In nomine Auschwitz

Carlos Morales del Coso lleva décadas dedicado a que no se olviden los horrores que generó el nazismo. Pero más allá de ello sobre todo ha trabajado para recordar a las víctimas del Holocausto. Acaba de publicar ‘In nomine Auschwitz’ (Málaga, Última Línea) y lo ha presentado en Madrid, Segovia y Barcelona. Una obra antológica dedicada a los poemas de los que perecieron en Auschwitz, de los que sobrevivieron, de sus descendientes.

Los poetas judíos fueron doblemente asesinados: primero por los nazis; después por los soviéticos»

Se puede decir que toda una vida dedicada a la memoria del sufrimiento del pueblo judío. En su libro denuncia el silencio de Europa hasta hace bien poco, desde la izquierda a la derecha. ¿A qué se debió?

Es complicado explicar las razones por las que el Holocausto no mereció casi nunca una atención específica como fuente de emoción literaria o como contexto histórico de un tiempo histórico concreto de la poesía europea contemporánea.

En los primeros años de la posguerra una sociedad como la europea, tan castigada y tan necesitada de esperanza, no estaba muy por la labor de escarbar en los momentos más aberrantes de nuestra historia reciente.

Tampoco los estados veían adecuado mantener bajo un excesivo escrutinio público el pasado inmediato de una nación como Alemania, a la que se necesitaban desesperadamente para mantener a raya a la Unión Soviética durante de la Guerra Fría.

Pero, en mi modesta opinión lo que más atoró el flujo de reflexiones sobre le literatura y la Shoah fue el cinturón de silencio con que la cultura de los soviets rodeó la memoria del Holocausto, en un intento de limitar le proyección literaria de muchas personalidades judías que, a pesar de haber confraternizado con la izquierda política y el comunismo, se habían opuesto siempre, guiados por su nacionalismo, al internacionalismo promovido por el movimiento comunista en los tiempos de Stalin.

En cierto modo, se puede decir, que los poetas judíos de aquellos años fueron doblemente asesinados: primero, por los nazis; por los soviets, después.

Los que llevaban tiempo en Israel tampoco recibieron bien a las víctimas de la Shoah, y esto es casi un secreto que usted desvela.

Para aquella primera generación de israelíes, el Holocausto se convirtió en una de las principales fuentes de legitimidad identitaria, pero una parte muy importante de los que volvieron a Tierra Santa entendieron que había que buscar otras fuentes de legitimidad desvinculadas del dolor de la tragedia.

De hecho, en Israel durante la segunda mitad del siglo XX tampoco hubo apenas estudios antológicos sobre el impacto del Holocausto. Esto no quiere decir que, tomados de uno en uno, no hubiera en Israel muchos poetas para los que el Holocausto se convirtió en la más importante experiencia vital de sus vidas y su principal fuente de creación poética. Es el caso, por ejemplo, de Ufi Zvi Grinberg o de Avrom Sutzkever.

El lenguaje poético muestra hasta qué punto se sobrepasaron en crueldad todoslos límites que, a lo largo de los siglos, la civilización había consentido»

Los poemas que ha recopilado son estremecedores. Especialmente aquellos en los que se ve la impotencia de unos padres para proteger a sus hijos…

Todo el comportamiento humano, en todas sus diversas y múltiples derivaciones, quedó grabado a fuego sobre la obra de los poetas que se vieron obligados a soportar la experiencia de la vida y de la muerte en los campos de concentración y de exterminio.

El lenguaje poético no añade acontecimientos nuevos a los hechos conocidos, pero dota a los que ya conocemos de unas dimensiones y cualidades más complejas que dan cuenta de hasta qué punto se sobrepasaron en el ejercicio cotidiano de la crueldad todos los límites que, a lo largo de los siglos, la civilización había consentido como practicables.

La invasión de Ucrania es el ejemplo más cercano que tiene Europa de que el espíritu totalitario permanece»

Europa no se ha curado de la barbarie. ¿Qué opina de la invasión de Rusia a Ucrania?

Es el ejemplo más cercano en el tiempo y en el espacio que tiene la Europa contemporánea de las manifestaciones más características del espíritu totalitario que tiene la Europa contemporánea.

Como en su día se demostró en los tiempos de Hitler, la democracia no es por sí misma garantía suficiente de que ese espíritu nacido de la debilidad y del miedo no vaya a hacerse con el poder de los estados ni imponer sus dinámicas xenófobas ni arbitrarias.

No hace falta irse a Ruanda, o al mundo musulmán con los armenios y los kurdos, o a la legendaria Camboya o China. Los hemos tenido aquí, en la que suponemos las civilizaciones más perfectas de la tierra, y no solo en el pasado durante la Segunda Guerra Mundial o en las espaldas heridas de los Balcanes, sino en el ahora inmediato y todavía rugiente de los EEUU de Trump, o en el afán neoimperial de la Rusia de Vladimir Putin.

Se da la incongruencia de que Putin habla de desnazificar Ucrania, cuyo presidente es precisamente judío

Hay un libro que conviene leer, ‘El Delirio Nihilista’ (Última línea, 2018), en el que se pone de manifiesto y se recalca la enorme importancia que tiene la tergiversación de la realidad en la expansión de las mentalidades totalitarias. Putin, que fue miembro destacado y muy beligerante del KGB soviética, ha mamado durante toda su vida de la manipulación y de la propaganda. Y entre nuestra gente hay muchos que lo creen, como las ratas al flautista de Hamelín.

¿Qué opina del resultado electoral de Le Pen en Francia? ¿En Europa ya se ha olvidado lo que fue el fascismo?

Bueno, el animal oscuro del totalitarismo lleva abriendo sus fauces en Francia desde hace algunas décadas, y puede que alguna vez acierte a morderla en el bajo vientre.

En Italia parece que se ha podido conjurar ese peligro, pero yo no las tengo todas conmigo.

En España, el peligro acecha hasta en los intersticios del sistema, pues no sólo se tienen activos algunos partidos sectarios de izquierdas y de derechas que no le hacen demasiados ascos a la violencia y a la estrategia de confrontación permanente, hasta el punto de que ese mismo sectarismo ha pasado a emboscarse y enfermar, para sorpresa de todos, en el ánima de partidos de larga tradición liberal y democrática.

Nos tenemos que plantear muy seriamente qué estamos haciendo mal como sistema, el peligro solo se puede conjurar corrigiendo este modo nuestro de organizarnos como cultura y como civilización.

El totalitarismo sólo es la consecuencia de nuestra podredumbre y de nuestra soberbia. Y la democracia no sirve por sí sola para combatirlo o contenerlo. Tal vez haya llegado la hora de dejar de ser tan remilgados para defender la democracia.

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