otra parte será diseñada por otro desarrollador, con diferente personalidad, y por ende con diferente comportamiento en la respuesta de la IA. En definitiva, los razonamientos digitales llevarán impresa la personalidad del ingeniero que ha “picado” ese tramo de código. Todo ello desemboca en que nuestro bebé tiene un serio problema infantil de personalidad múltiple. El cómo se trate este trauma y con qué valores se eduque, definirá si crece un monstruo apocalíptico o un buen compañero de viaje.

         Psicosomáticamente, el ente que surgiría de la confluencia de estas 3 tecnologías, sería la de un cuerpo, parte real (hardware) y parte virtual (software), donde la  energía nuclear serían las células que dan energía; la computación cuántica sería el cortex prefrontal del cerebro, donde se activan los análisis matemáticos, y  la IA correspondería a la corteza y áreas subcorticales del cerebro donde se procesa el lenguaje y la memoria.

                  El Antropoceno ha vivido puntos de inflexión en la tecnología que han mejorado sin duda la capacidad de supervivencia del ser humano, aunque todas ellas han sido susceptibles de ser usadas para dañar o perjudicar al ser humano;  la manipulación del sílex como arma blanca, el control del fuego para quemar poblados, el eje de las ruedas para mejorar los ejércitos, la imprenta para difundir la leyenda negra, el cálculo diferencial para balística de precisión, pueden ser ejemplos, pero el cómputo final sin duda, ha sido para mejor.  

         EL Santo Grial de la física actual, es el entrelazamiento cuántico, un fantasma tangible que puede realizarse empíricamente, pero que deja atónito a todo físico experimental cuando lo presencia. El cómo controlar esta magia podría cambiar la historia de la humanidad. 

         Las centrales nucleares de 5ª generación, basadas en la futura piedra filosofal, el torio, podría resolver el problema energético a nivel global, pero será difícil luchar contra su propia leyenda negra. Otra tecnología alternativa es conseguir el confinamiento de la fusión nuclear,  de tal forma que valga la pena, es decir que se obtenga más energía, que la que se consume en generarla.

         La capacidad de que la tecnología perjudique a los humanos, si se hace mal uso de ella, se ha incrementado exponencialmente.  Las falsas noticias de las redes sociales están haciendo estragos en la convivencia, las bombas nucleares pueden eliminar en un instante la vida del planeta en el lamentable, pero probable delirio, de algún gobernante, y si a esto le sumamos que la IA puede llegar a ser devastadora en un futuro cercano, siendo un infante; cuidado cuando llegue a la adolescencia. Como dicen las padres de la IA, ”puede llegar a amar”, pero si este hito se alcanza, también a odiar, llegando a ser nuestro némesis, el Skynet que nos asombraba en la película de Terminator.

         La entropía no es fácil de definir, pero indica en cierta manera el rumbo irreversible del caos en el universo, dando siempre un resultado de degradación del sistema a medida que transcurre el tiempo, cuya dirección es siempre hacia el futuro.

         La humanidad, ¿está frenando su evolución, e incluso involucionando? . Es una pregunta que me embarga.

Si los que más éxito tienen en redes sociales son los que más insultan… o los más poderosos son los que más engañan… o los más admirados son los más perezosos, ¿cuál es la tendencia antropológica? . Usando la magnitud de entropía como excusa, nuestra involución es irreversible, pero usando la técnica D.A.F.O. (acrónimo de Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidad), utilizada como técnica empresarial para mensurar la viabilidad de un proyecto y a sabiendas que en cada uno de los cuatro elementos podemos poner el reverso, como ocurre con los refranes, podemos dar algo de optimismo:

Debilidades-  La pereza de pensamiento y la mala prensa del esfuerzo.

Amenazas- La tecnología avanzada, puede hacernos más estúpidos.

Fortalezas- El ser humano tiene una adaptabilidad a prueba de bombas, en sentido literal y figurado.

Oportunidad- Si nuestra juventud es capaz de salir de esta, la humanidad podrá alcanzar unas cotas intelectuales y culturales tan altas, que el planeta podría ser dignamente vivible para la mayoría de sus habitantes.

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