Los lunes que nos quedan

¿Cuántas tardes de domingo lo habrás pensado o hablado?. Mañana lunes, mañana vuelta a la realidad, triste realidad. Como si de un manto negro se tratase que inunda el final del fin de semana, amenaza el lunes con el odioso sonido del despertador, el desesperante tráfico, las prisas, las cada vez más largas jornadas de trabajo, los jefes, el cole de los niños, las extra-escolares. El lunes, maldito lunes.

Nos lo hemos montado muy mal. La mayoría deambulamos por la semana aguantando trabajos de los que muchos estamos hartos, cargados de obligaciones, de responsabilidades y rutinas que no nos dejan tiempo para lo importante: vivir.

Vivimos (no todos) parcialmente deseando que la semana vuele y llegue el fin de semana, y eso es lo triste, que deseemos que pasen rápidos los días, esos que echaremos de menos cuando la vida nos vaya enseñando la puerta de salida. Querremos entonces que nos devuelvan todos los lunes que no quisimos.

¿Y qué hacer?, ¿cómo cambiarlo todo? ¿cómo convertír el maldito lunes en deseado?, ¿cómo cambiar de trabajo? . Si es un bien de lujo más que preciado al que aferrarse para que no nos falte y pague todas las facturas de las ‘necesidades’ que nos hemos creado y nos asfixian a fin de mes. Y si nadie lo remedia cada día más.

Por suerte o por desgracia, tan ocupados como estamos, la semana se esfuma rápido y pronto llega el viernes, con su olor a fin de semana, a tiempo libre, a estar con los tuyos o con quien quieras, a divertirse, a sobremesa, a ‘peli’ y palomitas, a siesta, a maratón de serie favorita, a caminata por el campo, a vivir que de eso se trata… como no te vamos a querer amado viernes.

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