Víctor Pérez Velasco lleva más de 10 años dedicado a investigar procesos de adoctrinamiento a través del cine y los medios de comunicación. En su último libro, ‘ETA y el cine’ (Málaga, Última Línea) mantiene que el cine español —y aún más el vasco— transmite una idea romántica del terrorismo. https://www.ultimalinea.es/terrorismo/137-eta-cine-9788418492112.html
Usted se ha visto decenas de películas y documentales sobre ETA. Su conclusión es que la mayoría no son críticas con el terrorismo.
Al ponderar las estadísticas obtenidas, se podría decir que más del 40% de los films son favorables o comprensivas con los terroristas y su causa, además de adoctrinadoras en pro del nacionalismo vasco. Concluyendo: son colaboracionistas con el fenómeno terrorista, aunque con una intensidad variable, según productores y directores, y por extensión, cómplices con el nacionalismo vasco. La tolerancia con ese terrorismo que reflejan las películas explicaría el éxodo forzoso de más de 150.000 ciudadanos obligados a salir del País Vasco, pudiendo ser considerados como víctimas de una ‘limpieza étnica’ sin parangón en la Unión Europea.
¿Nota alguna diferencia entre el cine y los documentales?
Los documentales son los más tolerantes con el terrorismo de ETA, más hispanófobos y más pro nacionalistas vascos que las películas. El 70% de los documentales adolecen del Síndrome FOD (Falsa Objetividad Doctrinal): dan una visión unilateral de los hechos; obvian versiones antagónicas y realizan un ejercicio consciente de unilateralidad. Hay una excepción: los documentales de Iñaki Arteta que dieron voz a las víctimas. El documental es el mejor agente para realizar adoctrinamiento político.
En otros países europeos no se entendería un cine a favor de las Brigadas Rojas, la Fracción del Ejército Rojo o el nazismo. ¿Por qué sí ocurre en España?
Es una cuestión muy delicada que suscita diferentes perspectivas de análisis. En mi opinión, los ingredientes que coadyuban a la existencia de este tipo de cine en España implican varios factores: la complicidad del nacionalismo vasco; la tolerancia de una parte de la izquierda española con una organización también de izquierdas, como fue ETA; y la falta de valentía, lógica por el miedo a los asesinos, de la mayoría de la industria cinematográfica que se envolvió en una tibia neutralidad.
¿Ha notado mayor apoyo en el cine a ETA en los últimos años, ya con una banda desarticulada, o cuando cometían atentados?
Buena parte del cine de nuestro análisis, más del 40%, estuvo siempre conectado al adoctrinamiento pro nacionalista y pisó fuerte entre finales de los 70 y los 80. Después, a partir de los años 90, fue moderando su presencia. Desde el año 2000 hubo un incremento que se fue acentuando a partir del debilitamiento de la banda. La derrota evidente de ETA a partir de 2004, incrementó las producciones cinematográficas filo terroristas para ponerse al servicio del proyecto abertzale de reescribir el pasado y ganar el relato de la postverdad.
¿Actualmente se quiere blanquear a ETA o se quiere pasar página?
Hay dos visiones. Los que en su día apoyaron a ETA de manera más o menos explícita, especialmente los nacionalistas vascos, que hoy sí quieren blanquearla. Hay que integrar en este bloque, a una importante mayoría de la izquierda española, incluido el PSOE, que se apunta al lavado de los terroristas por cálculos electorales. La otra visión, la mayoritaria, incluye a las víctimas, los demócratas sin etiquetas, los partidos liberales y los conservadores, se resisten a pasar página cerrando en falso este drama. Sería deseable que el inconsciente colectivo del pueblo español derrote al adoctrinamiento y no olvide sin más el asesinato ignominioso de los muertos producidos por ETA y sus derivaciones.
Vd. publicó un libro en 2011 sobre el tratamiento que el cine español dio a la guerra civil durante la Transición, ‘Cine español y adoctrinamiento político en democracia’. ¿Encuentra algún paralelismo con el tratamiento dado por el cine a ETA?
Durante la Transición se hicieron unos 60 films sobre la Guerra Civil. Reparé que lo que se proyectaba en las pantallas difería de lo que había leído y oído. Analicé minuciosamente 50 films desde 1976 hasta 2008. Conclusiones: de 50 películas, 37 eran prorrepublicanas (74%), 13 neutrales (24%) y “0”, pro nacionales. La cinematografía no fue objetiva, los vencedores, media España, eran olvidados, su imagen destruida y los republicanos, los derrotados, idealizados y ensalzados. El cine español distorsionó la verdad del conflicto. Algo similar, salvando distancias, ocurre con el cine sobre ETA que los derrotados, los terroristas, salen beneficiados.