El encuentro

Volando sobre mi propio espejismo, resucitaba aquella imagen, de una chiquilla caminando por los alrededores de una plaza.

Continúo por las calles de mi ciudad, recorriendo con gran extrañeza y fascinación, las murallas que la rodeaban con cinco enormes puertas. Al llegar a ellas, una misteriosa figura me sorprendió, la miro, me mira y sin saber cómo era posible, me di cuenta que era yo.

Yo, aquella bella muchacha de pelo largo azabache. Yo, la de ojos rasgados, profundos como el océano. Aquella imagen era una obra artística a medio esbozar

Las calles tomaron otra impresión diferente, su suelo empedrado y sus casas, me hacían intuir que estaba retrocediendo mucho tiempo atrás. Me sentí como la reina de la ciudad. Andorreando y cantando libre, sin ruidos ni gentío alguno, que pudiera entorpecer mi gozo.

¿Cómo podía ser posible, que en un momento estuviera en un lugar y al siguiente en otro?.

No encontraba explicación alguna, pero el ambiente me envolvía en un cálido, sinuoso y placentero momento de trance. Los rayos del sol se iban acurrucando cada vez más, para dar paso al crepúsculo. Y mi visión, encontraba una salida, fagocitándome a un mundo desconocido.

A pesar de no tener tiaras, yo seguía caminando con pasos de princesa. Encontré bajo mis pies un mar azul extenso y sereno. A lo lejos divisé algo parecido a un castillo, pero más pequeño. Sin vegetación que lo cubriera, se alzaba con orgullo sobre la ciudad. ¿Sería aquel, mi hogar?.

Retrocedí para ver y oír que me rodeaba y encontré los cantos en una lengua que desconocía, un inmenso cielo azul, el tierno sabor a pan recién hecho y el intenso olor de una flor, a la que llamaban az-zahr. La presencia del ocaso se hacía más vigente y de la misma forma que vino, se desvaneció todo el reflejo de mi visión

De nuevo en mis calles, de nuevo el fragor mundanal…

Reconocí de inmediato mi lugar y el lugar de donde por una extraña ensoñación, había vivido unos minutos antes.

Buscando el paraíso, te encontré. Eras tú, mi tierra, la misma que seguía aquí conmigo, la de su extenso mar, la de su alcazaba orgullosa, la de su cielo azul, la de su olor a azahar.

¡Mi Málaga!

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